¿El fenómeno es poco explicado y comprendido, pero tiene que ver con la gran irregularidad que siempre aborda al futbol mexicano. Chivas puede buscar muchas justificaciones que van desde sus lesionados, la atropellada pretemporada o hasta el daño que la ha provocado el arbitraje, pero la realidad es que ha sido parte presa de su propia inconsistencia. No es un tema nuevo en el futbol mexicano. Y sigue siendo raro y a veces absurdo, incomprensible, ver al Campeón sumido y acongojado en los últimos sitios de la tabla después de cinco fechas.

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LOS ANGELES, CA.- Es una "enfermedad" sólo descubierta por el futbol mexicano, pero también poco comprendida y explorada: El Campeón sufre de "Campeonitis". Un par de pastillas, te de manzanilla en la noches, descanso, paciencia y debe salir rápido de ella. Es esa la única explicación coherente. El eclipsado campeón. Verlo para creerlo: Chivas ha comenzado la semana como el peor equipo en la tabla general del futbol mexicano, cuando hace apenas algunas semanas nos "descocíamos" en elogios para un club de futbol que había alcanzado un estilo y una condición que le daban el cobijo y la seguridad que tanto había buscado en la última época.

Pueden ser las lesiones, puede ser el arbitraje, puede ser la ausencia de una pretemporada, puede ser una baja de juego, pueden ser muchas cosas. La realidad es que por debajo de Chivas, el campeón de Liga y de Copa, no hay nadie más. Las hipótesis sobre una persecución arbitral no me parece completamente acertada. El Guadalajara ha sufrido como han sufrido otros por las decisiones de los jueces en un futbol que, cargado de intereses, de sospechas sobre corrupción, sigue deteniendo (¿quién sabe por qué?) el arribo de la tecnología, cosa que ya han comenzado a utilizar en Alemania, en Italia y en Estados Unidos. El sistema polémico del "VAR" urge en las canchas mexicanas para que los aficionados de Chivas y de otros equipos se vayan a la cama mucho más tranquilos.

Imago7
Chivas y Matías Almeyda también requieren una autocrítica profunda. El equipo dejo de jugar bien al futbol. Ha sufrido por lesiones y por ausencias de inicio en una atropellada pretemporada que incluyó el fracaso de la selección mexicana en la Copa Oro. Pero también habrá que apuntar y subrayar que Chivas no salió "a jugar" (al mercado de compras y ventas) durante la pretemporada. Prácticamente no adhirió a ningún refuerzo y envió un mensaje directo o subliminal de que comenzaría a utilizar más a sus futbolista de cantera para evitar que el dueño, Jorge Vergara, tuviese que salir con la chequera en mano cada seis meses a comprar (en precios exorbitantes) a los pocos futbolistas mexicanos que cumplían con la necesidades de vestirse de rojiblancos. Acelerar o adelantar ese proyecto o necesidad propia pudo haberle afectado. La otra explicación se refiere a la irregularidad casi natural o sobrenatural del futbol mexicano. Un día compites en cierto nivel y al otro te desmoronas injustificadamente. La famosa "Campeonitis", poco entendida, comprendida y aceptada en algún futbol del mundo como se hace en México. Explicar los motivos muchas veces resulta aún más inconsistente que la propia "enfermedad" del equipo. Y a veces se sale de ella en un par de semanas y en otras se sumerge todavía más en la penumbra de esa paradoja: El Campeón o juega ni actúa como Campeón, pero sigue siéndolo. Pretextos o justificaciones pueden sobrar. Explicaciones, también. La realidad es una. Chivas ha comenzado el torneo eclipsado. Ver al Campeón sin triunfo y acongojado en los últimos sitios de la tabla no suele ser normal en ningún futbol con excepción de México, donde lo más regular es siempre la irregularidad.

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¿El Madrid de Cristiano o el Madrid de Zidane? Como usted quiera, pero es un Madrid que cumple con sus condiciones más sagradas: esmerar su juego y recoger trofeos. Y empezamos a reconocer una época de un entrenador francés que en tan sólo algunos meses lo ha ganado prácticamente todo con la virtud de manejar a la perfección uno de los vestidores más complejos del futbol y darle un nuevo aliento a la carrera del legendario delantero portugués. No es que Zidane haya hecho mejor a Cristiano, pero lo ha enseñado a cuidar los tiempos y sin duda a extender sus grandes facultades en beneficio directo del propio CR7, del club y del mismo futbol. ¿El Madrid de Cristiano o el Madrid de Zidane? El Madrid de siempre...

Real Madrid, Zinedine Zidane/Cristiano Ronaldo
AP PhotoCristiano Ronaldo ha adoptado de gran manera el nuevo 'rol' que le ha conferido el estratega

LOS ANGELES, CA.- Tarde que temprano, llegará el momento en que dejemos de llamarle a este equipo "el Real Madrid de Cristiano Ronaldo" para bautizarle formalmente como "el Real Madrid de Zinedine Zidane". La tarde hoy, en el Bernabéu, se prestó, definitivamente, para ello.

El Madrid ha cumplido con uno de los preceptos básicos de su historia: "Levantar" trofeos. Lo hizo la semana pasada ante el Manchester United por la Supercopa Europea y lo hace este miércoles, ante su acérrimo rival, el Barcelona, por la Supercopa de España. En tan solo algunos meses como entrenador (18 meses, desde enero del 2016) ha acumulado una marca imponente, que lo separa ya de la mayor parte de sus rivales, incluyendo el inicio que tuvo Pep Guardiola cuando comenzaba su carrera (2008) en el Barcelona. Zidane ha ganado, en números, prácticamente todo lo que ha tenido por delante: dos Champions, una Liga, un Mundial de Clubes, una Supercopa de la UEFA y ahora una Supercopa de España. Pero hay algo más que no dicen exactamente los números y que parece estar ocurriendo en este Madrid: el club ha tomado el sello del mítico jugador francés. El Real Madrid no solamente gana los trofeos, también empieza a mostrar, de acuerdo con la gran plantilla que presume, un futbol que agrada y llena a sus más escépticos y refinados aficionados. El Madrid procura jugar bien, de acuerdo con el estilo y la marca de la casa y en el camino recoge trofeos, otras de las grande condiciones que tiene el que muchos consideran el mayor club de futbol en la historia del juego.

Es indudable que la aportación de Cristiano sigue siendo fundamental en este Real Madrid. Habría que ver, analizar y disfrutar sus estadísticas en los últimos meses, justo cuando algunos expertos empezaban a considerar la posibilidad de que a los 32 años comenzara un declive natural de sus facultades. No ha sido así y gran parte de la responsabilidad de ello también en recae en Zidane. El entrenador le ha hecho entender al futbolista que ha llegado el momento de repartir mejor las energías y lo ha convencido a tal modo que el casi siempre empecinado portugués ha admitido que puede y debe ausentarse en algunos momentos del futbol del Madrid sin que ello le signifique desprenderse de la etiqueta que lo marca y consagrada como la gran estrella que es. Zidane le ha dado nuevos ánimos a la carrera de Cristiano. Lo ha hecho en beneficio del jugador, del propio Real Madrid y yo diría que hasta del futbol en general que puede seguir disfrutando de las grandes condiciones que tiene el delantero portugués.

El Madrid lo ha hecho otra vez. Una sana costumbre de un club grande, poderoso e histórico: llevar trofeos a la vitrina, El Madrid de Cristiano o el Madrid de Zidane. Como usted quiera. Es, finalmente, el Madrid de siempre.

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Ni la agresión que supuestamente sufrió el entrenador de Cruz Azul ni la reacción del propio señor Jémez. El futbol en México ha perdido toda relación con la justicia y la educación. Se ha ido deteriorando de forma dramática. En las tribunas, en la cancha, en la sala de conferencias y ante una autoridad que actúa poco o que sólo le hace de acuerdo a su conveniencia. Hemos perdido la seguridad en nuestros estadios, transformados en escenarios de guerra, el ultimo sitio del mundo donde, hoy, llevaría a mi familia.

LOS ANGELES, CA.- Nada se justifica cuando la educación desaparece en el ser humano. Ni las supuestas graves amenazas a las hijas del señor Paco Jémez ni la reacción de éste con una seña grotesca. Los estadios de futbol en México se han ido violentando de forma dramática en la cancha y en la tribuna. Desde el futbolista, pasando por el entrenador y siguiendo con los aficionados, hemos perdido totalmente la noción de que se trata o trataba de un espectáculo familiar en el que buscamos distracción y diversión.

La violencia entre las barras, los cánticos, los gritos de carácter discriminatorio, el proceder de los futbolistas, los comportamientos y declaraciones de los entrenadores han transformado los escenarios futbolísticos en auténticos sitios de "guerra", en espacios propicios para insultar, agredir y lastimar.

Espero que Cruz Azul, que la Liga MX o que la propia Federación Mexicana de Futbol hagan una investigación para dar con los culpables de la agresión y amenaza a las hijas del entrenador de Cruz Azul. A diferencia de las redes sociales, donde personajes de muy baja educación se esconden cobardemente en el anonimato, el futbol, un espectáculo privado, puede y debe realizar una "purificación" de quien cumple con las reglas --y hasta los requisitos-- para ser parte de su espectáculo. Hay que llevar ante la ley a la persona o personas --si se les puede calificar de esta forma-- que agredieron los familiares de Jémez y el propio señor Jémez debe darse cuenta del sitio donde está parado. Cruz Azul es un club grande con un gran responsabilidad social. Él no tiene porque responder a ninguna intimidación. Lo que tendría que haber hecho es reportar el incidente con las autoridades para que encontraran a los agresores. Lo único que hizo Jémez fue colocarse en el nivel cultural y educacional de quienes lo atacaron.

Los clubes siguen teniendo un gran compromiso con lo que sucede dentro y fuera de la cancha. Son ellos los que tienen que advertir, prevenir, educar, cuidar y proteger a su propia industria. El deterioro ha sido lamentable. Y las autoridades futbolísticas --las que deben establecer o imponer la ley-- también se han quedado al margen de tomar decisiones y asumir responsabilidades.

Tampoco se vale justificarlo afirmando que el futbol es tan sólo una imagen fiel de lo que sucede a nuestro alrededor. No sé si el futbol en México es un reflejo de la sociedad, de lo que ocurre en la calle, del deterioro violento que ha tenido nuestro país. De lo que estoy seguro es que se ha o lo han transformado en el último lugar a donde llevaría a mi familia.

@Faitelson_ESPN

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No sólo el futbol, sus futbolistas, sus aficionados, también alguna parte de la sociedad. El impacto por el escándalo que aborda a Rafael Márquez es profundo e hiriente. El propio futbol mexicano podría y puede seguir subsistiendo de las realidades y hasta de las sospechas de su cercanía al narcotráfico y al crimen organizado, pero no él, no Rafael Márquez, no lo que estas y muchas otras generaciones conocen y reconocerán como “El Futbolista, “El Capitán”, la imagen fuera y dentro de la cancha de algo más que un deporte. Es una pena. Es devastador.

LOS ANGELES, CA.- Si este no es el final, parece serlo...

El impacto ha sido terrible, devastador, catastrófico para un futbol y hasta para una sociedad que ya no tiene claro cuáles son sus valores y su verdad. Rafael Márquez no representa sólo a Rafael Márquez. Representa a generaciones enteras de niñas y niños que veían en él una imagen a quien seguir.

Mexsport
Creo en la duda razonable y en el derecho que tiene cada persona de defenderse y demostrar su inocencia. Me gustaría que Rafael Márquez lograra alejar su nombre de las duras imputaciones que ha recibido. Quiero, más que “creo”, que lo puede lograr. El tiempo descubrirá la realidad. Donde no le sobra tiempo es en la cancha. A sus 38 años de edad, me parece imposible que sostenga hoy su carrera con el Atlas y con la selección mexicana en camino a un quinto Mundial. La cabeza de Márquez debe estar, obviamente, en otro sitio. Creo que va a ser difícil, prácticamente imposible que continúe con su carrera como futbolista. Me gustaría creerle más a Rafael Márquez que al Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. El tiempo promete descubrir la verdad con Rafael Márquez, tiempo que, lamentablemente, se le agota en la cancha de futbol. Si este no es el final, parece serlo.

En un país infestado por temas ligados al narcotráfico y al crimen organizado, el futbol, su boyante y prospera industria, era y parece ser demasiado apetecible para mantenerse al margen. El narco llegó, se estableció y preocupo al futbol mexicano. La FMF encabezó una cruzada, hay que darle el crédito a Justino Compean y a Decio de María, para tratar de frenar y alejar a esos capitales de ambigua procedencia. Algunos de ellos, obviamente, se quedaron, sobre todo en divisiones inferiores. El escándalo de los Mapaches de Nueva Italia en pleno campo de Coapa, las sospechas, en su momento, sobre el Celaya y La Piedad y hasta llegar a este episodio que liga a un equipo de Jalisco con el narcotraficante Raúl Flores Hernández.

El futbol mexicano podía y puede seguir viviendo de las sospechas de que los tentáculos del narco y del crimen organizado lo han abordado. Así ha ocurrido en las últimas dos o tres décadas, con ejemplos fehacientes de ello, pero no estaba listo para esto. Y es que el escándalo llegó hasta el “Capitán”, no a un “marinero” común y corriente que puede ser substituido. El escándalo abordo a uno de los mejores futbolistas de la historia, a un emblema de la cancha, de la calle y de la sociedad, al gran y único Rafael Márquez, a lo que las generaciones viejas y modernas conocemos y reconocemos como “El Futbolista”.

El tiempo parece agotarse para Rafael Márquez, quien, como él mismo dijo, juega “el partido más difícil de mi carrera...”

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David Faitelson

¿Dónde está la felicidad de un futbolista? ¿En la cancha? ¿En casa? ¿Cuándo consigue un gol o quizá cuando firma el gran contrato de su carrera? La felicidad es algo tan subjetivo que cada quien tiene una percepción distinta de ella, pero desde esta tribuna, yo tengo la obligación de creer que "la felicidad" de un futbolista -como de cualquier otro profesionista- se logra a partir de jugar en el mejor escenario posible. Para mi -y sigo en un contexto meramente profesional- "la felicidad" es la pasión por hacer lo que te gusta y hacerlo en el nivel máximo de tu profesión. Giovani Dos Santos, Jonathan Dos Santos y Carlos Vela tuvieron otro parámetro de esa "felicidad".

LOS ANGELES, CA.- Me quedo con las palabras de Javier "El Chicharito" Hernández: "Salir de la zona de confort, soy adicto a eso. Quiero jugar siempre en el sitio más difícil, quiero seguir creciendo, la vida es eso...".

La sabiduría -dicho esto sin ningún tono de ironía- del ahora delantero del West Ham United es una muestra palpable de lo que ha sido su carrera. Un futbolista diferente a partir de lo que piensa, de lo que hace y sobre todo de lo que lucha. Sigo convencido de que si un mayor porcentaje de los futbolistas en México tuviesen la misma mentalidad que "El Chicharito", este, nuestro futbol, sería otra cosa. Entiendo, también, que "Chicharito" busque otra salida para aquellos jugadores que han elegido un camino distinto y afirme que "los futbolistas tienen derecho a buscar su propia felicidad". Javier Hernández le ha enviado un abrazo reconfortante a Giovanni Dos Santos, a Jonathan Dos Santos y a Carlos Vela.

Getty Images

Y estamos de acuerdo. Todos los seres humanos de este mundo tienen derecho a perseguir su felicidad. Lo comprendo, pero también me queda claro que como profesionales deben tratar siempre de jugar en el máximo nivel posible. Y si eres un doctor, quieres estar en el mejor hospital de tu especialidad. Si eres un científico, supongo que deseas encontrar sitio en la universidad o en el lugar donde mejor puedas desarrollar tus habilidades. Lo mismo con un arquitecto, un ingeniero o un abogado. Si yo fuera un futbolista que alcanzó un nivel óptimo en su juego y que me condujo a una liga de alto nivel competitivo -en Europa- trataría de mantenerme en ese horizonte el mayor tiempo posible. Y creo que con ello, encontraría, también la felicidad, mi felicidad, pero es evidente que cada quien tiene un concepto y un sentimiento diferente de lo que es la "felicidad".

La felicidad te la pueden dar muchas cosas en la vida. Hay quienes la encontramos en la sonrísa del ser querido cuando despertamos cada mañana y hay quienes la atesoran cuando revisan, en la computadora, la cuenta del banco. Y es muy respetable. Hay quienes lo ven desde un modo más afectivo y hay quienes son más propensos a lo material. Desde esta "tribuna", yo tengo que ver la vida de un futbolista desde un modo profesional. Y estoy realmente convencido de que la felicidad de un jugador de futbol ocurre a partir de mostrar y desarrollar su habilidades en el mejor escenario posible.

Y a la par de "la felicidad", hay otra punto fundamental: La pasión. La pasión por hacer lo que te gusta. La pasión por jugar al futbol y la pasión de hacerlo en el mejor nivel posible, en la élite, en la excelencia. No hay, pienso yo, dinero que valga o compense eso. Giovanni Dos Santos, Jonathan Dos Santos y Carlos Vela lo vieron desde un modo diferente.

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LOS ÁNGELES -- Para él, nada ha cambiado, aunque todo ha cambiado. Miguel Herrera regresa a El Nido de Coapa.

Su primera irrupción en El Nido fue satanizada, colectiva y comunitariamente. ¿El Piojo dirigiendo a las Águilas del América? La Catedral del Odio del futbol mexicano estaba en llamas, y el bombero emergente quería apagarla a soplidos.

Un técnico que nunca había ganado nada. Y que cargaba cadáveres de descendidos. Cierto, se había quedado en la antesala con Atlante y Monterrey, martirizado por atrocidades arbitrales. Pero, ¿El Piojo al América?

Y Miguel Herrera llegó con un contrato por tres meses. Como si fuera un internado. Como si fuera una beca al fracaso. Hasta en Tepito ofrecen más en sus ofertas.

Y cuando dio la lista de refuerzos. ¡Esa lista de refuerzos! ¡Cuánta codicia! Herrera tenía presupuesto para lujos de la Quinta Avenida, y se había ido por baratijas al Tianguis de La Bondojito.

Citemos dos nombres que se fueron sumando dos torneos después: Miguel Layún, hasta entonces el escarnio favorito en las redes sociales. Y Rubens Sambueza, un tipo en conflicto hasta con su sombra. Y un Maza Rodríguez a un retiro productivo.

Así, de recoger presuntas piltrafas del desagüe de desechos tóxicos, Herrera armó su equipo, y hasta soportó después la imposición del venezolano Vizcarrondo por parte de Ricardo Peláez.

Bajo esas condiciones, Miguel Herrera resucitó al América. Lo colocó en Liguillas y le llenó el Azteca. El Piojo pasó de ser el Ódiame Más del propio americanismo, a la insignia del nuevo Ódiame Más.

Campeón, subcampeón, el Tri, el Mundial, Copa Oro, y Filadelfia, el aeropuerto donde le salió lo Macho Alfa, zarandeó a un comentarista y le echaron de la selección mexicana, cuando parecía se presentaba un generoso panorama para la selección. Miguel fue el piojoso que arruinó a Herrera, ese día.

Por todo eso, reitero: para Miguel Herrera nada ha cambiado, aunque todo ha cambiado...

Las obligaciones están ahí: ganar Clásicos, clasificar a Liguilla y ser campeón. Y puede agregarse otro: debe ser, inequívocamente, superior a Chivas en esa batalla de 17 fechas.

No lo acepta públicamente, pero El Piojo sabe que debe jugar dos torneos paralelos: uno, en la carrera parejera contra Chivas, y otro en la carrera parejera contra los otros 16 acólitos de la Secta Ódiame Todavía Más.

Y por eso, se lo subrayo, para este tormentoso matrimonio entre Herrera y el América, nada ha cambiado... porque todo ha cambiado.

Sin duda, este plantel armado por el ausente Ricardo Peláez, es más sólido, más prometedor, más ganador, que el que conformó en su primera aventura en El Nido.

En aquel América había sólo un seleccionado nacional respetable: Chucho Benítez (QEPD) y acaso el ya decadente Aquivaldo Mosquera. El resto, del ropavejero. ¿Medina, Valenzuela, Cárdenas, Vuoso, Corral, Molina, Hobbit?

Lo único generoso que encontró fue que Raúl Jiménez y Diego Reyes habían recibido el empujoncito de Alfredo Tena antes de ser despedido.

Pero, esta vez, todos sus integrantes han ganado títulos nacionales o internacionales, y la mayoría son seleccionados nacionales, y varios de ellos mundialistas o ganadores de torneos regionales de América.

Aquel el primer América de El Piojo, estaba chimuelo, este tiene dentadura de oro, más allá de las excusas engendradas en el complejo de persecución de Ricardo Antonio LaVolpe. ¿?

Y en el mercado de esclavos del Draft de Futbolistas que alcahuetea Decio de María, el renacido de Coapa va por más, y más allá de los nombres de Jefferson Montero y Guido Rodríguez.

Por eso, aunque las exigencias se mantienen igual, Herrera cuenta con un plantel que debe marcar desigualdad en la Liga MX.

Antes a El Piojo le dieron unas águilas calvas, desplumadas, gorupientas. Hoy, a este Piojo le dieron un águila con plumaje real.

Llega Herrera avalando su capacidad, al mantener a un equipo de medio pelo, en todos sentidos, como Xolos, al frente de dos competencias. ¿Fracasó en la Liguilla? Era un plantel que rebasó sus verdaderas expectativas. No todos los perros tienen ADN de pitbulls, algunos son más parientes de los chihuahueños.

Con armas muy nobles, Miguel Herrera está listo para la doble cacería: Chivas y las zaleas de los otros 16 Ódiame Más.

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LOS ÁNGELES -- El fanático prefiere vivir en el País de las Maravillas, con Alicia y sin Alicia, mientras no falte el alucinógeno gato bodeguero con la sedosa piel a la moda de Jorge Campos, desafiando la acrofobia de sus genes, trepado en un árbol.

Al fanático del Tri, ese compadecido peregrino que cada cuatro años, regularmente, acude a la Meca de la FIFA, en busca del milagro mundialista, para regresar en la procesión marchita y calamitosa de la realidad conkakafkiana (diría Guillermo Chao), es difícil explicarle las alucinaciones de un 3-1 sobre una Irlanda que aún puede ir a la Copa del Mundo Rusia 2018.

Más complicado es cuando algunos, no todos, de los heraldos mediáticos se empeñan en regodearse en el inescrupuloso resultado, como verdad absoluta. Y después, cuando el oropel se desgasta...

Vanagloriada como el artificio supremo de la competencia, la victoria también tiene la perversidad del engaño, especialmente cuando tiene el beneplácito de la complicidad de la muchedumbre que elige la catarsis del resultado.

Fácil sería decir que México fue un tsunami esmeralda sobre los despojos irlandeses en la cancha del MetLife, cuya tribuna reporta más de 42 mil asistentes, y uno se pregunta porqué no entraron todos al estadio si tenían boleto pagado. Hasta en esas cifras hay una manipulación.

Unirse a la fiesta y condecorar a un buen jugador como el Burrito Hernández como el diamante en bruto que México estaba esperando y que no sabía que ahí lo tenía, o cobijarse bajo el techo de la especulación de "les hicimos tres pero pudieron ser ocho", desencadena violentamente suposiciones.

Este Blog debió entregarse la noche del jueves y no la madrugada del viernes. Hay una explicación. Con el partido grabado y poder verlo nuevamente -suplicios inminentes del oficio--, fraccionado y en detalle, permite sacar conclusiones menos festivas.

Los irlandeses, a diferencia de los croatas en el Coliseo de Los Ángeles, salieron a desperdiciar el partido. Cierto, la brutalidad del jet lag, la confusión biológica de los ritmos circadianos, y la flemática indiferencia, equivalente al mexicanísimo valemadrismo, esquematizaron una irrealidad para el Tri.

En los goles, y en las acciones ofensivas de México, es tan evidente ese segundo de reacción tardía, ese segundo para tratar de salir de letargo muscular y emocional, que permite, desde deficiencias en la marca, como en las coberturas, como en la reacción con el balón directamente en juego.

Rescatables, gratificantes y ratificantes, sin duda, dos situaciones del juego: el portento de jugador que es Carlos Vela, quien llegó un momento en que hizo gala de displicencia, y en su arsenal de cualidades se dedicó a tratar de bobalicones a los adversarios.

La otra postal valiosa: Raúl Jiménez, quien dicho en el círculo íntimo del mismo Juan Carlos Osorio, será su centro delantero titular en la Copa del Mundo Rusia 2018, y deberá dar pistas de ello en la Copa Confederaciones.

Evidentemente, de esa modorra integral de Irlanda, poca culpa tiene México. Pero, por eso subrayábamos que cuando se embelesa miopemente el lado perverso de la victoria, se construyen nichos frágiles.

Ese segundo y esos metros que encontró México ante Irlanda, para juguetear con el adversario serían un hallazgo al enfrentar a Honduras y a Estados Unidos en el Estadio Azteca.

Ciertamente México es favorito ante catrachos y estadounidenses. Pero, quien piense en ese sobrepoblado País de las Maravillas del ¿alucinante? 3-1 ante Irlanda, que Honduras no ha evolucionado de la mano de Jorge Luis Pinto, o que Estados Unidos no será muy distinto ahora con Bruce Arena, no llegará a la hora del té.

El Tri puede, debe, quiere, amarrar el pase al Mundial de Rusia 2018 en esta doble jornada en el Estadio Azteca. Pero, el equipo necesita inocularse ante esa epidemia de exitismo, de euforia extrema, del 3-1 ante los sonámbulos irlandeses.

Y sin olvidar, como desde hace año y medio insistimos, a Juan Carlos Osorio no se le buscó para tratar de seguir siendo el campeón de casi todos los torneos moleros que le organiza SUM al Tri, ni para llegar al Mundial, sino para tratar al menos, por ejemplo, de emular a EEUU y Costa Rica, que ya saborearon la circunstancia del quinto partido.

E insistir: ni Osorio es el primer culpable del 7-0 ni tampoco el supremo responsable de la victoria en Columbus para romper el dominio del padrastro estadounidense.

Los jugadores, ellos, especialmente los pomposamente llamados europeos, son, recalco de nuevo, son los genuinos hijos bastardos del 7-0 y los genuinos patriarcas de la invasión a Columbus. Por eso, ellos y sólo ellos decidirán en el Estadio Azteca.

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LOS ÁNGELES -- Defendía Johan Cruyff que el clímax del futbolista es a los 29 años. Es su punto de quiebra. Su parteaguas.

A esa edad, explicaba Cruyff, ya sabe todo lo que debe saber. Ya no debe haber misterios ni secretos. "A los 29 años se identifica al que será un jugador diferente, a menos, claro, que sea un genio como Messi, Pelé, Maradona...".

Javier Hernández llega este jueves a los 29 años. Su futbol rudimentario, lejos de la exquisitez, pero cerca de la red, lo descarta como genio, pero no, aún, como un futbolista diferente. La puerta sigue entreabierta.

Chicharito
Getty Images

Para Chicharito ya no debe haber misterios. Ya dio vueltas olímpicas, jugó Mundiales, vistió de Tricolor, impuso récords, se vistió con las más elitistas galas de Inglaterra y España, aunque terminó recluido en un club de vitrinas absolutamente vacías, como el Bayer Leverkusen, cuya sala de trofeos sigue sin inaugurarse. La montaña rusa no se detiene.

En ese brusco deambular entre cima y sima, entre desfiles y procesiones, sin duda lanza generosos mensajes de integridad. Cita con frecuencia un pergamino sacado seguramente del vientre de alguna galleta china: "Dios asigna a sus mejores guerreros las batallas más duras".

Y resistió el pendular y voluble desplante de Sir Alex Ferguson, al llevarlo del mimo al desdén; y sobrevivió a ser execrado como plebeyo de la corte de estilistas de Cristiano en el Real Madrid, y en medio de la mediocridad en el Leverkusen asomó con goles reconciliatorios durante la fallida cruzada en la Champions.

Ha, pues, vivido todo. Escalado muros y desbarrado en fosos. Está en ese punto de transición dramático que mencionaba Cruyff: los 29 años, el momento justo en que el futbolista elige ser historia o hacer historia.

Ciertamente hoy es más jugador de futbol que aquel rematador estrambótico, circense, pantagruélico, accidentado, desaliñado, que se tropezaba y anotaba, y reencarnaba como El Chaplin del Gol, capaz de un remate que pareció emular aquel de Jared Borgetti ante Italia, o aquel a tres bandas, cuando remata cayendo y el balón rebota enloquecido entre cachete, trompa, ceja, oreja y sien antes de caer como guillotina en las redes del Chelsea de Ancelotti.

Más atlético, más fuerte, más resistente, más completo, se ha convertido en uno de los atacantes con más recorrido defensivo del equipo y recuperador de balones, obligado por un equipo de poco abordaje al área rival, a ser él mismo el generador de sus propias esperanzas. Pero su Estrella de Belén es el gol.

Son tiempos de cortejo, de coqueteo. Más allá de sus faranduleros noviazgos, incluyendo a la Sodi que le espeta -¿despechada?- que "le quedó grande la yegua", hoy a Javier Hernández lo visten con modelitos nada descabellados: Dortmund, Lyon, Los Ángeles, Sevilla, Manchester United y, recientemente, en demenciales rumores, como relevista de Gignac en Tigres.

Concentrado con la selección mexicana, Chicharito se encuentra confrontando la encrucijada, su encrucijada. Esos 29 años, ese punto de quiebra, ese punto de partida, ese punto de lucha o de rendición, del que hablaba Cruyff. Lo cierto es que no hay retorno.

Con su vida financiera resuelta, asegurando que la última camiseta que vestirá será la de Chivas, aún espera terminar las tareas inmediatas con la selección mexicana, con la esperanza de que después de la Copa Confederaciones haya contratos generosos, pero, sobre todo, ambiciosos. ¿El último amanecer antes del ocaso?

Según la numerología de la cultura india, los ciclos del ser humanos cambian dramáticamente cada siete años.

A los 21 años (tres veces siete), Chicharito tuvo los primeros contactos con el Manchester United a través de su visor para América. Meses después estaba en la Liga Premier. Antes de cumplir ese ciclo de los 28 (cuatro veces siete), y brincar a los 29, hacia dónde apuntará su Rosa de los Vientos.

Javier Hernández lo sabe, tal vez sin saber la juramentación de Cruyff: a esos 29 años, es el momento de hacer historia... o de ser historia.

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LOS ÁNGELES -- Me faltó valor. Fui un auténtico #PechoFrío. Pensé en llamar a mi Editor e implorarle que recicláramos el Blog de hace unos días: El Tri a la imagen y semejanza de Osorio.

No me atreví. Seguro me iba a mirar como El Padrino y yo me sentaría en silencio a tratar de ordenar palabras y conceptos sobre una victoria desordenada de un equipo desordenado.

Y pensé en Arquímedes: "Dadme un punto de apoyo y moveré al mundo". Sí, dadme un punto neurálgico del México 1-0 T&T, y moveré el teclado.

¿Decir que ganó, que es líder, que está a seis puntos del Mundial, que sigue invicto? Hasta el menos espabilado y más aburrido de los aficionados al Tri lo sabe.

¿Hablar de Diego Reyes como el autor del gol, cuando sus restantes minutos fueron en realidad una lamentable exhibición como algún presidente latinoamericano enclaustrado en una biblioteca?

¿O hablar de la imposibilidad de entender que a la Panamá que hizo ver mal a México en la segunda ronda, le tundiera esta versión cromañón -futbolísticamente hablando- de T&T?

¿O descargar de los archivos las voces de Cruyff, Guardiola, Rinus Michel, de que las formas de jugar son la mejor retribución al aficionado, aunque entendiendo que en México sólo hay dos clubes que lo ofrecen: Chivas y a veces Pachuca, y que eso ha enquistado de conformismo las papilas gustativas de las otras aficiones?

¿O tratar de descifrar los estrafalarios inventos de Juan Carlos Osorio, inventando posiciones para jugadores probados o inventando jugadores para posiciones probadas, como si el acto artísticamente marrullero fuera desconcertar o despistar más a sus propios jugadores que a los adversarios?

¿O evocar las explicaciones del mismo Osorio, en el sentido de que las rotaciones pretenden "tener contenta a la familia (equipo)", permitiendo a todos jugar, para que todos se sientan parte del compromiso?

¿O empatizar y entender a los aficionados que sostienen en alto la bandera de la victoria, por más horrorosa, aburrida, sosa, y poco orgullosa que sea, tal vez, porque ya en dos procesos eliminatorios pasados tragaron amargo y ácido por el riesgo de no ir al Mundial?

¿O insistir en el descaro del cuerpo arbitral jamaiquino que roba un gol legítimo a T&T y que además perdona tarjetas y marca faltas al revés, sin saber si es una decisión desde los escritorios maquiavélicos de Justino Compeán y Sunil Gulati por salvar al Tri o por tratar de sofocar las últimas cenizas de Jack Warner?

Trinidad y Tobago llega a despertar incluso sospechas. ¿Dónde quedó la sangre casi barbárica con la que jugaba cada partido, especialmente contra México, para hoy, más allá del gol anulado, dieron una exhibición de futbol bobalicón y asustadizo?

Y de repente, en el momento de las explicaciones, de las declaraciones, aparecen argumentos como que "mi equipo me gustó" y "los jugadores hicieron todo lo que planeamos", entre otra larga hilera de lugares comunes.

Entiendo el miedo. Entiendo el pánico. Entiendo la herida abierta. Entiendo que el 7-0 sigue siendo el principal táctico de la selección mexicana. La fobia hacia la eventualidad de otro siniestro igual, ha tomado la batuta del Tri.

En términos campiranos, se dice que "el que con leche se quema hasta al requesón le sopla". Hoy, tras los juegos ante Panamá, Costa Rica y T&T, queda claro que en la banca del Tri le soplan hasta a la nieve de yogurt...

Octavio Paz escribió que "el mexicano teme más a la victoria que a la derrota". De vivir, y de interesarle, un poquito al menos, esa exacerbada pasión nacional por el futbol, diría que el mexicano (y su técnico colombiano) le teme más a otro convulsivo y compulsivo 7-0 que a la victoria.

Al final, que ese aficionado mexicano, ese festivo de hoy, con todos sus conformismos y temores, que celebre como se le pegue la gana, que viva su carnaval concakafquiano del Hexagonal, pero, que al menos por un segundo, se atreva a decir si ve o no a esta selección mexicana capaz de llegar a ese quinto partido... y más allá.

Lo sostengo pues: es evidente que al Tri de Osorio lo dirige el fantasma del 7-0.

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LOS ÁNGELES -- Los números no mienten. Los hacen mentir quienes quieren escribir cuentos de hadas con ellos. El maquillaje de la mujer barbuda.

Pero, entonces, las estadísticas son como La Cenicienta: a la medianoche de la gran verdad, dejan vestidos en harapos, y descalzos, a los que se visten de ajeno. Y la desnudez es un oprobio.

La historia la escriben las proezas en el genuino campo de batalla. Y no en las kermeses populacheras, entre saltimbanquis y globos.

Y Jared Borgetti hizo 36 de sus 46 goles en tiempos de guerra de la selección mexicana, no entre floristas y algodones de azúcar, como Javier Hernández, con 24 de sus tantos en partidos ficticios de guateques. Uno es héroe de batallas, el otro, rey de los carnavales de SUM.

Y no es lo mismo anotar para conquistar, que anotar para pervivir. Lo primero es oficio de colonizadores, lo segundo es consigna de burgueses.

Insistíamos este lunes en Raza Deportiva de ESPNDeportes que darle legitimidad a esta carrera parejera entre Jared Borgetti y Javier Hernández, debe ejecutarse en escenarios genuinos de competencia.

Entonces, partamos, como caligulescos contemplativos de sacrificios ajenos de genuinos espartanos, de la competencia directa entre ambos, para que Chicharito alcance la cifra de los 36 goles en juegos oficiales de Borgetti y partiendo de la cifra de 22, que certifica ESPNFC, en confrontaciones sancionadas por FIFA.

Imago7/Mexsport
Indudablemente Javier Hernández es un goleador con virtudes innegables, entre ellas la capacidad de la accidentalidad de sus anotaciones, por eso, en este espacio hemos hecho referencia a su prodigiosa sapiencia para el trompicón, como el Chaplin del Gol.

Prácticamente, a la edad en que Jared asomaba como titular del Tri, es la misma en que ya Chicharito lo alcanza en la suma de los goles totales: los de Museo y los de bisutería, y eso abre una formidable oportunidad para el acunado y acuñado en Chivas, de seguir en ese desafío consistente.

Irrefutablemente, cuando Javier Hernández alcance y/o supere a Borgetti, de la rancia y alguna vez muy prolífica incubadora rojinegra, entonces, y sólo entonces, se podrá hacer de manera congruente el desfile mediáticamente mitómano, que en este momento se lleva a cabo.

Para fortuna de Hernández, este mismo año tendrá encuentros oficiales en la Copa Confederaciones, y aunque no estará este martes ante Trinidad y Tobago, le vienen aún seis más del Hexagonal: dos en junio, dos en septiembre y dos en octubre.

Y claro, el próximo año, el majestuoso escenario de la Copa del Mundo con un mínimo de tres encuentros, aunque ya en el exitismo precipitado de Juan Carlos Osorio y sus directivos, el Tri aspira al quinto partido... y más allá.

Así, con al menos seis años más opcionales en la selección mexicana, Javier Hernández tendrá la oportunidad de taparle la boca a los melindrosos que queremos distinguir entre los campos incendiarios de los juegos oficiales y las verbenas ocasionales de SUM.

Ahora, si después de ese lapso, no lo consigue, podríamos invitar a las exequias futbolísticas de Chicharito en el Tri a la señora Camila Sodi, para que le reinterprete aquello de "te quedó grande la yegua...".

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