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La noche ante Palmeiras en la que Juan Román Riquelme puso al Morumbí y a Brasil a sus pies

Boca Juniors se medirá con Palmeiras en semifinales de la CONMEBOL Libertadores y su actual vicepresidente, Juan Román Riquelme sabe muy bien lo que es esta instancia y sobre todo este mismo rival.

En las semifinales de la Libertadores 2001 se produjo este mismo cruce y el 10 Xeneize tuvo una de sus mejores actuaciones individuales en el siempre difícil Estadio Morumbí, por el encuentro de vuelta.

La ida había terminado 2-2 con goles de Guillermo Barros Schelotto y Antonio Barijho. Ninguno de los dos estuvo disponible para este encuentro, lo que llevó a Carlos Bianchi a cambiar radicalmente y colocar a Román en una posición diferente a lo que estaba acostumbrado, como un 'falso 9', teniendo aún más responsabilidades en comandar los ataques.

Este nuevo desafío para el joven de 22 años solo hizo que agigantara su presencia. Al minuto de juego ya fue importante, envió un pase filtrado para Christian Giménez, que fue interceptado parcialmente por dos defensores, pero en el rebote del remate del 'Chaco'', apareció Walter Gaitán para empujarla y poner el 1-0 rápidamente.

Siempre dueño de los ataques, iniciando de espaldas, pero poniendo de frente a sus compañeros, dejó solo nuevamente a Giménez a los 11 minutos, quién remató apenas desviado y se perdió el segundo.

Pocos minutos después llegó su gran gol. Con balón dominado pasó mitad de cancha y tras eludir a un rival y aprovechando una defensa en retroceso, amagó un par de veces para abrir un hueco y rematar cruzado para dejar sin nada que hacer a Marcos, colocando un rápido 2-0 y desatando la alegría y el festejo de Bianchi, que se encontraba en uno de los palcos del estadio cumpliendo una sanción.

Sus rivales no podían sacarle la pelota y solo podían recurrir a las faltas y el juego brusco, en un partido que de por sí ya era caliente pero fue elevando la temperatura hasta convertirse en un hervidero, con agresiones de un hincha que invadió el campo a un juez de línea, un brutal pisotón a Mauricio Serna y el ataque al Virrey en el entretiempo, mientras volvía a su palco, con un impacto de un proyectil que le produjo un corte en la cabeza.

Ante este clima belicoso, Riquelme recurrió a lo que siempre hizo mejor, manejar los tiempos del juego teniendo siempre en sus pies a su gran amiga, la pelota y soportando los embates de los rivales que solo podían intentar sacársela a las patadas o choques.

A los 11 del complemento, de una de esas tantas infracciones, Marcos evitó lo que era un golazo increíble de tiro libre de Román.

Con el correr de los minutos, Palmeiras fue creciendo y llegó al empate en el partido y la serie y el 10 continuó siendo el faro del equipo, el jugador a buscar y el que llevaba calma en los momentos más calientes del juego.

Tras el final del partido, llegaron los penales y Riquelme se hizo cargo del primero, para muchos, el más difícil y caliente. Román no dudo y cruzó el remate arriba para colocar la primera ventaja para Boca.

El Xeneize avanzó desde los 12 pasos a su segunda final consecutiva, con Juan Román Riquelme siendo la gran estrella y deslumbrando a propios y extraños.

A partir de 2000 y las constantes funciones de fútbol de Román en tierras brasileñas una generación de jóvenes lo adoptó como referente y al día de hoy hay más de 14 mil personas que tienen Riquelme o alguna deformación similar como su primer nombre, según el último censo en Brasil. Hay multitud de jóvenes bautizados como Rikelme, Rikelmy, Rickelmi, Riquelmy, Rickelme o Ryquelme.

El mítico Ronaldo Nazario dijo alguna vez sobre esa actuación: "A Riquelme yo le vi hacer cosas increíbles con el balón. Tiene talento natural y es un líder. A veces no creo las tonterías que dicen, de que es lento y todas esos reproches que le hacen. Todo Brasil se quedó alucinado por cómo jugó. Sólo un fenómeno hace lo que él hizo aquella noche".

Se aproxima un nuevo duelo entre Boca y Palmeiras y Román espera pasarle un poco de su magia a sus jugadores.