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Amargo, sin ser amargoso, el 0-0 en el Clásico Nacional

LOS ÁNGELES -- Empate amargo. Ese 0-0. Para ambos. Y con un árbitro doctorado en torpeza, como César Ramos Por-los-suelos (Palazuelos), transformado en bufón injusticiero.

Amargo. Porque con once, América puso trémulo a Chivas y erigió al circense Rodolfo Cota como el jugador de la noche. Indultó sin garras ni dientes ante la boca del gol.

Y porque Chivas tuvo 22 minutos de ventaja con un hombre más en la cancha. Y no quiso, no supo o no pudo capitalizar la expulsión de Rubens Sambueza.

Con uno más, desenvainó su varita mágica Matías Almeyda, pero su Harry Potter, La Chofis López, ha perdido su hechizo, desde que el técnico dijo que lo cubriría con su manto paternalista, y lo mandó a tirar un penalti, y junto con la pelota, todo se fue por la borda: la tutoría y la promesa.

La intensidad, la desesperación, la ansiedad, la devoción, le dieron un matiz de thriller, de suspenso, al Clásico Nacional, pero a excepción de algunos desplantes individuales, el futbol exudó más transpiración que inspiración.

Las estadísticas revelan el grado de rudeza y dureza: 30 faltas en total, 14 de Chivas y 16 de América, es decir una patada cada 30 minutos. ¿Y qué tan retrasadas estaban las líneas en ambos equipos que sólo se registró un fuera de lugar?

Rodolfo Cota armó su coreografía del rescate, en un ballet desesperado de primeros auxilios, y consiguió ponerle alarido a lo que podía ser un lamento de su afición, en los momentos de asedio del americanismo.

Hugo González tuvo poco trabajo. Bien resuelto, pero seguramente envidioso y receloso de ver la consagración de Cota como el arquero cincelado por Miguel Calero, desahuciado por Pachuca, y que en Chivas consuma su sueño a los 31 años.

Y en las peripecias de saltimbanqui de Cota, pero sin duda, en la ineficacia del remate final, América perdió su peligrosidad cuando Rubens Sambueza es expulsado, por octava vez en El Nido, en una descarada, cínica, vergonzosa acumulación de patadas y reclamos.

Chivas no tuvo capacidad de respuesta en la cancha, más allá de que en la banca despertaron a dos ídolos, uno histórico y otro advenedizo, Omar Bravo y La Chofis, pero ya la embestida del Rebaño encontraba las garitas copadas.

¿Y si con un hombre más, Almeyda se hubiera atrevido a mantener a Brizuela y sacar a otro jugador de retaguardia, reacomodando a Orbelín y relevando a Salcido?

Y entre ese amargo, aunque no amargoso 0-0, hay calamidades compartidas.

1.- Chivas desperdicia la ventaja de la localía y reitera la torpeza para aprovechar ventajas numéricas con Almeyda.

2.- América, para el Juego de Vuelta pierde a Rubens Sambueza, es decir, pierde la sensibilidad futbolística, con el acto de traición de un personaje que se arrastra el complejo de pendenciero.

Las Águilas clasifican a Semifinales con el 0-0. Chivas con el 0-1 en el Estadio Azteca, que ya se sabe, es su segundo hogar, o casi su primera fortaleza.

¿Del árbitro Ramos Porlossuelos (Palazuelos)? Como siempre. Excelente en los primeros tiempos, cataclísmico en los segundos. Protegido por la Comisión de Arbitraje (léase Decio de María), en la suma de sus torpezas este jueves, terminó arruinando a ambos equipos. Penaltis que no marcó, faltas que ignoró, insultos que se tragó...

Pero la serie sigue abierta, totalmente. Páginas en blanco ansiosas de esa tinta roja de la tragedia y de la comedia.

Y Chivas, tal vez, sólo debe esperar el suicidio americanista, que perpetra a base de expulsiones lamentables, como en la Liguilla del Apertura del 2015.

Al tonto sólo dale la soga, él solito se ahorca, y ahí están, históricamente, propensos y dispuestos a ello, Goltz, Aguilar, Quintero, y hasta Zamudio que regresa.