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Las 500 Millas de Indianápolis llegan a su edición 100

En el mundo del deporte motor hay tres carreras que todo piloto sueña con ganar. Las 500 Millas de Indianápolis son una de ellas.

Considerada una de las tres joyas del automovilismo, junto al Gran Premio de Mónaco y las 24 Horas de Le Mans, la Indy 500 es una auténtica prueba de velocidad que este fin de semana celebra su carrera 100.

La primera edición de la Indy 500 se realizó hace 105 años, época en la que México viví un movimiento armado, año en el que se fundó el primer estudio cinematográfico en Hollywood, cuando Marie Curie ganó el Premio Nobel de Química y nacieron personajes como Ronald Reagan, Mario Moreno “Cantinflas” y Juan Manuel Fangio, que después se convirtió en el primer piloto en ganar cinco títulos de Fórmula Uno.

En aquel entonces, nadie de los involucrados en la carrera, celebrada el 30 de mayo de 1911, imaginó que la competencia se convertiría en una de las más emblemáticas en el mundo motor y que sobrevivió a dos interrupciones (en 1917 y 1918, por la Primera Guerra Mundial, y de 1942 a 1945, por la Segunda Guerra Mundial).

Se trata de una de las competencias más antiguas que existe, una que capta la atención de millones de espectadores en el planeta y de más de 400 mil aficionados que asisten cada año al Indianapolis Motor Speedaway (IMS) para ser parte de una fiesta sin igual.

Hoy, la Indy 500 no sólo se trata de una competencia reservada para 33 pilotos que tienen que completar 200 vueltas en un óvalo de 2.5 millas (4.023 kilómetros), es un evento con rituales que lo hacen único.

Y es que desde su inicio, las 500 Millas de Indianápolis marcó la historia. Ray Harroun, abordo de su Marmon Wasp y después de 6 horas 42 minutos, inscribió su nombre como el primer ganador y también es recordado por haber introducido un artículo indispensable en nuestros días: el espejo retrovisor.

La competencia ha evolucionado: algunos de los pilotos más destacados en el mundo del automovilismo han participado, nueve mujeres han tomado parte de las parrillas de salida, las velocidades que se alcanzan son vertiginosas, los premios han aumentado así como el interés por una carrera cuyo triunfo catapulta a la gloria eterna del deporte motor.

En la década de 1950, las 500 Millas de Indianápolis era una de las pruebas puntuables en el calendario de la Fórmula Uno. En 1966, Graham Hill, a bordo de un Lola Ford, obtuvo el triunfo y su nombre está inscrito como el único piloto que ha ganado la triple corona del automovilismo.

Sesenta y nueve pilotos se han repartido las victorias y sólo tres, estadounidenses, se mantienen como los más ganadores en la historia de la competencia: A.J. Foyt (1961, 1964, 1967 y 1877), Al Unser (1970, 1971, 1978 y 1987) y Rick Mears (1979, 19884, 1988 y 1991).

Los extranjeros con más triunfos son el escocés Dario Franchitti y el brasileño Helio Castroneves, ambos con tres.

La primera participación femenil en las 500 Millas de Indianápolis se registró en 1977, cuando Janet Guthrie tomó el sitio 26 de salida. Sin embargo, el mejor resultado para una piloto mujer llegó hasta 2009 con Danica Patrick, quien cruzó la línea de meta en la tercera posición; además se convirtió en la primera en liderar una carrera con 29 vueltas al frente del pelotón.

Este año, la única mujer que arrancará la competencia es Pippa Mann, quien sumará su quinta participación.

Si algo hace especial a la Indy 500 son las tradiciones que ha ido adoptando con el paso del tiempo. Hoy, no se entiende esta carrera sin estos rituales:

LECHE EN LUGAR DE CHAMPAGNE

Es la imagen que da la vuelta al mundo. El ganador, arriba de su monoplaza y ataviado con una corona de flores, bebe la leche de su preferencia, pero ¿por qué?

En 1933, cuando Louis Meyer ganó por segunda ocasión las 500 Millas de Indianápolis pidió un vaso de leche para festejar. Pero fue en 1936, cuando se convirtió en el primer piloto en ganar tres veces la carrera, que el estadounidense hizo la misma petición que tres años antes, pero en su lugar recibió una botella con suero de leche.

Ese preciso momento fue captado por un fotógrafo; un ejecutivo de la empresa local de productos lácteos vio la imagen en un periódico y se encargó de que en los siguientes años los ganadores festejaron con leche. Actualmente, cada piloto elige el tipo de lácteo que desea tomar en caso de triunfar.

La tradición se suspendió entre 1947 y 1955, según algunos reportes, por una disminución en la producción en esa zona. El peculiar festejo se recuperó en 1956.

En 1993, Emerson Fittipaldi, cuando ganó la Indy 500 por segunda ocasión, celebró primero con jugo de naranja, pues era productor de esa fruta en su país, y después lo hizo con leche, acción que fue desaprobada por los aficionados.

UNA CARRERA RESERVADA PARA 33

En 1911, 40 monoplazas tomaron parte de la carrera, pero para la siguiente edición, el American Automobile Association determinó limitar el número de participantes y para ello se utilizó una formula que consideró la longitud el óvalo (2.5 millas) y 121.92 metros de distancia de seguridad entre cada coche, de ahí que sean 33 autos los que toman parte de la carrera.

Sin embargo, han habido excepciones, como en 1933, cuando arrancaron 42 monoplazas, la parrilla de salida más numerosa en la historia de las 500 Millas de Indianápolis.

CARBURATION DAY

A la última sesión de práctica previo a la carrera, que se realiza el viernes, se le llama Carburation Day, Carb Day desde el año 2000, y recibe ese nombre porque era la última oportunidad para que los equipos ajustaran los carburadores a las condiciones similares a las que se podrían enfrentar en la carrera.

El nombre se mantiene a pesar de que ningún auto calificado a la Indy 500 tiene carburador desde 1963.

UN TROFEO PECULIAR

La Indy 500 cuenta con el trofeo más antiguo del deporte motor y también el más deseado: el Borg-Warner.

Diseñado en 1935 por Robert J. Hill, a petición de la empresa Borg-Warner Automotive Company, y elaborado por Gorham, Inc., el premio tuvo un costo de 10 mil dólares, hoy está asegurado por más de 1.3 millones de dólares.

El trofeo está fabricado en plata, mide 1.63 metros, pesa 45 kilogramos y en su superficie están grabados los rostros de todos los ganadores de las 500 Millas de Indianápolis y en la parte más alta se encuentra un hombre con una bandera a cuadros.

Sin embargo, desde la edición de 1988, los triunfadores no se llevan el trofeo, el cual permanece en el museo del Indianapolis Motor Speedway, y reciben una replica de 46 centímetros denominada “Baby Borg”.

EL PASO DE LOS PARTICIPANTES

El día previo a la carrera, los participantes toman parte de un desfile en las calles del centro de Indianápolis. El primero se realizó en 1957.

Actualmente está ranqueado entre los tres desfiles más importantes de Estados Unidos, junto con el del Dia de Acción de Gracias, en Nueva York, y el de las Rosas en Pasadena, California.

En el desfile además de los pilotos, acompañados por sus familias, incluye a celebridades, el piloto del Pace Car, bandas y unidades especiales que son vitoreados por cerca de 300 mil personas y coordinados por tres mil voluntarios.

MÁS...

- El sábado previo a las 500 Millas se realiza una junta de pilotos pública en el Indianapolis Motor Speedway.

- En la ceremonia previa a la carrera se entona la canción “Back Home Again in Indiana”, que James Melton cantó por primera ocasión en 1946. Y que Jim Nabors interpretó en cada edición de la Indy 500 de 1972 a 2014.

- Globos multicolores son lanzados al aire el día de la carrera desde 1947, pero fue tres años después, en 1950, y hasta la fecha que son soltados cuando se cantan las últimas notas de “Back Home Again in Indiana”.

- La Indy 500 se realiza el fin de semana del Memorial Day, que conmemora a los soldados estadounidenses que han muerto en combate y es por ello que las fuerzas armadas son honradas previo al inicio de la competencia.

- Al día siguiente de la carrera, el ganador de las 500 Millas de Indianápolis realiza una sesión de fotos en la línea de meta del IMS, denominada Brickyard porque es el único lugar del óvalo que conserva una yarda de los ladrillos originales con los que se construyó el trazado.