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Jugadores quieren a Henry titular

PRETORIA -- Thierry Henry, resignado a ver el Mundial desde el banquillo, se ha encontrado con un apoyo inesperado, el de la mayor parte de sus colegas internacionales que han pedido al seleccionador, Raymond Domenech, que lo reintegre en la titularidad tras la mala imagen mostrada por el equipo.

El delantero del Barcelona es el protagonista de la nueva rebelión en el seno de la concentración francesa, que está siendo todo menos el remanso de paz que había soñado Domenech a tres días de su debut frente a Uruguay.

Como hace cuatro años en Alemania, cuando los jugadores, liderados entonces por Zinedine Zidane, plantaron cara a las decisiones del técnico, Sudáfrica ha vuelto a vivir una revolución francesa.

Entonces, los internacionales pidieron más ataque después de que Francia empatara en su debut frente a Suiza (0-0). Zizou y los sublevados se salieron con la suya y los galos alcanzaron, contra todo pronóstico, la final de Berlín.

Ahora no quieren un cambio táctico. Los más veteranos están conformes con el 4-3-3 que viene alienado el seleccionador culpan de los malos resultados a la deficiente selección de personal.

En el punto de mira están dos jugadores, Yohann Gourcuff y Sidney Govou, según los observadores de la selección, mientras que el grito en favor de la restitución de Henry en la titularidad es cada día más ensordecedor.

El barcelonista es el único superviviente de la victoria francesa de 1998, el más veterano junto con William Gallas (nacieron el mismo día), y el que partía como líder indiscutible del grupo.

Hasta que se supo que Domenech había pensado en no convocarle por su mediocre temporada con el Barcelona. El seleccionador decidió finalmente llamarle a cambio de que aceptara su condición de suplente.

En los planes del técnico no entraba el influjo que el delantero mantiene sobre el grupo, lo que le ha propulsado a ser el primer foco de revuelta apenas los resultados y la imagen del equipo han entristecido el ambiente de la selección.

El empate a 1 contra Túnez y, sobre todo, la derrota frente a China (0-1) en el último amistoso previo a la llegada del equipo a Sudáfrica, han corrompido el ambiente.

En el centro de las críticas la actuación de algunos jugadores, sobre todo en el sector ofensivo del esquema.

Desde fuera, es Nicolas Anelka quien ha despertado más dudas, pero a nivel interno los Bleus se ceban con dos compañeros. Y por motivos diferentes.

A Gourcuff le consideran un "enchufado" que ha logrado el puesto clave de la selección sin apenas haber tenido que ganárselo. Su posición en la columna vertebral del equipo no ha venido seguida de un gran rendimiento y eso ha hecho aflorar las primeras rencillas.

Su imagen de eterno chico bueno, su tono de sabiondo en los comentarios y su escaso peso en el juego del equipo le han apartado de buena parte de sus compañeros. Sobre todo, de los más veteranos.

Éstos han pedido que le siente en el banquillo en beneficio de Abou Diaby, mucho más eficaz cuando ha entrado en juego.

La prensa ha comenzado a desempolvar los vídeos de los últimos partidos y ha encontrado, por ejemplo, casos en los que al jugador del Girondins de Burdeos no le pasan la pelota. En particular un momento en el que Franck Ribéry le confisca el balón cuando Gourcuff se disponía a lanzar una falta.

Diferente es el caso de Govou, contra quien no tendrían nada personal, pero al que consideran el eslabón más débil del ataque, un puesto que les gustaría ver reforzado con el retorno de Henry a la titularidad.

Para los veteranos franceses, el jugador del Barça es el atacante perfecto para relanzar las opciones galas. La opción pasa por asignarle la posición de delantero centro y situar a Anelka a la derecha, puesto que ahora ocupa Govou.

La revolución de los jugadores es el último capítulo del mal ambiente que vive la concentración francesa. El seleccionador tuvo que defenderse de las acusaciones de la secretaria de Estado para el Deporte, Rama Yade, que criticó el lujo y la ostentación del lugar de concentración de Francia en Knysna, al sur del país, un dispendio que consideró una provocación en tiempos de crisis.

"España se conforma con un campus universitario. Yo prefiero que Francia nos maraville por sus resultados y no por el brillo de los hoteles. He apelado a su decencia en tiempos de crisis", afirmó la joven promesa de la política francesa.

Domenech aseguró que no buscó el lujo, sino las mejores condiciones posibles para que sus hombres preparasen el Mundial y para que no tuvieran excusas si el resultado no es el deseado. Por el momento, Knysna se parece más al Versalles pre-revolucionario que al remanso de tranquilidad que soñaba el seleccionador.