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Arma de doble filo

Amor u odio: Bryant genera todo menos indiferencia Getty Images

NUEVA YORK -- Kobe Bryant provoca opiniones extremas. Ámalo u ódialo; muy pocos seguidores del baloncesto reaccionan con indiferencia ante su personalidad o manera de jugar. El director técnico Phil Jackson de Los Angeles Lakers ha tenido la encomienda de pulir las dotes como persona y jugador de Bryant, minimizando los estragos que puedan causar su manera de ser y su toma de decisiones en la cancha a través de nueve temporadas.

Esa relación ha creado un lazo potente entre técnico y dirigido. "Compartimos el mismo propósito, Phil y yo", dijo Bryant. "No puedo imaginar mirar hacia la banca y no verlo dirigirme".

A Jackson le queda un año más en su contrato; acuerdo que el equipo quiere extender. Jackson no se precipita, asegurándose que cuenta con la resistencia física y el estado de salud necesarios para completar una machacante campaña. Su mente se anima al pensar que con Andrew Bynum en desarrollo y ascenso y Bryant todavía más que capaz, hay oportunidades de competir por múltiples campeonatos. Extenderá su acuerdo si su cuerpo se lo permite.

Jackson y sus asistentes han tenido que encajar el talento y la voluntad extraordinarios de Bryant dentro del concepto de un equipo y un esquema. El proceso ni ha sido fácil ni ha concluido. Por momentos en estas Finales de 2009, hemos visto a Kobe halar para sí la ofensiva del equipo. Cerró el tiempo reglamentario del segundo partido en un uno contra cuatro, con menos de un segundo por jugar.

Hedo Turkoglu no sólo le bloqueó el tiro, sino que recuperó el balón con seis décimas de segundo por jugar. Si Courtney Lee encesta el puente aéreo (bautizado infamemente en Orlando para siempre, al fallar el novato, como el 'alley….oops'), Bryant le hubiese constado el partido a su equipo, no obstante todo lo que contribuyó para que Los Ángeles llegase a ese punto. En esa secuencia, Lamar Odom estaba desmarcado a su izquierda y Derek Fisher colocado en su ubicación preferida para un triple a su derecha. No podían estar menos marcados por la defensiva del Magic.

SHAW CONOCE A KOBE
Los hermanos Brian y Andrew Kamenetzky escriben un blog muy interesante acerca de los Lakers en el diario Los Angeles Times. Recientemente entrevistaron al entrenador asistente de Jackson, Brian Shaw, quien fue compañero de equipo de Bryant (y su reserva) entre la temporada de 1999-2000 y 2002-03. Shaw le sirvió de tutor a un joven Bryant en Los Ángeles y es de las pocas personas que pueden criticar al capitán de los Lakers sin titubeos.

¿Cuándo es el héroe de los Lakers, rindiendo a un alto nivel porque el resto de sus compañeros son incapaces de contribuir? ¿Y cuándo es el villano que domina la acción, a detrimento de sus compañeros, quienes pierden el ritmo ofensivo mientras Kobe es Kobe?

Los comentarios de Shaw en la entrevista que le concedió a Brian Kamenetzky fueron reveladores. Sus años junto a Bryant le otorgan a Shaw una perspectiva especial: "Dada su habilidad, puede intentar y encestar tiros que la mayoría de los jugadores apenas pueden imaginar. Y porque he sobrevivido batallas junto a él como jugador, y he sido testigo de lo que es capaz, tienes que confiar que cuando pisa la pista, tomará las decisiones correctas y llevará a cabo lo que él piensa que sea necesario".

Bryant es un arma de doble filo: corta a ajenos tanto como a propios. Hay que saber encontrar el mango, porque a ese cuchillo, nunca hay que afilarlo. Comenta Shaw: "Es tan extraordinario como jugador, que puede batir a dos y a tres defensas que le coloquen. Al mismo tiempo es una maldición, porque saca de ritmo a sus compañeros desmarcados. Él sabe que captará toda la atención, la doble marca. Es otro ejemplo de la bendición y maldición que es contar con él. Piensa: 'quiero ser el que complete la jugada, sé que puedo completar esta jugada'. Si juegas con cinco jugadores, quieres que todos hagan lo correcto. Si dos defensas marcan a un jugador, quiere decir que hay un compañero desmarcado y el balón se supone que lo encuentre".

PHIL CLAUDICA SUS PRINCIPIOS
Shaw pronuncia palabras que el director técnico Red Holtzman selló en el alma de Jackson cuando jugó con los New York Knicks: 'el balón tiene que hallar al compañero desmarcado'. Jackson claudica sus principios para acomodar a Bryant, según describe Shaw: "En muchas ocasiones, Phil pide una jugada, pero Kobe tiene una corazonada de lo que se requiere en la duela y dirá: 'No, no, tengo algo en mente'. Phil confía en Kobe. Si Phil quiere insistir en su decisión, lo hará, pero en muchas ocasiones ahora, Kobe presiente algo o nota cómo van las cosas y, siendo el jugador el que tiene que lidiar con eso, Phil le da rienda suelta. Hace una década, eso no hubiese sucedido bajo Phil. Hacíamos lo que exigía Phil, sí o sí. Pero Kobe y Phil han desarrollado un respeto mutuo que les ha permitido trabajar juntos".

Shaw destaca una característica de los Lakers esta temporada que Orlando ha sabido aprovechar. Cuando Los Ángeles necesita una canasta, usa casi siempre la misma jugada para cerrar los cuartos: Bryant en la punta, tres tiradores colocados en las líneas de banda y Pau Gasol y Bryant se combinan para la jugada de pared y desmarque alta.

"Esas jugadas de cierre de juegos o cuartos son ya muy predecibles. El balón estará en manos de Kobe, llamará a Pau Gasol para que le coloque la pantalla y los demás están parados siguiendo lo que pasa. Creo que tenemos que variar nuestra ofensiva, pero al mismo tiempo, esto es parte de la bendición y maldición de contar con un jugador como él", dice Shaw.

INTIMIDA A SUS COMPAÑEROS
Ante esa dinámica desbalanceada en la cancha, los entrenadores de los Lakers han tomado medidas que parecen curiosas, de la manera que las explica Shaw: "Instruimos al resto del equipo que comiencen la posesión pasando el balón al lado opuesto donde está Kobe. Explora ese costado de la cancha, examina tus opciones allá y si no hay nada, cambia de costado y dale el balón. Si se acaba el tiempo en la posesión, déjale hacer lo suyo".

Ese Bryant que vemos en nuestras pantallas, intenso, exigente y comandante, intimidando de sobremanera a casi todos sus compañeros. Muy pocos se atreven a llevarle la contraria, como describe Shaw: "A veces está en cancha, haciendo señas que quiere el balón. Hay una jerarquía en el tabloncillo. Los demás no lo quieren enfurecer, así que a veces fuerzan el pase entre tres defensas a Kobe, en vez de optar por la jugada correcta. Fish (Derek Fisher) tomará la decisión correcta, pero Fish ha jugado la misma cantidad de años, han compartido las mismas batallas. Los más jóvenes sólo buscan complacer a Kobe. Luke Walton tomará la decisión correcta, pero a veces es culpable de pasarle al balón a un Kobe triple marcado".

Jackson comparte esa observación de su asistente acerca de Fisher: "Tiene un instinto, sabe qué está sucediendo en el tabloncillo, cómo organizar un equipo, no tiene miedo de llevarle la contraria a Kobe cuando este pide el balón y no es la mejor opción. Necesito un base como él para lograr todo esto".

Ni siquiera un jugador de la talla de Pau Gasol, que en cuanto a coeficiente intelectual baloncelístico está a nivel de Bryant, le sirve eficazmente de contrapeso. Shaw explica en el blog que cada equipo sobresaliente cuenta con dos figuras contundentes, cada una de las cuales a veces exige el balón. Esos dos jugadores no pueden quejarse si los compañeros le otorgan el balón al otro, por su gran capacidad. Obliga a cada cual a esperar su turno y permite que el quinteto en cancha se acople más.

Según Shaw, Gasol no está a ese nivel en Los Ángeles: "Pau no tiene ese porte. Es un buen tipo. Shaq hubiese dicho ¡Dáme el balón! Si le pasabas a Shaq quedabas bien. Si se lo pasas a Gasol y las cosas no salen bien, Kobe te criticará. Los otros jugadores tienen que lidiar con esto".

La misma veteranía de Kobe y su trayectoria afecta a sus compañeros: "A veces les señalamos que hay un hombre sólo en un punto de la cancha, y se la pasan a Kobe de todas maneras. Es parte de madurar y jugar junto a un atleta tan sobresaliente. Aún sus compañeros de equipo son sus aficionados durante el transcurso de un partido y eso es un reto para los entrenadores: intentar que se sobrepongan a ese sentimiento," observa Shaw.

PROMUEVEN SU EVOLUCIÓN
El concederle tantas libertades a su máxima figura no implica que los entrenadores de los Lakers hayan claudicado totalmente. Hay ciertas áreas en las piensan que pueden desarrollar a Bryant, pero da la impresión, por los comentarios de Shaw, que no es tarea fácil: "Siempre, al terminar un partido, encontramos jugadas al revisar el vídeo donde le instamos a Kobe a mover más el balón e involucrar más a sus compañeros. A veces, quisiéramos también que completase el pase que precede la asistencia. Pero ese proceso evoluciona. Kobe prefiere ser el que intenta el tiro o el que realiza la asistencia".

Al menos los años no han pasado en vano, en el caso de Bryant. Indudablemente ha madurado de ser el jugador narcisista que anotó 81 puntos en un partido en enero de 2006 ante los Raptors. "Donde ha crecido más es en su liderato y su confianza en los otros jugadores en el equipo. Confía más en ellos que en cualquier otro conjunto con el que hemos contado en Los Ángeles hasta ahora. Por algo alcanzamos las Finales".

"También demostró todo el año que reconoce mejor el estado de preparación del equipo, cuando el equipo sale a la cancha sin engranar. En ese caso, es más agresivo para poder adentrarnos al partido. Si sus compañeros están preparados al inicio del encuentro, difiere. Pasa más el balón y se convierte en un habilitador. Entonces sabemos que podemos contar con él en el último cuarto y conseguir lo que queremos," observa Shaw.

Kobe es un jugador trascendental que, sea por inmadurez o por inseguridades, recién comienza a entender a plenitud el concepto de que se gana y se pierde en conjunto. Bryant es un arma de doble filo al cual los Lakers intentan colocarle un mango seguro.