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Tuca y Tigres: amor ciego, paso de tuerto

Mexsport

LOS ÁNGELES -- El amor ciego siempre dará pasos de tuerto. Ricardo Ferretti consumará en junio 17 torneos dirigiendo a Tigres. Y le garantizan seis más. Renovó hasta junio de 2018.

Con directivas distintas, épocas distintas, Ferretti ha entregado en ese lapso dos títulos, uno de Liga MX, cuestionado severamente por complicidades arbitrales, y un título de Copa MX.

Su eficiencia fascina en el porcentaje de productividad y en la consistencia para estar en Liguillas, aunque decepciona en la suma de trofeos. Pero, la directiva de Tigres elige prolongar esta relación.

Hoy la afición aviva ilusiones legítimas en el Clausura 2015 y en la Copa Libertadores, pese al bochorno ante River Plate tras ir ganando 2-0 y verse alcanzado 2-2 en tres minutos.

Tuca Ferretti encontró en Tigres el mejor hábitat posible. Nadie le exige nada. En la versión más cercana al dogma original de Manuel Lapuente con Necaxa, el técnico brasileño hace creer que es uno de los más agresivos, por la suma acumulada de disparos a gol, tiros de esquina y disparos dentro del área, según las estadísticas de la Liga MX.

Enemigo de los riesgos, recatado en la apuesta, pichicato en espectacularidad, el Tigres de Ferretti deja de ser apetitoso para quien no sea parte de la leal cofradía felina que abarrota El Volcán. Aburre, simplemente, a través de ese relato en retazos que ofrece la televisión. Aunque, in situ, se aprecia mejor la orfebrería del Tuca.

Ojo: el que desencadene más bostezos que alaridos no significa que sea un trabajo rústico, simplón, ordinario, el que precede en la semana respecto al equipo que envía a la cancha. Entrenadores que terminan en otras latitudes, admiran, elogian y sufren con el Tuca. Con Leo Beenhakker, por ejemplo, hay un choque conceptual sobre cómo se debe jugar al futbol, pero en su paso por México lo consideró como uno de los artesanos más sólidos en armar equipos. Irónicamente, el mismo Ricardo LaVolpe coincide en ello. Javier Aguirre alguna vez lo definió así: "Los equipos del Tuca son casi perfectos, los hacen imperfectos las distracciones de los jugadores".

A la falta de embeleso y retozo para seguir a los equipos del Tuca, como para marcar en la agenda semanal sus partidos, el técnico ofrece una política resultadista, que al menos evita a sus clubes naufragar en penurias de descenso y estar al acecho de que eventualmente se convierta en protagonista.

Lejos de ser perfecto, el entorno del Tuca generalmente se ve convulsionado. Pocos jugadores hablan de él con afecto. Casos recientes como el de Lucas Lobos, quien ya en Toluca publicó en redes sociales lo magnífico que era llegar a entrenar, sin que agrias y amargas actitudes mataran ese gusto en el jugador. Pero, desde que salió de Tigres, Lobos pasó a ser un cordero en la cancha.

Igual se manifestó Carlos Salcido en charla con ESPN. En mensaje apenas camuflado, envió dardos a Ferretti por su falta de ambición para aspirar a torneos distintos de la Liga, exponiendo que ese fue un punto de divorcio.

Los videos abundan. Irascible, iracundo, explosivo, irrespetuoso, el Tuca no restringe ni el insulto, ni la amenaza, ni la oportunidad de amedrentar o sobajar a rivales, a sus propios jugadores o a aficiones. Pero ese temperamento tan dulce despierta miedo o fascinación en sus directivos. O el amor es ciego o el terror ciego tiene los ojos muy abiertos.

Considerado el técnico mejor pagado en México, Ferretti es además un consumado consumidor de futbolistas. Cada torneo, incorpora refuerzos con una voracidad desbocada. Y no siempre sus elecciones son correctas. Pero el derrame de millones de dólares al desagüe es impresionante.

Un caso que marca patéticamente la capacidad y necedad de elección del Tuca es el de Jonathan Bornstein. Defendió a muerte su llegada y aseguró que transformaría al equipo y a la Liga. Consideró que era una adquisición visionaria en una conferencia de prensa. En tres años, en seis torneos pues, en Tigres, Bornstein jugó nueve partidos, sólo uno completo. Y la contratación futurista, de vanguardia, pasó después a causar pena en Atlante y Querétaro.

Sobran ejemplos. Y casos dramáticos: Burbano era figura en León. Hoy, menos luz y más sombra. A Elías Hernández quiso fulminarlo en Tigres, y con Matosas, brilló en León.

¿Fuerzas básicas? El mejor exponente, no descubierto por él sino por Daniel Guzmán, terminó expulsándolo e insultándolo: Alan Pulido. Aunque habrá quienes postulen a Jesús Dueñas, un jugador regular, rendidor, pero ¿sobresaliente?

Así, con 17 torneos, un título de Liga, otro de Copa, millones dilapidados y papelones de histeria, Tigres le alarga seis torneos a Ferretti, por, insisto, amor ciego o terror ciego. Y juntos, a dar pasos de tuerto.