Me extraña que en estos tiempos de tanta analítica, el manager de los New York Yankees, Aaron Boone, no haya revisado el historial de Edwin Encarnación en postemporadas antes de armar su alineación.

Encarnación, uno de los bateadores más poderosos de todas las Grandes Ligas en la última década, ha sucumbido históricamente a la presión de la postemporada y en esta no es una excepción.

El dominicano está en su novena serie de playoffs. Fue a cinco con los Toronto Blue Jays y a dos con los Cleveland Indians, además de las actuales con los Yankees.

En total, en 113 turnos ha disparado 26 hits, para average de .230, con cuatro jonrones, 16 impulsadas, 28 ponches y un slugging de apenas .381.

Desde la serie divisional ante los Texas Rangers en el 2016 no pega un bambinazo en postemporada.

Edwin Encarnacion
Noah K. Murray-USA TODAY Sports

A partir de ahí, sus números han ido en picada, con nueve imparables en 57 turnos en las siguientes cinco series de playoffs (.158), 19 abanicados y únicamente cuatro remolcadas.

Tuvo una buena serie divisional ante los Minnesota Twins, pero contra los Houston Astros va de 8-0, con seis ponches.

Su compatriota Gary Sánchez no se queda atrás. Si bien ha mejorado bastante a la defensiva de un año a otro, su bate está totalmente apagado.

Suma dos imparables en 17 veces en toda la postemporada, con ocho chocolates y va de 9-1 contra Houston, con cuatro outs por la vía de los strikes.

También su historial en playoffs es horrible: average de .182 (88-16), con 32 ponches, cinco jonrones y 13 empujadas en siete series.

Urge hacer movimientos en la alineación, pues mientras DJ LeMahieu, Gleyber Torres y Aaron Judge están cargando con el peso ofensivo del equipo, de pronto hay un hueco en el orden al bate entre el cuarto (Encarnación) y el sexto (Sánchez), que le está dando demasiado respiro a los lanzadores rivales.

En la acera de enfrente también pasan cosas. El joven cubano Yordan Alvarez, principal candidato a Novato del Año en el joven circuito, no ha visto la luz en esta serie ante los Yankees, al irse en blanco en siete turnos, cinco de ellos por ponche.

Su compatriota Yuli Gurriel también anda buscando aún su primer imparable en la serie, aunque en su caso, ha tenido buenos contactos, no ha abanicado y simplemente la suerte no lo ha acompañado, víctima de buenos fildeos de la defensa rival.

Pero el hecho es que Alvarez y Gurriel, ubicados quinto y sexto por el manager A.J. Hinch, llevan de 14-0, lo cual contrasta con los dos hombres que los preceden, José Altuve y Alex Bregman, que han sido los dos mejores bateadores del conjunto.

En sentido general, la ofensiva de los Astros ha dejado mucho que desear, incluso, desde la serie divisional ante los Tampa Bay Rays.

George Springer y Carlos Correa fueron fundamentales en el segundo partido, pero un juego no es garantía de que hayan despertado.

Springer, como hombre proa, va de 29-4 (.138) en esta postemporada, con ocho chocolates, una sola impulsada y un paupérrimo OBP de .194.

Y Correa, más allá de su jonrón heroico del domingo, batea para .185 (27-5) y ha abanicado 12 veces.

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Tuvieron que pasar 95 años para que un equipo de Washington D.C. volviera a ganar una serie de Postemporada en las Grandes Ligas, desde que los desaparecidos Senators se coronaron campeones mundiales en 1924.

Por primera vez desde que se convirtieron en los Washington Nationals, la franquicia que surgió en 1969 como Montreal Expos consiguió ganar una serie de Playoffs y ahora irán ante los St. Louis Cardinals en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional y un hombre que no debió estar en el Juego 5 ante Los Angeles Dodgers, al final, se convirtió en el héroe: Howie Kendrick, cuyo grand slam en el décimo inning enmudeció a Dodger Stadium.

Kendrick cometió varios errores defensivos en jugadas elementales a lo largo de la serie, admeás de que tampoco había sido productivo con el madero y pocos entendían por qué en extra innings, el manager Davey Martínez no lo había reemplazado en segunda base por Brian Dozier.

Sin embargo, el veterano de 36 años disparó el que posiblemente haya sido el batazo más importante de su carrera y así será recordado: como el hombre que de un solo swing frustró, una vez más, a los aficionados de Dodgers.

Rob Leiter/MLB Photos vía Getty ImagesHowie Kendrick celebra el grand slam que envió a los Nationals a la antesala de la Serie Mundual y con el que sepultó las aspiraciones de Dodgers.

Dave Roberts no se equivocó, cosa rara, al poner a Clayton Kershaw de relevo por Walker Buehler. Simplemente, le salió mal. Kershaw entró en la séptima entrada con dos outs y con solamente tres envíos ponchó a Adam Eaton.

En el octavo inning permitió los dos jonrones consecutivos de Anthony Rendon y Juan Soto que igualaron las acciones, pero a lo largo de su historia, como relevista, Kershaw lo había hecho muy bien en Postemporada. Su problema era como abridor. Ahora, parece que el problema se hizo extensivo a la función de apagafuegos.

Podrá llegar hasta el Salón de la Fama de Cooperstown, pero, hasta ahora, Kershaw sigue como la versión moderna de Don Newcombe, aquella estrella que tuvieron los Dodgers en los años 50, cuando jugaban aún en Brooklyn, y que nunca pudo ganar un partido en Postemporada.

Lo que nunca aprendió Roberts a lo largo de tantos años de fracasos y frustraciones es que la Postemporada no se puede dirigir de la misma manera que los juegos del calendario regular.

Ese cambio diario de alineación le ha costado demasiado al equipo bajo su mandato, sea él o los sabermétricos de la oficina quienes armen el orden al bate.

En el último juego que ganaron los Dodgers ante Washington, el tercero de los cinco, fue Russell Martin el héroe indiscutido con un jonrón y cuatro carreras impulsadas. Fue su única aparición en toda la serie, cuando la lógica indicaba que un bateador que de pronto se calentó, debería aprovecharse al máximo en un torneo tan corto.

Ese es sólo un ejemplo de tantos que pudieran mencionarse en la racha de fracasos de este manager.

La pregunta de muchos ahora es si Roberts sobrevivirá después de una caída tan estrepitosa.

Quizás el culpable no sea el dirigente. Fracasó Don Mattingly; fracasó Roberts. Tal vez sea el equipo o la manera en que se maneja desde las oficinas.

Así de grandioso es el beisbol.

La gran mayoría daba por seguro que el equipo de Los Angeles iría a su tercera Serie Mundial consecutiva, pues no se vislumbraba ningún rival capaz de atravesársele en el camino, sobre todo después de ganar 106 partidos, la mayor cantidad en la historia de la franquicia, y de dominar con suma comodidad su división.

Y de golpe, los Nationals, con su trío de serpentineros formado por Max Scherzer, Stephen Strasburg y Patrick Corbin, quien se reivindicó con buen relevo, parecen favoritos ante los Cardinals para llegar por primera vez al Clásico de Otoño.

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Luego de la paliza que los Tampa Bay Rays le propinaron a Zack Greinke para mantenerse con vida en la serie divisional, el manager de los Houston Astros, A.J. Hinch, anunció que el derecho Justin Verlander será su abridor en el cuarto encuentro, aunque con sólo tres días de descanso.

La decisión no deja de ser arriesgada, posiblemente movida por el pánico que pueda haberle provocado a Hinch la derrota de este lunes con pizarra de 10-3.

Verlander, que en el partido inaugural de esta serie realizó 100 envíos en siete innings, nunca ha lanzado con tres días de descanso.

Repito: Nunca.

Con cuatro días, a lo largo de su carrera, ha iniciado 247 partidos, en los que ha conseguido131 triunfos y 66 reveses, con una efectividad de 3.12.

Con cinco jornadas de reposo, trabaja para 77-55 y promedio de limpias de 3.65 en 166 aperturas, mientras que con seis o más días de descanso tiene17-8 y efectividad de 3.28 en 40 salidas.

¿Qué tal si forzar al veterano derecho a trabajar con poco descanso le sale mal a Hinch y los Astros pierden el juego?

Ello, obligatoriamente, lo forzaría a echar mano para el quinto y decisivo encuentro con Gerrit Cole, también con poco descanso.

A.J. Hinch y Juston Verlander (Houston Astros)
AP Photo/Charles Krupa

Cole, aunque mucho más joven que Verlander, tampoco ha trabajado jamás con tres días de reposo y tuvo 110 pitcheos en su magistral faena del sábado pasado.

Con cuatro días, en 100 aperturas tiene 55-25 y efectividad de 2.72.

Con cinco días exhibe récord de 26-18 y promedio de limpias de 3.86 en 63 partidos, mientras que con seis o más días de asueto lo hace para 13-9 y 3.66 en 29 oportunidades.

¿Vale la pena correr ese riesgo, teniendo en cuenta que los Rays ya no tienen por el resto de la serie al veterano Charlie Morton, autor de las dos victorias que tiene el equipo en la actual postemporada?

Morton ganó el juego de los comodines ante los Oakland Athletics y luego superó a su antiguo equipo este lunes.

El manager Kevin Cash echará mano del dominicano Diego Castillo, inmaculado hasta ahora en tres y dos tercios, aunque siempre de relevo.

Y teniendo en cuenta su filosofía, Cash lo levantará al primer parpadeo y apelará a su bullpen.

Precisamente, si fallaran por poco descanso Verlander y Cole, el cuerpo de relevo de Houston es su punto más débil.

Sería lamentable que por entrar en pánico temprano, el equipo más completo de todo el béisbol se quede tan pronto en el camino.

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Ya están listos los cinco equipos de la Liga Nacional que irán a la postemporada y parecen casi definidos los clasificados por la Americana a la fiesta de octubre, pero cuando nos encaminamos al último fin de semana del calendario regular, todavía queda tela por donde cortar.

En el viejo circuito, los Atlanta Braves y Los Angeles Dodgers aseguraron hace rato sus respectivos banderines divisionales del Este y el Oeste, mientras que los St. Louis Cardinals, los Washington Nationals y los Milwaukee Brewers ya aseguraron sus boletos a los playoffs.

Sin embargo, los Cardenales, líderes en la división central, todavía no terminan de finiquitar ese asunto y los Cerveceros podrían darle alcance y enviarlos al infartante partido entre comodines ante los Nacionales.

St. Louis (90-69) exhibe una ventaja de juego y medio sobre Milwaukee (88-70), que tiene un partido más por celebrar.

Los Cerveceros son el equipo más caliente de la actualidad en la Nacional, con diez triunfos en sus últimos 11 choques y 13 en 15 desde que perdieron a su estrella Christian Yelich por una lesión el 10 de septiembre en Miami.

Lo interesante de la tropa que comanda Craig Counsell es la manera en que se ha comportado el cuerpo de lanzadores en esta recta final.

En diez de esos últimos 11 partidos, los serpentineros de Milwaukee han tolerado tres o menos carreras, mientras que sus bateadores han producido 56 anotaciones.

A los Cerveceros les resta un partido este jueves en Cincinnati y tres choques en Colorado, mientras que los Cardenales recibirán en casa durante viernes, sábado y domingo a los Chicago Cubs.

Pero suponiendo que St. Louis consiga aguantar la presión y termine coronándose en la división central, a Milwaukee le queda el incentivo de tratar de luchar por el primer comodín que ahora ostenta Washington con un juego de ventaja.

El orden de los wildcards es clave, pues define cuál de los dos juega en su casa el partido de muerte súbita.

El equipo de la capital tendrá un fin de semana complicado, con una serie interligas contra los Cleveland Indians, el único de los 30 equipos que ahora mismo está fuera del cuadro de clasificados, pero que todavía conserva opciones de entrar al baile.

Antes, los Nacionales deberán celebrar un choque este jueves ante los Philadelphia Phillies y ante el sentido de urgencia, el manager Dave Martínez echará mano en tres de esos cuatro desafíos a sus tres caballos de la lomita.

Stephen Strasburg va contra los Filis y Patrick Corbin y Max Scherzer abrirán sábado y domingo, respectivamente, contra la Tribu, con el novato Austin Voth intercalado en el primer juego de la serie el viernes.

El tener que apelar a estos tres astros en esta recta final deja a Martínez con pocas opciones para el juego de comodines del próximo martes: o va con Strasburg con un día menos de descanso o se las juega todas con el veterano venezolano Anibal Sanchez.

Desde que esta franquicia nació en 1969 con el nombre de Expos, en la ciudad canadiense de Montreal, nunca ha podido pasar de la primera ronda en las cinco ocasiones anteriores en que clasificó a la postemporada.

En 1981, los Expos perdieron la serie de campeonato de la Liga Nacional (entonces no había playoffs divisionales) contra los Dodgers.

Desde que se mudaron a Washington en el 2005, los Nacionales perdieron las series divisionales del 2012, 2014, 2016 y 2017.

Getty ImagesLos Indians todavían compiten por un lugar en el comodín en la Americana.

Tres por dos boletos en la Americana

En el joven circuito, los Minnesota Twins recién se coronaron en la división central y todo indica que rivalizarán en la primera ronda ante los New York Yankees, campeones del Este, ya que los Houston Astros, reyes del Oeste, se han despegado en la lucha por el mejor récord de todo el béisbol.

Los Astros (104-54) cierran su calendario con una serie de cuatro encuentros de jueves, viernes, sábado y domingo contra Los Angeles Angels en Anaheim.

Los Yankees (102-57) se van hasta Arlington para sus tres partidos finales ante los Texas Rangers.

Y entonces queda la batalla por los comodines, que ahora mismo tienen en la mano los Oakland Athletics (95-63) y los Tampa Bay Rays (95-64), con apenas media raya de diferencia entre ambos.

A Oakland le faltan cuatro juegos entre jueves y domingo con los Seattle Mariners y a los Rays tres con los Toronto Blue Jays.

Para ambos conjuntos son cruciales estos desafíos no sólo para resistir los embates de los Indios, sino para ver cuál de los dos juega como home club el juego de vida o muerte del próximo miércoles.

Por su parte, Cleveland la tiene muy difícil, aunque no imposible, pero esa diferencia de 1.5 se hace enorme, dado el poco camino que queda por recorrer.

Los Indios recibieron una valiosísima ayuda de último momento con la reincorporación del dominicano José Ramírez, cuando se pensaba que estaría fuera de acción hasta el 2020.

En dos partidos desde que regresó lleva tres jonrones y ocho carreras impulsadas en seis turnos.

Pero la derrota que sufrió Cleveland el miércoles en la noche ante los Chicago White Sox podría haber sido la más costosa de toda la temporada.

A Terry Francona y compañía le falta un último partido contra Chicago el jueves y los tres de la serie interligas ante los Nacionales, que será, sin dudas, la más dramática de todas las del fin de semana.

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Del béisbol que se jugaba hace 20 años apenas queda un recuerdo.

Entonces, los managers tenían más autoridad, aplicaban múltiples estrategias y el juego era tácticamente más rico.

También era la época en que el uso de sustancias para mejorar el rendimiento deportivo era rampante y muchos peloteros parecían más linieros de la NFL que beisbolistas.

Para bien, el tema de los esteroides se atajó con una política cada vez más restrictiva que si bien no logró eliminar el problema por completo, lo limitó a unos pocos que siempre intentarán burlar al sistema.

Pero en las últimas dos décadas —o más específicamente, en los pasados diez años— el béisbol se empobreció en muchos sentidos, tanto desde el punto de vista estratégico, hasta del entendimiento por los fanáticos, confundidos con nuevos análisis estadísticos que buscan —y no siempre encuentran— la excelencia atlética.

Olvidemos por un momento las pelotas adulteradas del 2019, con todo y que el comisionado Rob Manfred insista en negarlo, que han traído como resultado una explosión jonronera inédita, mayor aun que en la era de los esteroides y que ha inflado los números de muchos bateadores que en otros tiempos ni soñaban con disparar tantos bambinazos.

Getty ImagesSammy Sosa y Mark McGwire fueron las dos principales figuras de las Grandes Ligas a finales de los noventa.

El juego se ha simplificado tanto que ya sólo importa enviar la pelota más allá de las cercas.

Los sencillos, dobletes y triples ya han pasado a un segundo plano y ni hablar de intentar ganar una base extra con un robo o adelantar un corredor con un toque de sacrificio.

Y de igual manera, a la par de los vuelacercas, han subido los abanicados.

Es o todo o nada. O jonrón o ponche.

Pero, aunque parezca una paradoja, este béisbol de ahora es menos ofensivo, a juzgar por las estadísticas, tanto las tradicionales, como las sabermétricas, a pesar de esta hemorragia de cuadrangulares única en la historia.

Si comparamos los promedios por juego de la temporada de 1999 con la que está a punto de concluir, observamos que las únicas cifras que han subido son las de jonrones y los chocolates.

Morir por la vía de los strikes no es un out más, como algunos pretenden hacer ver. Poncharse anula por completo la posibilidad de jugada y le da una bocanada de oxígeno al lanzador.

Hace 20 años, los bateadores se tomaban 6.41 ponches por juego. Ahora lo hacen en 8.77 ocasiones.

Dos décadas atrás, se disparaban 1.14 bambinazos por choque, cifra que se ha elevado a 1.40 en el 2019.

Pero más vuelacercas no necesariamente implican más carreras, sino que es la manera más directa de producir una anotación.

Volvamos dos décadas atrás en el tiempo y observemos los diferentes promedios en otros indicadores y a su lado, entre paréntesis, los indicadores del 2019.

En los partidos se anotaban como media hace 20 años 5.08 carreras, mientras que ahora son solamente 4.84.

En 1999 se bateaban 9.15 imparables por encuentro (8.66 hoy), los dobles eran 1.80 (1.76), triples 0.19 (0.16), bases robadas 0.70 (0.47), los sacrificios de toques 0.33 (0.16). El average promedio de las Grandes Ligas fue de .271, mientras ahora es de .253.

Aunque la sabermetría valora más el porcentaje de embasamiento, hace 20 años la gente llegaba más a las almohadas, con un OBP de .345 por .323 en la actualidad.

Esas diferencias decimales, si bien a simple vista pueden parecer ínfimas, cuando se multiplican por los más de 4.800 juegos que componen el calendario regular hacen números globales muy superiores.

Entonces, esta simplificación del juego, esta apuesta a todo o nada entre el jonrón y el ponche, está alejando al público de los estadios.

En 1999, todavía fresca en la memoria de los fanáticos la huelga de 1994, la asistencia total en temporada regular superó los 70 millones.

A menos de una semana para que concluya la presente contienda, la cifra anda en poco más de 66 millones, la menor desde 1997.

A eso súmenle la pobre promoción que la actual administración de las Grandes Ligas le hace al béisbol.

¿Desde hace cuánto tiempo no vemos a un pelotero protagonizando un anuncio comercial en televisión, como hacen los deportistas de la NFL o la NBA?

Si mi memoria no me falla, el último fue Derek Jeter a principios de los 2000, quien participó en un anuncio de Gillette junto al golfista Tiger Woods y otros atletas de diferentes disciplinas.

No es extraño entonces que los beisbolistas no aparezcan casi nunca en la lista de ESPN de los 100 deportistas más famosos del mundo, a pesar de ser un juego que practican más de 65 millones de personas en 140 países de todo el planeta.

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Cuando se abra el mercado de agentes libres después de la Serie Mundial, el antesalista Anthony Rendón será una de las piezas más cotizadas, pues al parecer, los Washington Nationals no tienen intenciones de retenerlo.

Obviamente, los Nacionales le harán una oferta calificada e incluso le presenten un contrato sobre la mesa, como dicta el protocolo, que quizás Rendón termine aceptando.

Pero no es igual. Si Washington realmente hubiera querido mantener en sus filas a uno de los mejores, pero al mismo tiempo más subvalorados peloteros de los últimos años, habrían negociado una millonaria extensión contractual, con todo y que su agente es Scott Boras, conocido por apostar siempre a la agencia libre.

Pero hasta Boras tiene un precio por el cual abandonaría su rígida postura respecto a las extensiones de contratos.

La cosa es ver si la gerencia del equipo capitalino está dispuesta a pagarlo.

Pero si yo fuera Mike Rizzo, presidente de operaciones de los Nacionales, movería cielo y tierra por quedarme con Rendón.

Obviamente, ya no lo hará antes de que concluya la temporada y mucho menos con el equipo en plena batalla por incluirse en los playoffs.

Pero ya Washington perdió en el invierno pasado a Bryce Harper y no debería darse el lujo de dejar partir a su antesalista, quien ha sido un ejemplo de consistencia y que está teniendo en el 2019 la mejor campaña de su vida.

Rendón encabeza la Liga Nacional en average (.330), dobletes (43) y carreras impulsadas (119). Sus 34 cuadrangulares y 113 anotadas son las mayores cifras de su carrera en ambos departamentos y debe superar también su tope en hits, que es de 176 y lleva 171.

Getty ImagesAnthony Rendón era uno de los agentes libres más cotizados.

Su OBP es de .414, con slugging de .622 y OPS de 1.036, todos ellos también los más altos de su vida.

José Abreu (Chicago White Sox)

El cubano José Abreu ha sido uno de los mejores bateadores de todas las Grandes Ligas desde su debut en 2014, cuando ganó unánimemente el premio de Novato del Año de la Liga Americana.

Los Chicago White Sox han dicho que quieren conservarlo y Abreu desea quedarse.

El pelotero de 32 años es el líder dentro del clubhouse y más allá de su siempre extraordinaria productividad ofensiva, es un mentor para figuras jóvenes como el también cubano Yoan Moncada o el dominicano Eloy Jimenez, como lo será en un futuro inmediato de su compatriota Luis Robert.

Es tanto el deseo de Abreu de seguir en el equipo, que el gerente podría conseguir descuento de casa y quedarse con él por un precio justo y razonable, sin ser excesivo.

¿80-100 millones por cuatro o cinco temporadas?

Nelson Cruz (Minnesota Twins)

El dominicano Nelson Cruz no da señales de declive y cada día se burla más del almanaque.

Los Minnesota Twins tienen una opción por un año y 12 millones de dólares que deberían ejercer con los ojos cerrados, si es que no deciden ofrecerle un merecido par de campañas más.

No se consiguen bateadores habituales de 30-100 en cualquier parte.

Starlin Castro (Miami Marlins)

El dominicano Starlin Castro ya consiguió en el 2019 una veintena de cuadrangulares y suma 79 remolcadas, ambas cifras las mayores de su carrera en esos departamentos.

Luego de una primera mitad de campaña miserable, Castro ha sido una fuerza ofensiva indetenible después del Juego de las Estrellas: .301 de average, OBP de .335, slugging de .549 y OPS de .884, con 14 bambinazos y 45 empujadas.

Es apenas el segundo bateador de los Miami Marlins con 20 jonrones (el otro, Brian Anderson, hace rato quedó fuera por el resto de la temporada).

Los Marlins tienen una opción sobre Castro de 16 millones para el 2020, lo cual complicaría las cosas, dado el estado de las finanzas de Miami, pero es ahí donde la gerencia debería negociar una extensión por al menos tres temporadas, que le garantice más dinero y empleo a largo plazo, aunque baje el promedio anual.

El dominicano es un veterano joven de apenas 29 años y su movida de la intermedia a la antesala le da flexibilidad al equipo para destinar a Anderson a tiempo completo al jardín derecho y además la opción de regresar a Castro a la intermedia, en caso de que el puertorriqueño Isan Diaz, proyectado para ser el titular de la posición, no consiga su esperado despegue.

Brett Gardner (New York Yankees)

Si hace cinco años alguien hubiera dicho que Brett Gardner iría a ser mejor pelotero que Jacoby Ellsbury lo hubieran tildado de loco.

El tiempo pasó y ahí está Gardy, a punto de completar su duodécima campaña con el uniforme de los New York Yankees, una rareza en estos tiempos y con una carrera tan digna que sin estadísticas de Salón de la Fama, ni mucho menos, pueden apostar que su número 11 será retirado y colocado en el Monument Park.

Con toda la profundidad que tienen los Yankees en los jardines, tenerlo al menos una campaña más es una especie de seguro de vida, sobre todo cuando es incierta la participación de Aaron Hicks en el 2020.

Gardner es un obrero del béisbol, de esos que se levanta cada mañana para ir a trabajar en lo que necesite el equipo, entregado en cuerpo y alma al juego como ejemplo para sus compañeros más jóvenes.

Eso le ha valido ser uno de los peloteros más queridos de la exigente afición en la Gran Manzana en la última década y merecedor de terminar su carrera en el único equipo que ha conocido.

Entretanto, nadie se acuerda de… ¿cómo se llama?... Ah, Jacoby Ellsbury.

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Tres debates han dominado el mundo del deporte en los últimos años.

1.- ¿Quién es mejor futbolista, Messi o Cristiano?

2.- ¿Quién es el mejor de la NBA de la historia, Jordan o Lebron?

3.- ¿Qué significa realmente ser “jugador más valioso”?

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, valioso es sinónimo de apreciado, estimable, preciado, meritorio, admirable, eficaz, útil y provechoso.

Mike Trout, el estelar jardinero de Los Angeles Angels es, a no dudarlo, el mejor pelotero de la actualidad en las Grandes Ligas.

Todo lo hace bien y en grado superlativo. Sus números han sido extraordinarios desde que fue Novato del Año de la Liga Americana en el 2012.

Getty ImagesMike Trout, el estelar jardinero de Los Angeles Angels es el mejor pelotero de la actualidad en las Grandes Ligas.

En el 2019, por no variar, sus estadísticas deslumbran y prácticamente desde que se dio la voz de playball a finales de marzo, muchos colegas le endilgaron de oficio el premio de Jugador Más Valioso del joven circuito, galardón que ya se ha llevado dos veces en su carrera, en 2014 y 2016, mientras que en cuatro campañas quedó segundo en la votación.

Ya Trout está fuera de acción por lo que resta de temporada, debido a un neuroma en su pie derecho que requiere cirugía y limitó su juego en septiembre a apenas 15 turnos al bate.

Se va entonces con muy buen average de .291 y encabeza la Liga Americana en OBP (.438), slugging (.645) y OPS (1.083).

Terminó con 104 carreras impulsadas y sus 45 jonrones son de momento la mayor cantidad de la Liga Americana, aunque ya el cubano Jorge Soler, de los Kansas City Royals, le dio alcance y debería superarlo. También es puntero en bases por bolas recibidas, con 110, la misma cifra de Alex Bregman, de los Houston Astros.

Detrás de Trout en casi todas las categorías está precisamente Bregman, quien lo supera en average (.296), carreras anotadas (115 por 110), impulsadas (105 por 104), hits (154 por 137) y dobles (35 por 27). Además ha despachado 37 bambinazos.

El OBP del antesalista de Houston es de .420, su slugging es .583 y su OPS es de 1.004. Volvemos a las dos últimas acepciones de la palabra valioso que mencionamos al principio: útil y provechoso.

¿Cuán útiles y provechosos han sido los números de Trout para su equipo, que ya tiene asegurado terminar la temporada con récord negativo (68-83) y va penúltimo en el Oeste de la Liga Americana, a 30.5 juegos de los Astros?

¿Estaría Houston tan cómodamente instalado en la cima divisional sin el aporte de Bregman?

Cuando el equipo ha perdido temporalmente por lesiones al boricua Carlos Correa, a George Springer o al venezolano Jose Altuve, ahí ha estado él, con una salud de hierro, para cargar al resto del conjunto en 146 de los 152 partidos disputados hasta el momento.

Con el guante, ha defendido con igual acierto tanto la antesala, como el campocorto, cuando las circunstancias lo han requerido y su liderazgo es indiscutible dentro del equipo que tiene, junto con los New York Yankees, el mejor récord de todas las Grandes Ligas.

Eso es ser valioso, útil y provechoso. Lo otro es poner mejores cifras individuales para nada, sin tomar en cuenta esos intangibles que hacen en realidad una diferencia.

Y no me vengan a hablar del WAR, porque esa es la estadística más absurda, ilógica e inexacta que se haya inventado, aunque lamentablemente muchos toman como única referencia a la hora de emitir sus votos.

Si no lo creen, que alguien venga y explique por qué el WAR de Mike Minor, de los Texas Rangers, es mejor que el de Justin Verlander, de los Astros, quien lidera el circuito en victorias (19), efectividad (2.50), entradas lanzadas (212) y WHIP (0.79), mientras es segundo en ponches propinados (283) y es tiene prácticamente en el bolsillo el segundo Cy Young de su carrera.

Minor tiene un WAR de 7.9, por 7.8 Verlander, a pesar de tener seis victorias menos y tres derrotas más, una efectividad de 3.33, casi 100 abanicados menos, 22 pasaportes más y un WHIP de 1.21.

¿Es Trout el mejor? No lo duden. ¿Es el más valioso? Respóndanse ustedes mismos.

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Más allá de la hemorragia de jonrones, el 2019 nos ha dejado una rareza histórica: ningún manager de los 30 que iniciaron la temporada ha sido despedido.

Y a menos de dos semanas para que concluya el calendario regular, no tiene mucho sentido echar a alguno antes del final.

Los ajustes de cuenta vendrán después del último out, cuando sólo diez equipos sigan jugando pelota en octubre y los otros 20 comiencen a pasar balance y a lamer las heridas de la eliminación.

¿Quiénes son los dirigentes que podrían no regresar para el 2020?

1.- Alex Cora (Boston Red Sox)

Los campeones del 2018 son, a no dudarlo, la mayor decepción de esta contienda. Los Medias Rojas tienen récord de 79-70 y con tres victorias más asegurarán terminar con balance positivo, pero eso es insuficiente para el monarca defensor, que hace 12 meses atrás tuvo marca de 108-54, la mejor en la historia de la franquicia.

Aquel equipo que en el primer año del puertorriqueño Alex Cora como manager funcionó como un reloj suizo de principio a fin se descompuso prácticamente desde que se dio la voz de playball en marzo pasado.

Después de que fuera despedido el presidente de operaciones del club, Dave Dombrowski, no sería de extrañar que Cora siga sus pasos a la fila de desempleados.

2.- Gabe Kapler (Philadelphia Phillies)

Cuando los Filis firmaron en el invierno a Bryce Harper se convirtieron automáticamente en el gran favorito para ganar la división Este de la Liga Nacional.

Un año antes, en el primero de Kapler al frente de Filadelfia, le pusieron en las manos un equipo competitivo y ni siquiera logró balance ganador (80-82).

Ahora nuevamente quedará fuera de la postemporada y el ambiente que se respira en el clubhouse del equipo es tenso, por las frustraciones de no cumplir con las elevadas expectativas, luego de que la gerencia comprometiera 572 millones de dólares en agentes libres en las dos últimas campañas.

Difícilmente Kapler consiga llevar hasta el final su contrato, que vence en el 2022.

3.- Clint Hurdle (Pittsburgh Pirates)

Nueve años lleva Hurdle al frente del barco pirata, pero ahora mismo enfrenta un motín a bordo.

Al manager se le ha ido de las manos el clubhouse, con constantes disputas que han salido a la luz, lo cual se ha reflejado en el récord de 65-85, el peor desde que tomó las riendas del equipo en el 2011, válido para el último lugar de la división central de la Liga Nacional.

Cuando eso ocurre, es hora de cambiar el rumbo. Si le pasó a Terry Francona en el 2011 con Boston, después de haber roto la maldición del Bambino en el 2004 y ganar también la Serie Mundial del 2007, ¿cómo no le sucederá a Hurdle, que no ha ganado nada?

4.- Don Mattingly (Miami Marlins)

No puede culparse 100 por ciento a Mattingly por el pobre desempeño de estos Marlins del 2019, pues en realidad no tenía mucho de dónde sacar agua del pozo.

Pero en su segundo año del proceso de reconstrucción, Miami ha tenido un retroceso en comparación con el 2018, cuando evitó las 100 derrotas que le pronosticaron los entendidos.

En sus dos primeras temporadas de las cuatro de su contrato tuvo en sus manos equipos mucho mejores, con Giancarlo Stanton, Marcell Ozuna, Christian Yelich, J.T. Realmuto y el difunto José Fernández, entre otras estrellas, pero nunca consiguió terminar con récord ganador.

No hay mucha razón para que le renueven el contrato y los jefes encabezados por Derek Jeter probablemente escogerán a otra persona para que siga adelante el plan de remodelación.

5.- Bruce Bochy (San Francisco Giants)

Este caso es obvio. El veterano Bochy, ganador de tres Series Mundiales con los Gigantes (2010, 2012 y 2014) ya había anunciado su retiro para cuando terminara la temporada.

El único manager nacido en Francia se irá del béisbol después de 25 campañas, 12 al frente de los San Diego Padres y 13 con los Gigantes.

Con los Padres tuvo récord de 951-975, mientras que en San Francisco, hasta los juegos del lunes 16 de septiembre, ha tenido la misma cantidad de victorias, que de derrotas: 1,047.

En la silla caliente: Joe Maddon (Chicago Cubs)

Aunque Joe Maddon logró lo que no pudieron otros 52 managers en 108 años, la paciencia tiene un límite, por muy santificado que esté por la Diosa Victoria.

Después de ganar la Serie Mundial del 2016 y romper la Maldición de la Cabra, los Cachorros perdieron la serie de campeonato de la Liga Nacional ante Los Angeles Dodgers en el 2017 y fueron eliminados en el juego de comodines en el 2018 por los Colorado Rockies.

Excéntrico y polémico, Maddon es un estratega muy cuestionable, que muchas veces va en contra de la lógica más elemental.

Ahora mismo, Chicago tiene el segundo wildcard del viejo circuito, con un juego por delante de los Milwaukee Brewers, pero si no consigue avanzar a la postemporada, podríamos ver a Maddon buscando nuevo trabajo en el invierno, a juzgar por las recientes declaraciones del presidente de la organización, Theo Epstein, quien lamentó la incapacidad del equipo de jugar béisbol ganador de manera consistente.

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El peor error que puede cometerse en el deporte es dar las cosas por sentadas de antemano, pues una cosa dice el papel y otra dicta la realidad sobre el terreno.

El 31 de julio, los Houston Astros parecían uno de los equipos más compactos de toda la historia para encarar la postemporada, tras la adquisición de los derechos Zack Greinke y Aaron Sánchez, que redondearían una rotación que ya contaba con Justin Verlander, Gerrit Cole y Wade Miley.

El versátil cubano Aledmys Díaz se había reincorporado de la lista de inhabilitados y también llegó vía canje el cátcher puertorriqueño Martín Maldonado, para darle mayor profundidad a un roster blindado desde el primero al noveno bateadores.

Pero a poco más de dos semanas para el inicio de los playoffs, aquel conjunto monolítico ha comenzado a mostrar fisuras, principalmente por el peor enemigo que pueda tener: las lesiones.

Getty ImagesPero a poco más de dos semanas para el inicio de los playoffs, los Astros han comenzado a mostrar fisuras por las lesiones.

El campocorto boricua Carlos Correa no juega desde hace casi un mes por problemas en la espalda y por segunda vez en la campaña está en la lista de lesionados.

El cubano Yuli Gurriel, aunque no ha ido a la lista, no juega desde hace una semana por dolencias en el tendón de la corva izquierda, que le dificulta correr.

Aaron Sánchez, quien debutó con un no hitter combinado con otros tres lanzadores el 3 de agosto tras su llegada desde los Toronto Blue Jays, terminó ya la campaña, tras someterse a una operación en el hombro derecho y Brad Peacock, quien puede desempeñarse como abridor o relevista, no estará de regreso hasta la última semana del calendario regular.

Y el zurdo Miley, cuarto abridor detrás de Verlander, Cole y Greinke, de repente se ha convertido en el peor pitcher de todas las Grandes Ligas en lo que va de septiembre.

En dos aperturas este mes apenas ha conseguido sacar un out y ha sido castigado brutalmente con 12 carreras limpias e igual cantidad de imparables, lo que le da un promedio de efectividad de 324.00 anotaciones inmaculadas por cada nueve entradas.

Algo anda mal con Miley, pues cuando un serpentinero efectivo se convierte de repente en un pitcher de prácticas es muchas veces antesala del anuncio de una lesión.

Es cierto que ningún equipo de los que avanzará a los playoffs cuenta con un trío de iniciadores como el que integran Verlander (18-5, 2.52), Cole (16-5, 2.73) y Greinke (15-5, 2.99), pero para la postemporada se necesitan cuatro y ahora mismo, ninguno de los hombres con que cuenta el manager A.J. Hinch se ve con la capacidad de encarar el reto.

Arriesgarse a tirar la postemporada con tres, por muy capacitados que sean, no deja de ser peligroso.

Someterlos a un trabajo excesivo sin los días de descanso habituales podría pasar factura en la medida que avanza la postemporada.

Por cierto, tanto Greinke, como Cole, tienen récords negativos en victorias y derrotas en playoffs, con efectividades por encima de sus promedios de por vida.

Greinke tiene 11 salidas en playoffs con los Milwaukee Brewers, Los Angeles Dodgers y los Arizona Diamondbacks, con tres victorias, cuatro derrotas y promedio de limpias de 4.03, con nueve jonrones permitidos y 15 bases por bolas en 67 episodios.

Cole ha lanzado en cinco encuentros de playoffs con los Pittsburgh Pirates y Houston, con balance de 2-3 y efectividad de 3.72.

En el caso de Verlander, si bien en postemporada exhibe 13-7 y 3.19, tiene una asignatura pendiente en Series Mundiales, con cuatro derrotas sin victorias en cinco aperturas y pésima efectividad de 5.67.

Aun así, los Astros son grandes, grandísimos favoritos para avanzar al Clásico de Octubre por la Liga Americana, pero en el béisbol nada está escrito en piedra.

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MLB, Houston Astros

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Aroldis Chapman
Lynne Sladky/APAroldis Chapman

Cuando caiga el último out de la Serie Mundial, Aroldis Chapman y J.D. Martinez deberán tomar una difícil decisión.

O siguen en los New York Yankees y los Boston Red Sox, respectivamente, o se salen de sus contratos y vuelven a probar suerte en el mercado de agentes libres.

Julio Daniel Martínez firmó en el 2018 un contrato por cinco campañas y 110 millones de dólares con los Medias Rojas, que incluye una cláusula que le permite salirse después del segundo año y tantear nuevamente la agencia libre.

De hacerlo, dejaría sobre la mesa 62 millones 453 mil dólares y quién sabe si consigue un pacto de alrededor de 100 millones, pero ya con 47 millones y medio del acuerdo original en su bolsillo.

J.D. fue factor fundamental en la conquista de Boston de la Serie Mundial del 2018 y a fuerza de trabajo duro, se ha convertido en uno de los mejores bateadores derechos de todo el béisbol, encaminándose a su tercera temporada consecutiva y cuarta de las últimas cinco con más de 30 jonrones y 100 carreras impulsadas.

A punto de completar su segunda campaña con los Medias Rojas, tiene con este uniforme 77 bambinazos y 223 remolcadas, con average de .322, slugging de .607 y OPS de 1.002 en 277 partidos, hasta el miércoles 4 de septiembre.

Acaba de cumplir 32 años y aunque su producción ofensiva no da señales de que vaya a caer en el futuro inmediato, es probable que se mantenga en Boston y lleve su contrato hasta el final.

En su contra está el escaso mercado para sus servicios, a menos que de repente, la Liga Nacional adopte la figura del bateador designado.

Su defensa no es precisamente su punto fuerte y por ahora, donde único tiene vida es en el joven circuito.

Pero basta con mirar a los equipos de la Americana para ver que muy pocos o ninguno, estaría necesitado de vida o muerte de obtener sus servicios.

Entre los contendientes reales, los New York Yankees planean usar a Giancarlo Stanton como DH en el 2020 y si no estuviera saludable, tienen otras opciones más baratas, toda vez que sus prioridades en el mercado de invierno serán pitcheo y más pitcheo.

Los Cleveland Indians acaban de conseguir en canje con los San Diego Padres al dominicano Franmil Reyes, bajo control del equipo por varios años, mientras que los Minnesota Twins cuentan con el también quisqueyano Nelson Cruz, sobre el cual tienen una opción por una temporada y 12 millones de dólares.

Los Houston Astros, el equipo que lo escogió en la vigésima ronda de la selección amateur del 2009, acaba de ganarse la lotería con el cubano Yordan Alvarez y difícilmente Martínez aceptaría regresar a donde lo desecharon en el 2014 por no verle mucho futuro.

Los Oakland Athletics han sido históricamente duros de codos y J.D. no encaja en el modelo de negocios de Billy Beane y lo mismo ocurre con los Tampa Bay Rays, cuyas finanzas los obliga a ser una fábrica perenne de desarrollo de prospectos.

Los Baltimore Orioles, los Kansas City Royals, los Seattle Mariners, los Toronto Blue Jays y los Detroit Tigers están en diferentes fases de reconstrucción y no será en torno a un bateador designado que armen un equipo, mientras que los Chicago White Sox están enfocados en retener a Jose Abreu, el líder dentro del clubhouse y quien ha gritado a los cuatro vientos su deseo de seguir ahí hasta el final de su carrera.

Los Angeles Angels tienen a Albert Pujols y a Shohei Ohtani para combinarse como DH y los Texas Rangers tienen prioridades más importantes que un bateador.

Además, cuando J.D. salió al mercado hace dos años pasó por un proceso angustioso para conseguir trabajo, que duró casi todo el invierno y apenas logró firmar el 26 de febrero, cuando ya habían abierto los campos de entrenamientos.

Chapman, sí, pero no

Getty Images

El que sí es más probable que se salga de su contrato es el cubano Aroldis Chapman, hoy por hoy el mejor cerrador de todo el béisbol.

Después de ganar la Serie Mundial del 2016 con los Chicago Cubs, Chapman regresó a los Yankees con un contrato de cinco campañas y 86 millones, que lo convirtieron en el relevista mejor pagado de la historia.

Si el zurdo lanzallamas sale al mercado serán muchos los equipos que se peleen por conseguir sus servicios.

Y aunque el cubano desmintió hace un mes rumores de que planeaba salirse del pacto e insistió en que quería seguir con los Yankees, tiene mucha lógica, desde el punto de vista económico para él, romper su actual acuerdo. Sin embargo, eso no significa que se vaya de Nueva York, donde está a punto de conseguir su primera temporada con más de 40 salvamentos.

Da la impresión que su caso será similar al del también zurdo Clayton Kershaw, cuando se salió de su contrato con Los Angeles Dodgers y renegoció un nuevo pacto por tres años y 93 millones de dólares.

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