Atlético hizo historiaESPN DatosAtlético Madrid se convirtió en el primer equipo en la historia de La Liga en ganar tres partidos seguidos de visitante en el Estadio Santiago Bernabéu.
Sequía de RonaldoESPN DatosCristiano Ronaldo lleva 5 partidos sin anotarle al Atlético Madrid. Real Madrid ha derrotado al Atlético una vez en los últimos 10 enfrentamientos desde la final de Lisboa en 2014
La labor de Augusto FernándezESPN DatosAugusto Fernández fue decisivo en el mediocampo para Atlético Madrid en el derbi. Hacía casi un mes que no jugaba.
Barcelona se despega en EspañaESPN DatosBarcelona tiene una ventaja de ocho puntos por encima del Atlético Madrid en La Liga. Todavía le falta enfrentarse al Real Madrid (tercero) y Villarreal (cuarto).

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Derby de Madrid

FECHA
26/02
2016
por ESPN Stats & Information
 
Derby de MadridESPN DatosDiego Simeone y Zinedine Zidane se verán las caras desde el banco por primera vez. Se han enfrentado cuando eran jugadores.

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Cristiano RonaldoESPN DatosDesde el 2010 en partidos de Liga Bancomer BBVA, Cristiano Ronaldo ha fallado 6 penales de 53 cobrados.

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Real Madrid ganó en Italia

FECHA
18/02
2016
por ESPN Stats & Information
 
Real MadridESPN DatosEl triunfo de Real Madrid sobre Roma fue la primera victoria merengue en Italia desde el 2004 (8 PJ).
Real MadridESPN DatosZinedine Zidane no conoce la derrota como director técnico de Real Madrid.
Real MadridESPN DatosLuego de sus polémicas declaraciones criticando la gestión de Florentino Pérez, analizamos el ciclo de Rafa Banítez en Real Madrid.
Real MadridESPN DatosEstos son los próximos enfrentamientos de Real Madrid en todas las competencias.

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Messi en la cima de EspañaESPN DatosLionel Messi es el jugador que más goles ha anotado en la historia de la Liga.
Messi en la cima de EspañaESPN DatosAsí han sido los goles de Lionel Messi en la Liga.

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Messi
APMessi

Lionel Messi ha ganado su quinto Balón de Oro y el mundo del futbol parece rendido a sus pies: un futbolista que se acerca a la perfección en la cancha y que más allá de ella, cumple con los estereotipos de un tipo común y corriente. El Messi que solo es capaz de competir ante el propio Messi y que cuando suponíamos que lo habíamos visto todo, está preparado para reescribir la historia de su propio juego o hazaña. Maravilloso con el balón a los pies, su nivel se compara con el de los mejores de todos los tiempos: Pelé, Maradona, Cruyff y Zidane. Damas y caballeros... ¿nos hemos encontrado con el futbolista perfecto?

LOS ANGELES, CA -- Si no lo es, se parece... podría serlo, debería serlo...

¿El futbolista perfecto? Siempre pensé que no existió y que jamás existiría, hasta que lo vi correr, fintar, tirar, hablar y hasta caminar por la calle. Lionel Messi recogió, en Zurich, el trofeo que le pone más lejos que nadie en la historia del futbol: cinco Balones de Oro de la FIFA, cinco reconocimientos que no terminan de entregarnos un informe completo sobre este futbolista, porque lo que él hizo el sábado, los tres goles, el amague, la asistencia al compañero, pueden quedarse obsoletos tan pronto cuando vuelva el fin de semana próximo a la cancha de juego. Hay un problema con Lionel Messi que quizá ocurría en menos grado en los tiempos de Pelé, de Maradona, de Cruyff o de Zidane: Cuando pensábamos que lo habíamos visto todo, él encontraba la manera de ser mejor.

El Messi de una semana atrás se volvía caduco, inoperante, inexpresivo y hasta inofensivo en comparación con el Messi que veíamos hoy. Él siempre está competiendo contra el único con el que puede realmente competir: contra él mismo. Además de lo que hace en el futbol, yo agregaría lo que hace Messi por el futbol. En una época de condiciones mediáticas, de redes sociales, de escándalos, de violencia, de indiferencia, de pocos valores, él juega su propio partido. Un chico callado, respetuoso y respetado por compañeros de equipo y por los rivales en el campo, un hombre ajeno al estereotipo que aparentemente necesita un futbolista convertido en superestrella.

Messi Lionel
ESPN DIGITAL

Messi no parece requerir de la vida desordenada que Maradona hizo tan importante en su entorno como el propio futbol o quizá de los misterios que siempre envolvieron los días de Pelé. Es o parece el niño tímido que salió de Rosario para llegar a La Masía sin que nadie se diera cuenta, en aquel entonces, de lo que podía llegar a ser con el paso del tiempo.

Lionel no necesita de un escándalo posterior al juego para sobresalir. Sus mayores “escándalos” se dan, generalmente, con el balón a los pies. ¿Qué se le puede recriminar a Messi? Los argentinos o mejor dicho, algunos aficionados argentinos al futbol, creen que es el hecho de no haber ganado un Mundial. Y otros, acudiendo o buscando cualquier tipo de argucia, asisten a la idea que su carrera se ha alimentado en títulos individuales y no colectivos, una acusación completamente tergiversada por lo que ha significado la época del Barcelona alrededor de Messi.

Está claro que no ha tenido los resultados esperados en la Selección argentina, pero también, está claro, que el futbol es un deporte asociación y que su peso específico el Barcelona no está en juego, en dilema, en tiempos en los que la percepción sobre futbol ha cambiado y donde aquel que no logre triunfar en el máximo nivel europeo, no puede cotizarse como el mejor futbolista del mundo.

El problema de Messi -para decirlo de tajo- es Maradona, las lágrimas de Maradona, la pasión de Maradona por la camiseta albiceleste, los trofeos que Maradona levantó en ella y yo diría que hasta su vida imperfecta alrededor del futbol, justo el sitio donde muchos aficionados parecen identificarse con él.

Messi Lionel
Getty ImagesLionel Messi ganó su quinto Balón de Oro, pero no está pensando en lograr más

Por una condición humana, siempre será más fácil estar más cerca de los defectos y las carencias de Maradona que de las extraordinarias virtudes de Messi. La otra historia es la apartemente gran competencia que ha tenido con Cristiano Ronaldo en la época y por la época. Y digo aparente porque el portugués del Real Madrid ha sido muy inteligente. Ha competido, ha tendido una “cortina de humo” para confundirnos de que realmente se le puede comparar con el “10” del Barcelona, cuando futbolísticamente, en aptitudes y en condiciones, conservan una distancia considerable. Cristiano hace goles, goles y más goles. Messi pone goles, asistencias, arte, arte y más arte a su juego. Mientras a Cristiano se le compara con Messi, a Messi se le compara con Maradona o con Pelé. Messi se luce y hace lucir a sus compañeros en la cancha. Cristiano se luce para él mismo, para las redes sociales, para la revista de moda, para las supermodelos, para los yates y los aviones privados. Habitan en mundos opuestos. Cristiano debe lamentarse una y otra vez el haber vivido en la misma época que Messi.

Pasarán muchas generaciones y se seguirá recordando a ese fantástico jugador argentino que llenó horas y horas de parajes memorables en la cancha de juego. ¿El futbolista perfecto? No lo sé, lo que me que parece un hecho es que somos muy afortunados, porque Dios, el destino y el futbol nos han permitido ver a un jugador que se reinventa cada fin de semana y que solo es capaz de competir contra sí mismo.

@Faitelson_ESPN

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LOS ÁNGELES -- Con el hartazgo faraónico, caligulesco casi, del Barcelona, contrasta la inanición de Argentina. Lionel Messi es la referencia y la diferencia.

Otro Balón de Oro. El mismo Messi lo reconoce: "cambiaría los cinco por un título mundial con Argentina" .

Contrastes. Ironías. El universo lo aclama y Argentina sigue en la vigilia amarga de la antesala. Al universo poco le importa lo que Messi dé a Argentina, como a Argentina le importa poco lo que Messi solace y embelese al universo.

Messi
APMessi
La entrega del Balón de Oro para Messi vuelve a ser una obviedad. De hecho, con un arranque impresionante en 2016, Leo advierte que en un año volverá por otra de esas esferas místicas y míticas.

De hecho, sus grandes competidores son sus súbditos: Neymar y Suárez. ¿Cristiano Ronaldo? Necesitaría rebasar todas sus campañas anteriores y que el Real Madrid se le sumara impecable e invencible en esa travesía.

Dejemos de lado al Messi titubeante, indeciso, desconcertado, frígido, que juega de albiceleste. Alguna tormenta debe desatarse en su interior para que en dos finales magníficas, ante Alemania en el Mundial, y ante Chile en la Copa América, yerre, como ha errado, opciones de gol que ha consumado por decenas con el Barcelona.

Habrá quien diga que la calidad de los entrenadores o habrá quien diga que la calidad de sus compañeros son explicaciones o justificaciones de porqué a Argentina le entrega finales amargas y a Barcelona trofeos eternos. La eternidad la dan los museos, no las anécdotas.

Cierto: los genios absolutos consuman las grandes hazañas con peones o con alfiles. Lo hizo Maradona y lo hizo Garrincha, porque O'Rei, el mejor de siempre, estuvo escoltado por grandes futbolistas.

Como futbolista, Messi jamás llegará a sentarse con Maradona, quien asumía el báculo de caudillo, cuando es evidente que el gafete de capitán se resbala del bíceps de Leo.

Pero, en su escenario, en su reino, en su mundo, en su horizonte, nadie puede cuestionar hoy que Messi es un deleite aún entre ese actual estilo frecuentemente anodino del Barcelona para jugar al futbol. Gana hoy, pero sin encanto, sin cautivar, sin el regocijo del segundo a segundo. Pero Messi, Neymar y Suárez, le ponen un clavel al hombre de gabardina gris.

Injusto fue no entregarle el premio Puskas. En 12 segundos, Messi condensó la generosidad de sus recursos. Dislocar esqueletos, bajo vértigo, en espacios ínfimos, atisbando al rival, al que seguía, y la meta suprema del arco, no hay otro futbolista capaz de recrearlo tan inmaculadamente.

Sólo alguien puede superar ese gol de Messi al Bilbao. Y es el otro Messi. Ese que ya dentro de este mismo Messi, inconscientemente, gestiona cómo hacerlo mejor, más rápido, más ladino, más pícaro, y más ornamentalmente letal una próxima vez.

Lejos de ser perfecto, la suma de sus imperfecciones banales y venales (fisco, Las Vegas, desdén a escoltas, etc.), no lo denigra, sólo lo humaniza, porque en ese inagotable carnaval, de frecuencia casi semanal, de crear goles y criar goles ajenos, despierta sospechas sobre el motor prodigioso de este diminuto con cara de despistado y modales en el área de asesino de Quentín Tarantino.

Y esa es la realidad. Argentina puede languidecer trémula ante la ironía de tener al mejor del mundo, pero no poder tener lo mejor del mundo, mientras el resto de la humanidad hace de la palabra Messi la última del esperanto, y lo viste de la túnica sin fronteras: la blanca fascinación de la idolatría.

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LOS ÁNGELES -- Pudo -conjugación en pretérito perfecto de la frustración-, ganar, gustar y golear. Gustó por momentos, pero Chivas ni ganó ni goleó.

2-2 ante Veracruz. Un empate que repta amargo y ulceroso en el gañote rojiblanco. Que regurgita más que place.

Con un hombre más y un gol más, el escenario fue totalmente benigno con el Guadalajara. Desde el 24, Peñalba se ganó la roja y tendió una alfombra del mismo color para provocar la inclemencia de Chivas.

Pero Leobardo López con el 1-1 sacó la bandera de la testosterona. El Tiburón tendría dos coqueteos más en el área poblada pero desconcertada por la inocencia del Rebaño. Había miedo a hacer contacto con la pelota para sacarla.

Estadio lleno, y con la derrota de Dorados y el empate de Morelia, Chivas recibía la gran oportunidad de sacarse grilletes de descenso. No supo. Ni pudo. Aunque siempre quiso.

Gullit Peña de palomita bendijo su debut. Y el 2-1 sería autogol veracruzano, tras una de las numerosas faenas de un mozalbete que se apellida López yal que la facinerosa camaradería del vestidor le bautizó como "La Chofis", que a pesar del feminismo del apodo, juega masculinamente y es un truhan, un tahúr, un dislocador de caderas con la desfachatez de sus amagues y gambetas.

El Guadalajara se adueñó de tiempo, espacio, posesión y posición en la segunda mitad. Su afición vivía el paroxismo del casi, el éxtasis del ya merito, el delirio de balones rozando postes, remates desviados y los cristos redentores de Melitón en las salidas.

La afición saboreaba la obra. Un hombre más, un gol de ventaja y dominio absoluto. Embeleso subyugante en la tribuna. El 2-1 y esa seguridad plena de la victoria inminente, permitía al rebaño del graderío agasajarse con la, aparentemente, inminente victoria.

Vamos, era tal el dominio de su equipo, que hasta perdonó al árbitro y a su progenitora que no marcara dos polémicas jugadas en el área jarocha, que podrían haber retribuido en el manchón sin que nadie lo fustigara.

¿Veracruz? El sello de Carlos Reinoso. Rebelde a su aparente destino, rehusándose a la consigna de jugar a la víctima, se defendía a ultranza y guardaba aliento para un descuido, uno solo del Guadalajara, y rescatar el empate.

El reloj se desangraba y Veracruz también, mientras Chivas intentaba con el catálogo de ataques, ese tercer arponazo al tiburón renuente a la muerte.

Y llegó. El error del que se sentía verdugo. Y el acierto del que se negaba a ser el condenado a muerte.

Orbelín Pineda pierde el balón y Furch enfila. El último hálito lo consagra a un disparo. Potente, cierto, colocado cierto, pero además, toma en una salida innecesaria, y descuidando su primer poste, a Toño Rodríguez, quien así como titubeó en el primer gol, se equivoca en el segundo. 2-2.

La procesión guarda la música y saca los responsos. Apaga las antorchas y enciende las veladoras. El OmniLife transpiraba. Ya no sólo oraba por una victoria, sino, de pasada, dedicaba un salmo a que el Veracruz no encontrara el tercero.

El silbatazo final sentencia la amargura del anfitrión y promulga el legítimo derecho a la celebración del visitante. 2-2.

¿Debió Almeyda proteger con sobriedad el 2-1 o fue correcto lanzarse con desenfreno a buscar la goleada? ¿Tiene margen de equilibrio? ¿La vistosidad o la salvación? ¿Los puntos o las candilejas?

Ese debe ser un debate estrictamente entre las urgencias del equipo, las pretensiones del equipo, la directriz de Jorge Vergara, y el apetito de toda la comunidad chiva, incluyendo claro, la afición.

En su mejor escenario posible, entonces, Chivas queda en deuda. Y queda con dudas. El 2-2 es sinónimo del pudo. Es una conjugación del pretérito perfecto de la frustración. Porque, pudo ganar, gustar y golear, pero...

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LOS ÁNGELES -- El precio de la palabra de honor. El precio de la palabra honor. El honor del precio de la palabra. El deshonor de la palabra precio.

Todo ello quedó expuesto. Pulcra, nítida y cínicamente expuesto. Real Madrid le hace 5-0 al Deportivo La Coruña.

No hay milagros. Zinedine Zidane no reconfiguró el futbol. Ni transformó la metamorfosis de sus futbolistas. Ni poseyó de espíritus a los futbolistas que ayer eran bribones y golfos.

Y he ahí el precio de la palabra de honor y el precio de la palabra honor. Zizou defendió el honor. Y puede hablar de ello a los descastados. Más allá de que Materazzi diga lo contrario, pero esa vez, Zidane defendió el honor del hombre y de la sangre del hombre, por encima del honor del jugador.

Zinedine puede verlos a la cara. Y su constelación de porcelanas merengues, no puede hacerlo. Porque le pusieron precio a la palabra honor y precio, en la cancha, es una palabra poco honorable.

Se transfiguraron. Todos. Uno por uno. Algunos debieron correr más ante el Depor que todos los partidos anteriores con Rafa Benítez.

Obvio: cuando hablo de correr, hablo de hacerlo con inteligencia, con compromiso, con devoción, con orgullo, con intención, con solidaridad, con sacrificio, sin egoísmos.

Recordemos que no todas las camisetas empapadas escurren un sudor legítimo ni todas las camisetas necesariamente fueron transpiradas noble y dignamente.

Este sábado sí lo hicieron. Las camisetas más que lavandería, merecen un museo. Pero así debería ser siempre, cada 90 minutos, de cada semana, de cada torneo, de cada vida. Este sábado sí lo hicieron. A este Real Madrid no lo hubiera humillado el Barcelona 4-0.

Zinedine no hace magia. Y el futbol tendrá artistas excelsos, pero no tiene magos, algunos son prestidigitadores y otros son simples ilusionistas.

Hoy esos simples mortales dejaron de ser mortales simplones. Algunos, genuinos genios, otros, genuinos jornaleros, cumplieron con su obligación. El pan de su boca, el manicure, y el Porsche de sus excesos fueron legitimizados.

Zidane lo sabe. O debe saberlo. Su palabra honorable les recordó en el vestuario la palabra de honor y la palabra honor. Pero no hay garantías. Esto apenas empieza.

Zizou sabe el método. Fue un galáctico. Aquellos serán leyendas del futbol. Estos a veces parecen -tristemente- sólo maquiladores de estadísticas para que sus promotores engorden el imperio que les rodea.

Y si aquel vestuario sabía de lealtad, el entrenador entiende los principios íntimos de la fraternidad de un vestuario.

Y Zinedine debe mantener a Gareth Bale convertido en el mejor futbolista de las últimas semanas en el Madrid. E higienizar la cabecita de Benzema, y encontrar en el apartado rincón de las pretensiones supremas, pero superfluas de CR7 la generosidad de este sábado.

En el caso de Cristiano, sólo necesita convencerlo de su sitio en la historia y rescatarlo de esa insana e innecesaria competencia hacia afuera. Nunca será mejor que Messi, ni se acercará a los linderos de Pelé o Maradona, pero hoy, más lo que agregue, la mitología de sus sueños seguramente es paralela a la de sus éxitos.

Honor. Eso es lo único que necesita Zizou de su grupo. Honor. De Vigny lo explica sabiamente: "El honor consiste en hacer hermoso aquello que uno está obligado a realizar".

¿Y para un futbolista qué puede haber más hermoso que el futbol?

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LOS ÁNGELES -- Abre la pasarela del Clausura 2016. Y algunos de los contendientes cargan con una cruz antes del primer silbatazo. Las obligaciones superan a los derechos.

1. Tigres, con un plantel fortalecido, debe ganar todo. El Bicampeonato es un deber. Acaso sólo lo distraiga la Concachampions, un escalón debajo de la Libertadores.

2. Chivas se fortalece y Matías Almeyda invoca y evoca sus primeras cuatro victorias al mando y la Copa MX, pero escurre bajo el tapete los seis últimos juegos de la Liga: ganó cinco de 18 puntos posibles. Obligado a salvar al Rebaño, y según, Jorge Vergara, a ser campeón.

3. Y otros más: Cruz Azul apuesta por Tomás Boy y contrataciones en el menú del técnico. Gárgolas del fracaso de 18 años sin título los contemplan. Pumas debe redondear la obra del Apertura 2015.

4. ¿América? ¿Más obligado, más comprometido que los anteriores? Sin duda. Fracasa en Liguilla y en Mundial de Clubes. El Nido tiene fiesta: 100 años de vida. El fandango reclama trofeos, historia, galardones.

Pero malas noticias para las Águilas. Ningún equipo mexicano ha sido campeón de Liga después de su comparecencia, bochornosa, claro, en una Copa Mundial de Clubes. Algunos, ni siquiera han clasificado a Liguilla en el torneo inmediato.

En 2005, Saprissa representó a la Concacaf, pero de 2006 a la fecha, cinco de los nueve equipos que jugaron el Mundial de Clubes, no lograron clasificar a Liguilla, y algunos hasta sufrieron cambio de entrenador, aún clasificando.

Cierto, después de ese torneo anual de FIFA, tres equipos lograron llegar a la Final, pero la perdieron: Monterrey con Vucetich, Pachuca con Meza y América con Luis Fernando Tena.

Pero al América de gala y de manteles largos el 12 de octubre le alcanza con otro protagonismo en la Liguilla. Difícilmente.

Sería amargo, morboso, chocante, ridículo, perverso, casi, armar un carnaval en el Estadio Azteca con un ataúd en el centro de la cancha en lugar del anhelado título número 13. Sería como ir de boda con una momia.

Tras el berrinche manifiesto de Emilio Azcárraga Jean luego del bochorno en el Mundial de Clubes, que no truncó el mando de Ricardo Peláez ni de Nacho Ambriz, la Espada de Damocles oscila sobre sus pescuezos, sostenida con un frágil hilo fosilizado.

Lo saben ambos: de no levantar la Copa del Clausura 2016, los dos no podrán ni regresar a El Nido de Coapa a recoger sus pertenencias. El patrón no perdonará que el champaña que ya enfría se agrie para esas fechas.

Cierto que los antecedentes, las tendencias, las referencias y las estadísticas son estrictamente un punto de consulta, pero no un juicio absoluto. Nada impide que América despedace la nociva tendencia al fracaso reiterado.

Citamos ya los nombres de los tres técnicos que se sobrepusieron a la congoja en el Mundial de Clubes y al menos fueron finalistas en el torneo inmediato de Liga. Nombres de alcurnia en México.

Entrenadores con experiencia todos ellos. Ganadores de títulos nacionales y hasta de lustre internacional, como Enrique Meza en la Sudamericana y Luis Fernando Tena en los JJOO de Londres.

¿Está Ambriz en ese nivel de cotización, conocimientos, aprendizaje y astucia? No, definitivamente no.

¿Es acaso Ricardo Peláez mejor director deportivo que los de ese Monterrey, ese Pachuca y ese América que al menos fueron finalistas en la siguiente Liga? Al menos a la altura de algunos de ellos.

¿Qué ocurre después del Mundial de Clubes? Hay varios forajidos que entrampan el camino en el torneo inmediato.

América en este caso llega sin una pretemporada completa. Ni siquiera con una rehabilitación correcta.

El grupo estaba vapuleado por la forma vergonzosa en que se dieron las expulsiones de sus referentes extranjeros en la Semifinal ante Pumas, y después el bochornoso espectáculo de Carlos Darwin Quintero liándose a golpes en el Mundial de Clubes.

A ese equipo en ruinas futbolísticas, morales, anímicas, grupales, disciplinarias y físicas no se le dio tiempo de terapia completa. No hubo tiempo de contrición, sino que de inmediato tienen la obligación de redimirse.

Es un trabajo urgente. De sanación absoluta. En manos de Ambriz y en manos de Peláez. Y con verdadera contrición y voluntad de sus futbolistas.

A favor del América y su grupo, debemos recordar el Síndrome del Arrepentimiento. El futbolista es baquetón y sinvergüenza, pero no es tonto.

Los jugadores del América saben que están al borde del abismo. Que juegan con fuego. Que pueden quedar marcados y marginados en sus carreras futbolísticas.

Y ese fenómeno del Síndrome del Arrepentimiento puede ser el motor inesperado de grandes proezas. Es cuando los ciegos ven, los sordos oyen, los mudos hablan...

El instinto de conservación, el espíritu de supervivencia, puede aleccionar a los futbolistas del América que se absuelvan en la cancha de todos sus pecados, pero ¿en verdad querrán hacerlo...?

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