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José Fernández en una gran disyuntiva

Dice un refrán que vale más pájaro en mano, que cien volando.

A esa disyuntiva se estaría enfrentando ahora el derecho cubano de los Marlins de Miami José Fernández.

Fuentes cercanas al equipo aseguran que la gerencia le habría ofrecido a Fernández una extensión contractual por seis temporadas y 40 millones de dólares.

A los fanáticos de Miami les encantaría ver por largo tiempo al eléctrico serpentinero que cada noche que salía a lanzar metía el doble de público de lo usual en el Marlins Park.

Fernández es, más allá de Giancarlo Stanton, el verdadero líder del clubhouse de los Marlins y su energía se hacía sentir incluso los días de asueto, cuando desde el dugout era el número uno alentando a sus compañeros.

Pero el problema es que el cubano se sometió a una operación Tommy John a inicios de la pasada campaña y no estaría listo para regresar a la acción hasta mediados del 2015.

La Tommy John no garantiza en un 100 por ciento que el lanzador regrese en su mejor forma. Algunos nunca se recuperan; otros vuelven incluso mejor.

Es una caja de sorpresas de la que no se sabe qué va a salir hasta que sale.

Si Fernández no consigue nunca más el nivel que lo llevó a ganar el Novato del Año en el 2013 (y ojalá no sea así), ese contrato le aseguraría 40 millones de dólares que bien administrados e invertidos le daría para pasar con comodidad el resto de su vida, más allá del béisbol.

Pero si logra volver a ser el mismo de antes (y ojalá sea así), su precio en el mercado sería más del doble de esos 40 millones, tal vez en el orden de los 100-150 millones y entonces quedaría atado al equipo hasta el 2020 a costo de ganga.

¿Qué hacer? ¿Tomar el pájaro en mano o apostar a los cien volando?

El lanzador de 22 años es elegible para arbitraje salarial al finalizar la próxima temporada y en tres campañas más podría convertir en agente libre.

O sea, que ya con la posibilidad de probar el mercado en el 2018, cuando Fernández tendría apenas 26 años, todavía le faltarían dos campañas más con los Marlins si firma esta eventual extensión contractual.

Su agente es el poderoso Scott Boras y difícilmente permitirá que una de las piezas más importantes bajo su ala caiga en la trampa de firmar por mucho menos dinero del que podría llegar a valer.

Pero ni Boras es infalible. Fue el mismo que le aconsejó en el 2013 a Kendrys Morales y a Stephen Drew que rechazaran las ofertas calificatorias de sus respectivos equipos y probaran suerte en el mercado. ¿Hay que recordar en qué paró aquello?

Pero mientras Fernández y Boras deshojan la margarita y deciden si conviene más tomar un pájaro en la mano o cazar los cien que andan volando, la gerencia debería enfocarse mejor en otras necesidades inmediatas del equipo.