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River e Higuaín, un amor para toda la vida

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Tras anunciar su retiro, Gonzalo Higuaín recordó sus inicios en River (1:35)

El Pipa habló de sus primeros momentos como jugador en el Millonario. Destacó una situación difícil que transitó antes de debutar y dos partidos en particular: Boca y Corinthians. (1:35)

"Hubo un momento en Inferiores donde me tocó jugar muy poco, porque era flaquito y no tan alto. En ese momento sentí que me iban a echar del club y mi sensación era que se acababa mi sueño, ya que sólo quería jugar en River. Si no era River, lo más probable es que hubiera dejado el fútbol".

Esta fue una de las frases que dejó Gonzalo Higuaín cuando comunicó que se retiraba del fútbol profesional. Así, sin términos medios, dejaba en claro que su pasión por River lo acompañó desde muy chico.

Su padre, Jorge Jorge Nicolás, ya había vestido los colores del Millonario entre 1988 y 1992, jugando 131 partidos y marcando siete goles.

Llamativamente, su hijo apenas iba a disputar 41 partidos y marcar 15 goles. Pero su talento fue suficiente para que muy rápido y cuando apenas tenía 19 años el Real Madrid viniera a buscarlo.

Llegó al club de Núñez desde muy chico, a los 10 años, y allí realizó todas las divisiones Inferiores. Leonardo Astrada lo hizo debutar en la Primera, un 5 de mayo de 2005 cuando tenía apenas 17 años: el estreno fue en el Monumental ante Gimnasia y Esgrima de La Plata, y River perdió 2 a 1.

Para que llegara su primer grito de gol pasó un tiempo. Fue en el la cuarta fecha del Torneo Clausura 2006, en el 3 a 1 ante Banfield.

Ese año, el 2006, fue el año de la consolidación del Pipita en la Primera de River. Aprovechando la posibilidad de jugar la Copa Libertadores, el delantero comenzó a ganar minutos y a sumar goles.

Uno de sus partidos más recordados fue en el Superclásico jugado en el Monumental ante Boca Juniors. El Xeneize llegaba de la mano del polémico Ricardo La Volpe con una racha de 22 partidos sin derrotas de visitante, en buena parte legado del ciclo exitoso de Alfio Basile.

Pero River, e Higuaín, iban a cortar esa serie sin derrotas. El Pipita abrió el marcador a los 29 minutos, con un gran taco, luego de una jugada preparada de tiro libre: Zapata remató dentro del área y tras un rebote la pelota le quedó atrás a Higuaín, que de todos modos aprovechó su ingenio y sus recursos para conectar el balón y vencer a Bobadilla.

El segundo llegó luego de una contra letal, a los 53 minutos de juego: Higuaín encaró solo hacia el arco y definió muy bien ante la salida del arquero, al que eludió con una gran maniobra, para el 2 a 1. Fue una tarde soñada para el Pipita, que en poco tiempo iba a ser transferido al Real Madrid por una suma millonaria.

Esa derrota fue un duro golpe para Boca, que luego perdería el título en la última fecha, ya que Estudiantes iba a alcanzarlo y forzaría un desempate donde el Pincha de Simeone se consagró campeón.

Además del clásico con Boca en el Monumental, el propio Higuaín recordó el partido con Corinthians que disputó en la Copa Libertadores de 2006, donde también anotó dos goles para que su equipo avanzara a los cuartos de final del torneo continental.

El Corinthians tenía entre sus figuras nada menos que a Carlitos Tevez. El Pipa entró en el segundo tiempo, a los 65 minutos, cuando el encuentro estaba 1 a 1 y lo definió con dos goles.

El primero, un golazo, tras una asistencia del Muñeco Gallardo, que habilitó a Higuaín solo ante el arquero: el Pipita definió al ángulo, dejando sin chances a Silvio Luiz. El segundo, tras un centro al área de Gallardo, tomando un rebote para definir cerca del palo derecho del arquero y sellar el 3 a 1 final. River avanzó de esta manera a los cuartos de final de la Libertadores.

Esos goles, pero sobre todo su gran tarde en el Monumental ante Boca, lo pusieron en la mira del Real Madrid. Allí llegaría para jugar en el conjunto que en ese entonces dirigía el italiano Fabio Capello, como una apuesta que, con solo 19 años, ya era una realidad.

Lo cierto es que el fútbol le dejó a Higuaín gratos recuerdos: entre ellos, 14 títulos, muchos goles, y sobre todo, un amor incondicional al club que lo vio nacer.