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Devaluada, apasionante e impredecible

Como una dama otoñal que aún conserva parte de sus encantos, como atributos suficientes para seducirnos y apasionarnos. Así podríamos definir a la batalla más esperada de todos los tiempos, la de Floyd Mayweather Jr vs. Manny Pacquiao, que acaba de ser confirmada.

Casi seis años pasaron desde que el mundo escuchó por primera vez la existencia de alguna negociación para que estos dos se enfrentaran en un cuadrilátero. Muchas cosas ocurrieron desde entonces, pero el boxeo siguió escribiendo su historia, mientras Floyd y Manny no se ponían de acuerdo para enfrentarse. Los dos fueron envejeciendo a medida que sus carreras avanzaban por rutas paralelas y muy cercanas, pero sin riesgo de colisionar. Siempre aparecía algún detalle que impedía el combate que todos reclamaban.

Compartieron titulares de prensa, sus equipos nunca dejaron de gestionar, intercambiaron insultos o agravios y hasta enfrentaron a los mismos rivales. Óscar de la Hoya, Ricky Hatton, Juan Manuel Márquez, Miguel Ángel Cotto y Shane Mosley son oponentes en común que deberían servir para evaluar el potencial de cada uno con la pretensión de avizorar un ganador. Pero no tuvimos esa oportunidad. Nunca las negociaciones llegaron a buen puerto. Hasta hoy.

El tiempo a su paso suele ser implacable: todo lo deteriora y los pugilistas son los menos resistentes a su castigo. El cuerpo se desgasta debido al esfuerzo y a los golpes recibidos. Pocos atletas logran superar la barrera de los 40 años con sus facultades intactas. Aún aquellos fenómenos que lo han conseguido, seguramente, algún día la vida les pasara factura a su osadía existencial.

Floyd y Manny no son excepciones. Como atletas han cumplido todos los requisitos de este duro deporte, pero a los 37 y 36 años respectivamente, las facultades ya no son las mismas. Sin embargo, el encanto, el morbo, el deseo de verlos frente a frente supera todo ese abismo que el tiempo ha construido entre los campeones de 2009 y la versión actual de estos dos monarcas en 2015.

No importa cuánto se haya devaluado, es tanto el valor histórico de esta pelea que la edad de los oponentes es un dato menor. El simple hecho de que al fin la batalla se haya confirmado, consigue superar todo lo malo o lo bueno que ambos han dejado por el camino.

¿GANARÁ MAYWEATHER? ¿GANARÁ PAQUIAO?

Aún sin estar confirmada la batalla, en las apuestas Floyd ya lideraba cómodamente 3-1, lo que le otorgaba un favoritismo absoluto para ganar sin problemas ese combate.

¿Se justifica ese triunfalismo? No, a mi juicio no se justifica. Considero que se trata de una pelea de resultado impredecible. Aunque es bueno aclarar que ese favoritismo inicial de Mayweather tiene una justificación de lógica irrefutable: las primeras apuestas responden a la presunción espontanea de fanáticos, pero también de "no fanáticos".

Es decir, cuando se trata de Floyd opinan todos, fanáticos del boxeo o fanáticos ocasionales. Estos últimos proceden de ese universo anónimo de clientes del boxeo que solamente aparecen en las plateas o comprando su PPV para los eventos de mucho poder mediático. En ese mundo Mayweather es el rey absoluto, el más conocido, el más popular, el que debe ganar porque lo vemos a cada rato en la televisión o porque tiene una colección de automóviles de lujo y un avión particular.

Sin embargo, para quienes entienden de boxeo, para quienes evalúan el futuro rendimiento de dos púgiles tomando como referencia su pasado cercano, sus condiciones técnicas, los estilos, el potencial físico, la resistencia, la capacidad de hacer daño, la asimilación al castigo y hasta el entusiasmo a la hora de la pelea, el resultado de Manny Pacquiao vs. Floyd Mayweather será muy predecible y la única certeza es que ninguno de los dos partirá como favorito absoluto.

En primer lugar, tengamos en cuenta que se enfrentan dos campeones que hace un buen rato que no consiguen noquear a sus rivales. Se enfrentan dos rivales que han perdido bastantes de sus facultades de antaño, se han tornado más precavidos y manejan sus peleas con una calculadora de golpes, pensando más en los jueces que los juzgan que en el público que pide acción y sangre. Floyd lo hace desde hace varios años, Pacquiao desde que fue brutalmente noqueado por Juan Manuel Márquez el 8 de diciembre de 2012.

Son dos rivales rápidos, técnicos y con mucha, demasiada, experiencia. Cada milímetro de riesgo que ambos puedan tomar estará fríamente calculado. Yo estimo que, al menos en los primeros seis asaltos, veremos un verdadero juego de ajedrez sobre el cuadrilátero, donde predominará la esgrima de Mayweather, su mejor distancia, su mejor altura, su juego de piernas, su bloqueo perfecto y los esporádicos contragolpes para ir sumando puntos.

Pacquiao, en ese primer tramo de la pelea, seguramente no encontrará su ritmo, es posible que lo afecte alguna clase de nerviosismo escénico y lucirá apresurado e impreciso. Para cada uno de sus golpes lanzados, siempre habrá un bloqueo casi perfecto del estadounidense. Recuerden: estimo que eso ocurrirá en los primeros cinco o seis asaltos, que hasta, para algunos, pueden resultar aburridos.

Las cosas cambiarán radicalmente para la segunda mitad de la pelea. Floyd no conseguirá sostener el ritmo ni tampoco su estrategia defensiva. Pacquiao, que tiene capacidad de ajustar su estrategia a medida que avanza la pelea y alternar planes ofensivos hasta dar con el correcto, logrará conectarlo en las zonas medias y la velocidad para golpear de manera sorpresiva o desde alguna posición absurda, hará el resto.

Si como presumo, el filipino le llega a Floyd con combinaciones de poder en el ecuador de la pelea, lo lastimará y asumirá el control del combate, hasta el final del mismo. Imagino para esta batalla un final dramático con Paquiao buscando el golpe de KO y Mayweather apelando a sus mejores herramientas defensivas.

Es posible también que hasta se produzca una caída del estadounidense, pero veo poco probable que la pelea termine antes del límite. Y aunque ello no debe descartarse, es difícil imaginar que Paquiao, que no consiguió ganarle por la vía del cloroformo a rivales como Chris Algieri o Brandon Ríos, pueda lograrlo ante el mejor libra por libra del planeta.

Mi pronóstico es de una victoria cerrada de Manny Pacquiao en un final que despertará reclamos del equipo perdedor. Sea el que sea. Es natural, vale aclararlo, que un escenario como el imaginado (resultado cerrado) también sea caldo adecuado para que pueda ocurrir una de esas injusticias tan comunes en los últimos años, donde el que todos vieron ganar, se debió retirar con las manos vacías.

Las características de los oponentes, el morbo previo, los años en que este combate se ha venido cocinando, la posibilidad de un resultado incierto y todo lo que hay de juego, especialmente para el legado de los dos rivales, hace de este combate un evento apasionante.

No importa lo devaluada que pueda estar esta pelea, no importan los seis años de marchas y contramarchas. Ver a Floyd Mayweather ante Manny Pacquiao compensa todo y hace olvidar todo. La vamos a disfrutar antes, durante y después. No tengan dudas.