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Contraataque corto

BUENOS AIRES -- El debut de la Selección en la Copa América dejó, al margen del resultado, una serie de indicios favorables.

1. En primer lugar, luego de largas elucubraciones, misterios y esperas, Lionel Messi, como señalaba el sentido común, se sentó en el banco de los suplentes y miró el partido como un hincha más o menos entusiasta. Sus compañeros no lo echaron en falta. No sólo porque Nicolás Gaitán hizo de Leo a la perfección (hasta en la talla y el estilo se le parece). Todo el equipo generó un repertorio ofensivo que garantizó llegadas al por mayor. De hecho, el marcador tendría que haber sido más generoso.

2. Argentina retoma –más por decisión y perfil de sus futbolistas que por imposición del entrenador Gerardo Martino– un lenguaje contragolpeador. A simple vista y para la ortodoxia, puede sonar como una actitud defensiva y oportunista más que de protagonismo. Sin embargo, es evidente que, al igual que en la eliminatoria para el Mundial de Brasil, este abordaje es el que prefieren los jugadores clave. El que les cuadra a medida para su naturaleza expeditiva. No se trata de un contragolpe de toda la cancha, que nace del refugio defensivo.

El dispositivo de la Selección, basado en una velocidad supersónica, prevé una presión lejos de su retaguardia. Una vez conseguida la pelota –una vez forzado el error en la salida adversaria–, los ágiles atacantes y mediocampistas se lanzan a una réplica corta y con una enorme ventaja posicional. De este modo llegaron los dos goles y de este modo pudieron caer varios más. La precisión, que ante Chile estuvo presente, es el ingrediente clave cuando los movimientos son a ritmo intensivo.

Habrá que ver qué ocurre cuando el adversario, decida aglutinarse atrás y salga salteando líneas, a pelotazo limpio. Tarea para Martino. De este modo y luego de algunas vacilaciones peligrosas, el equipo se encamina a definir una identidad. Quizá colisiona con el discurso de la tenencia y la elaboración con el que suele identificarse a Martino, pero ha demostrado una indudable eficacia.

3. La línea de cuatro se consolida. Sobre todo, los que tienen menos historia en el equipo, Gabriel Mercado y Ramiro Funes Mori. Lo más importante: achican hacia adelante en forma sincronizada. Una necesidad para el planteo de réplica breve que pretende ensayar el equipo.

4. Ever Banega se presenta como un organizador muy confiable. Seguro con la pelota, solidario en la recuperación, con mirada estratégica y gran habilidad. Fue indispensable en el funcionamiento y se ganó el lugar de titular indiscutido. Ese que alguna vez se mereció Pastore.

5. Después de un tiempo de hegemonía de Agüero en el centro del ataque, Higuaín retomó el puesto desde el vamos. Lejos de encapricharse con un gol que refrendara su campaña asombrosa en el calcio, jugó en equipo. Se avino a pivotar y a habilitar el juego por los laterales tanto como a buscar entre los centrales enemigos. Di María, de gran faena, y Gaitán, lo rodearon convenientemente. La mayor fortaleza argentina, más allá de los detalles de diseño, sigue siendo su poderío en ataque. Incluso con Leo en el banco de los suplentes.