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El Salvador primitivo de Primitivo Maradiaga

Mexsport

MÉXICO -- Ninguno de los 23 convocados de El Salvador ha sufrido a 100 mil personas congregadas en un estadio, menos aún en el Estadio Azteca. Ninguno.

Acaso en la fantástica, imponente y fervorosa procesión de El Divino Salvador del Mundo, con motivo de la Transfiguración de Jesús, se conmueva de una de las manifestaciones mundiales más poderosas de fe. Pero, acaso, y sólo acaso.

Los 23 de esta primitiva selección de El Primitivo Maradiaga se meten al Azteca este viernes, ante un México casi voluptuosa, obscena y aparentemente superior. Casi todos los integrantes del Tri han sido campeones en algún momento, con selección o con equipo.

Entre los 23 de Maradiaga los trofeos son musas ajenas, divas inalcanzables. Cuando hablo de una selección primitiva, me refiero a una selección agredida, maltratada, secuestrada, torturada, por sus propios directivos y por prácticas corruptas.

El mejor de los peores enemigos de El Salvador despacha en la imperturbable y cómoda atmósfera de sospechas de su propia federación: el directivo.

Insisto: el futbolista mejor dotado en la historia de Concacaf ha sido un salvadoreño. La clase, el talento del Mágico González es memorable. Messi y CR7 podrían aprender un par de cosas en el cobro de tiros libres.

La pelota era súbdita, consorte, doméstica, sumisa, fiel al Mágico. Aunque él la engañaba con suripantas alcoholizadas.

Ningún país de la zona ha manufacturado a un, aclaro, futbolista de tales dimensiones. Mire usted, que la más cercana versión ha sido Cuauhtémoc Blanco. Ambos, obvio, absorbidos por las arpías de la noche, el licor y la concupiscencia. Porque sino...

Con un apellido coloquial, El Pulgarcito de Centroamérica, ha desaparecido de las citas mundialistas. Eliminatorias de terror. Y ésta, para El Salvador, no comienza de manera distinta.

Sus jugadores, en el legítimo derecho de querer sobrevivir o vivir mejor, decidieron rebelarse. Demandaron ser tratados como profesionales. Los salvadores de El Salvador. Eso creían.

Y aunque los dirigentes actuales se lavan las manos, al final retuercen las críticas contra los jugadores, y lo cierto es que silbaron guadañas y cayeron guillotinas. Represión. Coacción. Terror.

Sofocada la rebelión con amenazas, chantajes, intimidaciones, sobrevivió este grupo amedrentado de Maradiaga. Por eso hablo de una selección primitiva, tosca, ordinaria. No por la calidad de sus futbolistas sino por la ralea de sus directivos.

Los hombres de largo castraron a los hombres de corto. Y les importa poco. Si los futbolistas no viajan a Rusia 2018, ellos si lo harán. De pipa y guante, seguro, como cómplices de FIFA.

Pero si las bayonetas las empuñan los dirigentes, el responso fúnebre lo recita el mismo Ramón Enrique Maradiaga. "No aspiramos a traernos puntos del Azteca". Suicidio consumado.

Ojo: lo perpetrado por los directivos son hechos consumados. Esclavitud puerilmente disfrazada. Seguramente el entrenador hondureño recetará otra homilía en la intimidad del vestidor cuscatleco.

No es la primera vez que El Salvador aparece como víctima propiciatoria ante México. Ni sería la primera vez que retorciera los pronósticos.

Recordemos: julio 6, 2003. La armada de LaVolpe jugando de local en Carson ante El Salvador. Despedida de Mauricio Cienfuegos. 2-1 el desenlace. Jactancia, desdén, abulia los días previos por parte del Tri.

Cierto, es otro marco, otro escenario. Insisto: los integrantes de El Salvador nunca han visto, menos aún confrontado a 100 mil adversarios más once, en un estadio, en el Azteca.

Pero, al final, el técnico del Tri, Juan Carlos Osorio tiene razón al advertir que llegará un equipo "de desesperados dispuestos a todo". Los héroes, los heroísmos y las heroicidades son protagonistas inesperados en el futbol.

Hay un agregado a este duelo. El jugador salvadoreño llega con formación rudimentaria, porque, además, dónde quedan los cientos de miles de dólares que destina el Proyecto Gol de FIFA a El Salvador.

Y en esa configuración incompleta, afecta hasta el aspecto físico y nutricional. A todos los salvadoreños les sobra esa garra suicida en la cancha, pero sin fondo físico ni biológico ni fisiológico.

¿Puede ganar El Salvador este viernes en el Estadio Azteca? Es más imposible que improbable.

¿Va a intentar ser una pesadilla El Salvador este viernes en el Estadio Azteca? Es más posible que probable.

Canta Andrés Calamaro: "Cuando era niño, y conocí el Estadio Azteca/ Me quedé duro, me aplastó ver al gigante/ De grande me volvió a pasar lo mismo/ Pero ya estaba duro mucho antes".

Pero también es incuestionable la sabiduría colombiana: "¿Alguien ha visto un gol anotado por la tribuna?". Porque de ser así, tan aplastante, el abrumo del aficionado, México no sumaría ya tres descalabros ante equipos de Concacaf, vulgo 'Aztecazos': Costa Rica y Honduras en juegos eliminatorios, y EEUU en un amistoso.

Sí: primitiva esta selección de El Primitivo Maradiaga, pero es válida la advertencia de Osorio: cero tolerancia al menosprecio hacia el rival.