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La pelea que la gente quiere ver

Quisiera imaginarme qué diría mi profesora de gramática y redacción, Aixa Kindelán, si escuchara la frase "la pelea que todos quieren ver". Bueno, miento... sí lo sé.

La (des)calificación sería un mayúsculo reprobado o un reprobado mayúsculo. (Aquí el orden de los factores tampoco alteraría el producto). No habría derecho a réplica tras utilizar la manoseada frase.

En la historia del pugilato moderno no existe sentencia más prostituida. Tal es así que promotores y boxeadores la han convertido en argumento (económico) para validar tanto las buenas como las malas peleas.

Sea cierto o no, siempre escucharás (o leerás) que alguna de las partes involucradas declaró "aceptamos este combate porque es el que la gente quiere ver".

¡Pamplinas!, gritaría un famoso humorista de la radio cubana.

Abner Mares (29-1-1, 15 KOs) vs. Leo Santa Cruz (30-0-1, 17 KOs), prevista a realizarse el 29 de agosto en el Staples Center de Los Ángeles, es uno de los ejemplos más recientes.

¿Realmente es esa la pelea que queremos ver? La verdad nunca es absoluta, pero estoy convencido de que esa no es la contienda que verdaderamente desean ver los fanáticos.

La conjunción de estilos de estos guerreros mexicanos ciertamente augura mucha emoción, sin embargo la ecuación que la mayoría quisiera observar incluye siempre al cubano Guillermo Rigondeaux (15-0-0, 10 KOs).

Santa Cruz vs. Rigondeaux o Mares vs. Rigondeaux.

No estoy loco ni bajo las influencias de sustancias alucinógenas. Sí, sí... ya sé que Rigo es un peleador "correlón" y "aburrido"; así y todo pocos se atreverían a cuestionar que es el mejor de los tres por amplia distancia. Lo avala su pasado.

Los amantes del deporte desean a los mejores cara a cara. Los atletas sueñan con ganar a las leyendas para tallar su legado. Y seguramente los seguidores de Santa Cruz y Mares pagarían por verlos apalear al "cubano correlón".

Seamos sinceros, son pocos los que no disfrutarían esa hipotética situación. Apagarle la sonrisa al 'Chacal', que no se ha cansado de llamar gallina a todo inquilino pudiente que lo ha evitado en la división súper gallo (122 libras), puede ser una recompensa innigualable.

¿Cuánto aval recibirá el púgil que logre derrotar al doble campeón olímpico, considerado como uno de los cuatro púgiles aficionados más grandes de la historia y que en el profesionalismo tiene dos fajas mundiales y está incluido en TOP 10 del ranking libra por libra?

Muchísimo y casi todos lo sabemos.

Primero Mares y después Santa Cruz se pasaron con ficha. Subieron a la división superior (126 libras). Ni uno ni otro se sintieron con el talento para derrotarle. Debieron haberlo estudiado y llegado a esa conclusión.

Quizás en unos años cambien de parecer y se encaramen en el ring contra él. El nombre del cubano siempre brindará lustre a su resumé, no importa que en ese entonces esté en la frontera de los 40 años.

Habría que preguntarles a Santa Cruz y Mares (junto a sus entrenadores, promotores y aficionados) si de existir la posibilidad real de vencer al Chacal y despojarle de sus dos cinturones absolutos hubieran escogido enfrentarse entre ellos como primera opción.

La pesadilla Rigondeaux no acaba aquí para ambos púgiles. El peleador de 34 años se cansó de que sus fajas se cubrieran de telarañas y ya comenzó a cantar que subirá a las 126 en busca de peleadores, a pesar de que él es un 122 natural y estaría dando ventajas a todos sus adversarios.

Allí, en las 126, están Santa Cruz y Mares y desconozco si volverán a evitar a Rigondeaux con el pretexto de que esa no es la pelea que la gente quiere ver y con la certeza de que es mejor que digan: aquí corrió, que aquí murió.