BUENOS AIRES -- La realidad no se puede discutir. En una jornada histórica, Lionel Messi se convirtió en el máximo goleador de la Selección argentina igualando nada menos que a una gloria como Gabriel Batistuta. La estadística es contundente. Sin embargo, más allá de los números, podemos analizar la importancia que tuvieron los goles de la Pulga con la albiceleste. Y la realidad en este caso indica que no tuvieron la trascendencia de los de Maradona o Batistuta.
Repasando los tantos del rosarino nos encontramos con algunas curiosidades: de los 54, 27 fueron en partidos amistosos. No aparecen en encuentros oficiales conquistas ante Brasil, por ejemplo, el máximo rival, o Alemania, la sombra negra de Argentina en los últimos Mundiales. Más: si bien marcó en Copas del Mundo (cuatro en Brasil y uno en Alemania), nunca pudo festejar en partidos de eliminación directa, jugados a partir de octavos de final. Tampoco en las finales de Copa América: en las dos que disputó, ante Brasil (derrota por 3 a 0) y Chile (0-0, y caída en los penales) el talento brilló por su ausencia. ¿Tendrá desquite ahora?
El Bati fue determinante en las dos últimas Copa América que ganó la Argentina. En la de 1991, donde la fase final se disputó en un todos contra todos junto con Brasil, Chile y Colombia, los goles de Batistuta fueron decisivos en los partidos ante Brasil y Colombia (uno en cada encuentro, donde la Argentina ganó). En la Copa de 1993, hizo los dos en la final ante México (triunfo por 2 a 1).
Si bien es cierto que Batistuta es el máximo anotador argentino en Mundiales (suma 10 tantos), también es cierto que sus goles no tuvieron el mismo peso que en otros encuentros. Sí, para resaltar, está el gol que les marcó a los ingleses de penal en 1998, por octavos de final, partido que Argentina ganó tras empatar 2 a 2 e imponerse en los penales.
El Bati marcó los 54 goles en 77 partidos (sólo 14 en amistosos), mientras que la Pulga los hizo jugando 111. Batistuta convirtió 23 entre Copa América y Mundiales; Messi, por ahora, 12. A favor de Leo puede decirse que los hizo jugando en otra posición: Batistuta, como nueve clásico, siempre estuvo más cerca de área.
¿Qué podemos decir de Maradona? Brilló en dos Mundiales. El de 1986, donde Argentina salió campeón, lo mostró en su máximo esplendor: el gol a Italia, los dos ante Inglaterra en cuartos y el doblete ante Bélgica, en semifinales, le dieron categoría de Dios y de héroe. En el Mundial del '90, lesionado y en una pierna, con el tobillo inflamado como una pelota de tenis, se puso el equipo al hombro para llegar a la final.
Lío está en deuda con la selección. Obvio, no por la cantidad de goles que logró, sino porque cuesta encontrarlos ante selecciones de primer nivel y en choques a todo o nada. No hay definiciones de la Pulga en momentos importantes y en partidos decisivos. En el último Mundial, la potencia goleadora de la primera ronda ante rivales de menor jerarquía (Bosnia, Nigeria e Irán) desapareció a partir de octavos de final: cuatro partidos, ningún gol. Y no mucho para destacar. En Sudáfrica 2010, la Argentina se fue sin pena ni gloria tras caer goleada 4 a 0 por Alemania. En ese Mundial, Messi no marcó ningún gol. El Mundial de 2006 lo tiene con un tanto, aunque jugó poco: recién estaba dando los primeros pasos con el equipo nacional.
Lo cierto es que nadie puede discutir a Messi y su talento: es desde hace rato el mejor del mundo. Lo demuestra todos los fines de semana en el Barcelona. Con la Selección, todavía le falta dar ese plus que tienen todos los grandes. Les debe a los argentinos (y a él mismo) ese o esos partidos históricos, memorables, que quedan marcados a fuego en la memoria del hincha.
Esta Copa América puede convertirse en la primera conquista de Messi con la Selección mayor. Y aunque es un torneo devaluado, terminaría con la sequía de 23 años sin títulos. Luego quedará la gran revancha, la Copa más valiosa, y deberá buscarla en el Mundial de Rusia 2018. Recién tiene 28 años, y no le faltarán oportunidades para conseguir cosas importantes con el equipo nacional.