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Triste: México, de aterrar a aterrorizado

SAN PEDRO SULA -- ¿Cuándo México renunció a ganar? ¿Cuándo México renunció a competir? ¿Cuándo México claudicó en la Concacaf? ¿Cuándo México eligió clasificar en lugar de dominar?

¿Cuándo México renunció al Quinto Partido -así, en mayúsculas, como todas las utopías con marca registrada- de la dignidad, la personalidad y la gallardía, además del de la cancha?

¿Cuándo? ¿Lo aterrorizó el innegable desarrollo de balompiés de la Concacaf? ¿Lo atemorizaron los Aztecazos?

¿Cuándo? ¿Lo aterró acaso el estado catatónico en que lo dejaron sus vecinos de Concacaf en las dos eliminatorias pasadas, especialmente hacia Brasil 2014, cuando debió ir a la repesca, y sólo calificó gracias a la gallardía de EEUU y al nerviosismo de Panamá?

¿Cuándo? ¿Desde cuándo? ¿Hasta cuándo?

1.- Andrés Guardado sale a conferencia de prensa a precisar que el término obligatorio causa escozor, alergia en la tribu.

"No nos gusta esa palabra de obligación. No nos gusta a los jugadores estar obligados a algo", dijo Guardado. Sí, el mismo, el capitán del equipo, el heredero de un Rafa Márquez al que no le castañeaban los dientes para levantar el puño al hablar de obligatoriedad por la victoria.

2.- Jürgen Damm: "El profe (Juan Carlos Osorio) nos pide ganar por uno, nos pide que nos olvidemos de arrollar al rival".

Interpretación complicada. ¿Mezquindad? ¿Precaución? ¿Cautela? ¿Piedad? ¿Cuándo se renuncia al gol como un principio del juego mismo?

3.- "Clasificar al Mundial como sea, pero clasificar. Olvidemos de clasificar con tranquilidad o caminando", asegura Decio de María, orfebre de manos torpes en los fallidos procesos mundialistas, con cuatro entrenadores en cada uno de ellos.

Ricardo La Volpe pareció arrogante, desmedido, petulante, aventurado. Cumplió para el Mundial 2006, más allá de haber entregado por corrupción compartida, el último juego de la eliminatoria. El decreto de perder le llegó de la FMF, entonces encabezada por Manobeto de la Torre.

Cierto: México no puede vivir en esa burbuja de soberbia entrampada en la que habitó pretenciosamente. Ya fueron muchos años de petulancia y de vivir de manera marginal, sintiéndose un dios en la zona empobrecida de Concacaf.

Cierto: los habitantes del entorno se han desarrollado. Todos han crecido. Todos viven procesos de lo que será pronto su mejor versión. Pero, ¿eso justifica tener miedo a enfrentarlos, en lugar de desarrollar un respeto para confrontarlos?

Y cuidado. Esto no es culpa de Juan Carlos Osorio. No es su responsabilidad encontrar espíritus abnegados y resignados, en lugar de hambre y temeridad.

Era de esperarse que educado en encarnizadas escuelas europeas, hoy el futbolista mexicano se atreviera a reclamar y recuperar la hegemonía en la zona. Pero elige la funda de las dudas antes que las espadas de los desafíos.

México, hace años, hacía temblar. Hoy México tiembla. Y ha temblado en el Estadio Azteca. Su propia matriz ha sido usurpada. Flagelada. Profanada.

¿Cuándo? ¿Cuándo el futbol mexicano se resignó a ser uno más en la zona en lugar de ser el caudillo de una semana por riqueza financiera, deportiva, estructural?

¿Cuándo el futbol mexicano renunció a ser futbol y a ser mexicano?