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David Luiz manos de tijera

David Luiz "no está completo" sin la Copa del Mundo Ilustración Sebastián Domenech

"No estoy completo", solía decir Edward Manos-de-tijera en la película de Tim Burton. Como él, David Luiz parece no estar terminado.

Por su costumbre de gastar bromas a sus compañeros de equipos, por su afición por hacer el ridículo, por su sonrisa constante, su actitud de niño eterno, por todo eso, se podría pensar que le falta un tornillo, o una pieza de cordura.

Cuando comenzó a jugar en su primer club, Vitoria, a los 14 años lo hizo como volante central. No rindió y lo reconvirtieron en defensor central. Ahí se ganó su lugar entre los titulares y a los 18 fue el pilar del equipo que ganó el ascenso a la segunda de Brasil.

De ahí voló a Benfica, sin pasar por la elite brasileña. En Portugal sorprendió con su manejo de pelota, su dominio en el juego aéreo, su fortaleza y velocidad para tapar los huecos de un equipo que atacaba mucho y queda expuesto por los costados.

En poco tiempo llamó la atención de los grandes de Europa. Chelsea se lo llevó a Londres y ahí mostró que estaba para cosas importantes. En un equipo plagado de figuras, David Luiz se destacó por su versatilidad. Se completó tácticamente. Comenzó a alternar entre la zaga y la mitad del campo. Con buen pie y panorama, suele pisar con soltura cerca el área contraria sin dar esa la impresión que suelen mostrar los defensores, de que llegaron por error hasta ahí y que no saben bien cómo volver.

Los hinchas azules lo adoran, le cantaron que es el amor de sus vidas, que puede besar a sus mujeres y que quieren tener sus rulos (hay una cuestión de derechos pendiente sobre esa canción con Coloccini y Newcastle). Ahora, para sorpresa de muchos, Chelsea decidió vender al futbolistas más parecido a su mascota que nunca podrá tener. Antes de viajar a Brasil, David Luiz cerró su incorporación a PSG.

Con su selección, David Luiz se ha consolidado de la mano de Scolari. Completó su cuenta pendiente con el fútbol brasilero. El veterano entrenador organizó esta rejuvenecida selección alrededor de un firme bloque defensivo. El hombre de los rulos es clave en ese sistema. Desde ahí, con esa tranquilidad y pelota al pie, los cracks ofensivos de Brasil construyen las victorias.

Cuando arranque el Mundial, David Luiz seguirá siendo joven, divertido, alegre, tendrá un poco más de dinero en su cuenta bancaria, varios títulos europeos y un gran deseo para al fin sentirse completo: ser campeón del mundo en su país.