La actuación del árbitro italiano Nicola Rizzoli no influyó en la victoria de Atlético de Madrid (2-0) ni en la consecuente eliminación del Barcelona en los cuartos de final de la Champions League, pero sí tuvo algunas decisiones equivocadas, empezando por el codazo que dio Luis Suárez.
Me parece que la falta de Suárez era de tarjeta roja. Tenía que ser expulsado. No calificó bien la jugada y la dejó solo en amarilla. La decisión de la mano de Iniesta es acertada. Mucha gente me ha escrito y dice que es tarjeta roja; no, porque el jugador de Atlético de Madrid todavía no tenía la posesión de la pelota; entonces, no podía decretar la roja y por eso la deja en amarilla. En mi opinión, reglamentariamente está bien aplicada la amonestación.
El arbitraje no influyó en el marcador, afortunadamente para el silbante italiano; tuvo unos detalles en la calificación de faltas.
En cuanto al arbitraje que se desarrolla en Europa es muy similar al de otras partes del mundo. Los árbitros no quieren expulsar, permiten muchas protestas, agresiones; tal parece que tienen la presión de los directivos de no expulsar y que los partidos terminen 11 contra 11. Esto pasa a nivel mundial; lo vemos en Europa, en América, en México, en cualquier parte; pero son instrucciones que les dan y tienen que seguirlas, aunque no sea su estilo de arbitraje. Desafortunadamente, acatan órdenes y tienen que permitir cualquier cantidad de faltas, de patadas, y los equipos que tienen que terminar con 10 o nueve jugadores lo hacen completos.
En la cuestión técnica, Rizzoli está bien; tiene buena ubicación, corre bien. Es un árbitro con mucha condición física. Tiene una buena lectura de partido. Siempre está cerca de las decisiones y la muestra es la última jugada de Iniesta; casi para terminar el partido pegó una carrera de cancha a cancha y estuvo a casi tres metros de donde Iniesta metió la mano.