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Reducir la zona de strike no es la solución

El jonrón es la expresión suprema del béisbol. Es como el gol en el fútbol, el touchdown en el football americano o el nocaut en el boxeo, aunque en los últimos tiempos los batazos sobre las cercas se han vuelto escasos en las Grandes Ligas.

El declive de la ofensiva en los últimos años preocupa a las autoridades beisboleras, por lo que estudian medidas para beneficiar a los bateadores.

¿Y qué querían? La disminución en el ataque, sobre todo, en la cantidad de cuadrangulares, es resultado directo de la política para combatir el uso de las sustancias prohibidas para mejorar el rendimiento deportivo.

Aunque el uso de esteroides no se ha erradicado por completo, sin dudas que la prohibición de estas sustancias ha hecho que el consumo disminuya notablemente.

Entonces, las cifras ofensivas de primer nivel quedan reservadas exclusivamente para los grandes bateadores y se cierra la puerta a los tiempos en que un jugador promedio, mediocre, botaba 30 pelotas del parque con la tranquilidad con que se toma un vaso de agua.

En el 2014, sólo el dominicano Nelson Cruz disparó 40 cuadrangulares, la cifra más baja para un líder jonronero desde que Josh Barfield encabezó los rompecercas en 1986, mientras que apenas una decena de toleteros consiguió superar la barrera de los 30.

La posible solución en estudio para aumentar la ofensiva es reducir la zona de strike, ya que no sólo los jonrones se perdieron, sino que los ponches se multiplicaron.

Pero, ¿es la solución reducir la zona de strike?

Por años, los lanzadores han tenido que nadar contra una corriente que apunta a beneficiar a los toleteros.

Los lanzadores (los buenos de verdad) han encontrado la inteligencia para imponerse y emparejar la batalla, así que suena injusto volver a empujar para inclinar la balanza en su contra.

Como mismo los tiradores buscaron recursos para superarse, así deberían hacer los bateadores, cuya falta de agresividad en el plato a veces ofende.

Son pocos ya los hombres que en cuenta de dos strikes le hacen swing a lo que venga en la zona.

Cada vez son más los cazadores de un solo envío. Si no viene lo que están esperando, simplemente se dejan cantar el tercero con una tranquilidad pasmosa. La única manera imposible de batear es si no se le hace swing a la pelota.

La tasa actual de strikes cantados es casi un 15 por ciento mayor que la que hubo en 1988, según el sitio especializado Grantland.com.

Lo peor es que esa falta de agresividad en el plato es una tendencia cada vez más creciente entre peloteros y entrenadores, quienes hasta tratan de justificarla con supuestos conceptos de "béisbol moderno".

En el 2009 se ordenó a los umpires ampliar la zona de strike, algo tan inexplicable como sería tratar de reducirla.

Desde que el mundo es mundo, la zona de strike abarca las 17 pulgadas de ancho del home plate y va desde las axilas hasta las rodillas del bateador.

En lo que a amplitud se refiere, es y será la misma siempre, a menos que se modifique el tamaño del pentágono.

La altura depende de cada bateador y toca a los árbitros definir los strikes en concordancia con el hombre en turno.