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Nuevos rumbos

BUENOS AIRES -- Por su duración y la aparente desigualdad entre los participantes, el torneo llamado informalmente de transición no despertaba, de antemano, grandes expectativas.

El antecedente inmediato, el debut del campeonato de 30 equipos ideado por el extinto Julio Grondona, no autorizaba ilusiones en cuanto a nivel de juego. Y nada había cambiado de manera sustancial.

Pero hasta aquí, esas previsiones pesimistas por fortuna se han visto desairadas.

En principio, el nivel futbolístico se ha equilibrado hacia arriba. Cuando los grandes se presentaban a priori como dueños absolutos de la fiesta por la mayor capacidad de sus planteles, muchos de los clubes modestos se destaparon con propuestas audaces y efectivas que los hicieron acomodarse inesperadamente en el techo de la tabla y alrededores.

Colón es un gran ejemplo (está a un punto de los líderes del grupo, Rosario Central y San Lorenzo, animadores de lujo del certamen). Atlético Tucumán, Defensa y Justicia, Aldosivi, Godoy Cruz, Banfield…

Los casos abundan. Veremos si el tiempo diluye esta sorpresa y reinstala el tablero conocido con los poderosos de un lado y los que miran del otro.

Gracias a la providencia, hoy las cosas parecen estar lejos de la “normalidad”, una palabra cuyo valor se torna cada día más negativo.

Lo fundamental es que tanto los habituales convidados de piedra como los llamados al protagonismo aplican, en general, modelos de juego abierto y ambicioso.

Probablemente a eso se debe la cantidad de goles que se vienen haciendo y la consiguiente emoción producida por los resultados inestables (Central-River y San Lorenzo-Vélez, en la misma fecha, fueron espectáculos de gran dramatismo y marcador abultado).

Quizá los amantes de la perfección y las tácticas blindadas juzguen que hay muchos errores. Es parte del asunto, del riesgo tomado e infligido. Nada más tremendo que el equilibrio de la inanidad.

Pero se sabe que algunos expertos prefieren el cero a cero. Lo encuentran el mejor exponente de la excelencia. Hasta este domingo, se marcaron 143 goles en 51 partidos, lo que da un promedio de 2,80 goles. Mientras que en el torneo anterior, también con la grilla extendida, se llegó a los 994 tantos en 450 juegos, es decir un promedio de 2,20 goles.

Está bien que son números provisorios y que, separados del desarrollo de los partidos, no configuran una explicación sobre la jerarquía del juego. Pero indican un posible cambio en curso. Ojalá.

Todos queremos un fútbol más parejo, más dinámico, con menos pudores y rigideces tácticas y más goles. El concurso de los equipos grandes en la Copa Libertadores (esta semana tienen una agenda nutrida) acaso profundice esta paridad que se esboza en las primeras fechas por mérito exclusivo de los débiles.

Se sabe que la Copa es prioridad para todos, y el descuido del campeonato local (recuerden la excursión de Racing a la cancha de Newell’s) puede dejar al más pintado fuera de carrera.

El torneo de transición es un engendro de los escritorios, claro reflejo de la impericia de los dirigentes. Sin embargo, en la cancha se ha transformado en una competencia más que interesante.