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Frustraciones a fuego lento

BUENOS AIRES -- Hay maneras y maneras de perder un clásico. En todos los casos un resultado negativo termina siendo doloroso, es cierto, pero existen determinadas cuestiones paralelas a un marcador que no deben faltar. Que pueden servir para aplacar la amargura de un traspié. Por ejemplo, el temperamento, las ganas, el amor propio, la vergüenza deportiva, nunca deben estar ausentes. Es el valor agregado que debería tener un futbolista de elite.

Cuando no aparece el fútbol hay que dejar que mande el corazón. Nada es peor para un hincha que ver a su equipo ser derrotado por el rival de toda la vida y que no se tengan respuestas. De ningún tipo. Eso es imperdonable. El esfuerzo no se negocia, suele decir Diego Simeone, sin embargo parece que a sus dirigidos esta máxima no les quedó grabada a fuego en el alma. En ese alma destemplada, sin la llama sagrada. Nadie está exento a tener una mala tarde. Levantarse y que salga todo al revés forma parte de las reglas del juego en cualquier aspecto de la vida, pero decididamente no fue lo que le sucedió a River. Lo que padece el Millo es mucha más profundo y preocupante. Basta con mirar la tabla. El campeón reinante del fútbol argentino marcha último. Y ganó apenas un juego de los 10 que disputó. No es cuestión de un mal día…

Las secuelas que dejará la derrota en el Superclásico podrán mensurarse en los días venideros. Por lo pronto, está claro que entre Simeone y los jugadores algo se rompió. Por temperamento y personalidad, el técnico no puede digerir haber perdido ante Boca jugando con un hombre más y dando una imagen tan lánguida. Justamente él, que tuvo como postulado de su carrera un estilo que ha resumido en una frase: "jugar con el cuchillo entre los dientes". Pues bien, sus muchachos no tuvieron ni dientes ni cuchillo.

Por esto es que algo se rompió. Porque no se siente correspondido, porque se está dando cuenta de que los mensajes no llegan, porque ha entendido que los tiempos de felicidad y festejos han quedado muy lejanos pese a que, en realidad, están muy próximos. Para decirlo en otras palabras, Simeone se hartó. A tal punto que en la conferencia de prensa post partido se despachó con una frase de agradecimiento al club que sonó como una despedida.

¿Se puede ir el Cholo?, se preguntaban todos los que estaban en el Monumental. Y la respuesta es afirmativa. Sí, podría alejarse. Gente muy allegada al entrenador dijo que quiere ver cómo le responden en la Sudamericana, y, si no observa cambios, la idea de alejarse del cargo cobrará mayor fuerza. Porque está muy enojado. Tras la derrota con Boca se pasó cerca de una hora y media en el vestuario con sus colaboradores. En un recinto contiguo al de los futbolistas. Ni pasó a hablarles. Prefirió esperar que se le bajen los decibeles. En el lapso que pasó junto a sus ayudantes, llegó a la conclusión de que su continuidad está sujeta a lo que pase con Chivas de Guadalajara. De no mejorar el funcionamiento y, por supuesto, si no superan la fase, lo más probable es que abandone su cargo. Así de drástico.

¿Podrá hacer clic la cabeza de los jugadores tal como sucedió después de la traumática eliminación de la Libertadores? Por lo pronto no son momentos ni equipos comparables. Aquel River tenía a un Ortega que, cuando la cosa estaba caliente, ponía el pecho y se hacía cargo de la conducción del equipo. Hoy no hay un jugador con su capacidad de desequilibrio, con su habilidad, su temple, su fortaleza para superar los climas más hostiles. No hay un Carrizo, un Alexis Sánchez y, si se quiere, en el campeonato ni siquiera un Abreu.

Aquella idílica semana previa se ha convertido en una hoguera que aún cocina las frustraciones a fuego lento. Pero que, seguramente, cobrará una real dimensión cuando culmine la llave con Chivas de Guadalajara. Si pasa, todos volverán a ser buenos, de lo contrario…River transita por momentos decisivos. La permanencia del Cholo en el cargo y la continuidad de muchos integrantes del plantel, se dirimirá ante los mexicanos. Todavía no hay clima de cabaret, pero sí de bronca ¿irrecuperable?