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¡El campeón sigue con vida!

En un partido errático, pero que igualmente resultó ser una montaña rusa de emociones, los campeones Cachorros de Chicago derrotaron 9-8 a los Nacionales de Washington y avanzaron por tercer año consecutivo a la Serie de Campeonato de la Liga Nacional.

Mientras los cuatro primeros partidos de esta serie divisional se caracterizaron por la pobre ofensiva de ambos lados y el dominio casi absoluto del pitcheo, esta vez se anotaron 17 carreras entre ambos gracias a una combinación de batazos oportunos, errores increíbles y dos cuerpos de serpentineros que pasaron el Niágara en bicicleta para sacar cada out.

Esta vez, tanto Joe Maddon, como Dusty Baker, manejaron acertadamente a sus lanzadores, sólo que casi ninguno respondió a la tarea, pero eso ya se va del alcance de los mentores.

¿Quién iba a imaginar que al mejor lanzador derecho de la actualidad en todas las Grandes Ligas le iban a pasar por encima como una aplanadora después de tener dos outs y las bases limpias?

Max Scherzer vino de relevo en el quinto episodio, con ventaja de 4-3, en una buena movida de Baker para tratar de impresionar a sus rivales al estilo de Madison Bumgarner en la Serie Mundial del 2014 contra los Reales de Kansas City.

Pero además de recibir castigo, su propio compañero de batería, el cátcher Matt Wieters, lo embarcó con dos pasboles y un error en tiro.

El casi héroe del partido fue Michael Taylor. Sin el renombre de Bryce Harper, Daniel Murphy o Ryan Zimmerman, el joven jardinero central de Washington demostró tener sangre fría para los grandes momentos, con su jonrón por segundo día consecutivo y su hit en el octavo para acercar a su equipo 9-8 en la pizarra.

Pero no le alcanzó a los Nacionales, porque si Taylor fue el casi héroe, el venezolano Willson Contreras fue el héroe real del partido, el salvador del encuentro, con ese disparo a primera base para enfriar por un milímetro a su compatriota José Lobatón y poner fin a una amenaza que parecía indetenible.

Por la decisión original, Lobatón quedó a salvo en primera, pero cuando después de revisar el video, el umpire Jerry Layne levantó el brazo y decretó el out, el Nationals Park se convirtió en una gran funeraria.

Las más de 40 mil personas allí presentes sabían desde entonces que todo había terminado.

Wade Davis, en el rescate más largo de su carrera, lanzó dos entradas y un tercio. Milagrosamente, luego de tener severas dificultades para conseguir los primeros cuatro outs, se compuso de la mejor manera para retirar el noveno de 1-2-3, con ponches a Jayson Werth y Harper.

Por cierto que Werth pudo haber jugado su último partido con los Nacionales, pues será agente libre y difícilmente a la gerencia se le ocurra ofrecerle un centavo, después de un asalto a mano armada de 126 millones de dólares, uno de los peores contratos de la historia.

Chicago consigue su boleto fuera de casa. También lo hicieron los Dodgers en Arizona, los Yankees de Nueva York en Cleveland y los Houston en Boston.

Los Nacionales, una vez más, no consiguen avanzar más allá de la primera ronda de los playoffs.

Eso es algo que no puede medirse ni con las estadísticas tradicionales, ni son las sabermétricas.

¿Cómo puede pasar de manera colectiva a todo un equipo plagado de figuras estelares?

Eso es inexplicable, es un intangible que está flotando en el ambiente. Se llama falta de corazón.