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El gol que Diego Maradona hizo dos veces

BUENOS AIRES -- Hace un par de días me llegó un mail de mi amiga Idalina, una mulata dominicana que conozco hace muchos años, pero sin embargo nos vemos dos o tres veces cada diez años. Pero cuando nos vemos la rompemos, y eso es lo importante...

Nos encontramos en el bar La Morena, en el barrio sagrado de Constitución.

- Cucu, hay una gran fiesta en una bailanta del Pasaje O'Brian, es esta noche, ¿vamos juntos a rememorar viejas épocas?

Cuando llegué al bar, la rocola reventaba enviando a todo el ambiente unas bachatas pegadizas y luego unos reggaetones ruidosos. Idalina no estaba sola, estaba acompaña por un señor que no pude identificar bien en la oscuridad del bar. En su mesa habían varias botellas de whisky vacías. Me sorprendió porque Idalina no es de tomar whisky...

- ¡Cucu, mirá a quien tengo acá, conmigo!, me gritó apenas me vio ingresar.
- ¿Quién es?
- ¿No lo conocés? Miralo bien, vino a bailar especialmente con nosotros a la bailanta.

Cuando vi al señor que estaba con Idalina, me di cuenta que era Diego Armando Maradona. No lo pude creer, pensé que era un doble, una broma negra de Idalina. Pero cuando lo escuché hablar se me puso la piel de gallina.

- Cucu, genio, sentate, sigo tus columnas en ESPN a muerte desde hace muchos años... Tomate un vasito de whisky así te relajás y luego nos vamos a bailar cumbia hasta deshidratarnos.

Quedé petrificado. De pronto, Diego se paró y ya estábamos en medio de la bailanta cumbeanteando entre miles de personas.

- ¿Qué se festeja hoy en el baile?
- Los treinta años...
- ¿Qué treinta años?
- Los treinta años del gol que le hice a los ingleses y hoy en exclusivo vamos a volver a ese momento histórico, me dijo Diego y quedé super flasheado.
- ¿Qué?
- Sí, Cucu, quiero hacerlo por segunda vez y me tenés que dar una mano.

Pensé que le habían metido algo al whisky. Entonces sentí un estrépito, un fuerte sacudón y luego un temblor como si un terremoto se estuviera despertando. Miré por la ventana hacia la calle y vi que estábamos volando a la altura de las nubes. La gente gritaba Diego, Diego, Diego...

- No tengas miedo, Cucu, es la bailanta que está volando... me dijo Idalina.

Yo me quería morir, de pronto sentí mucho calor y un silencio ruidoso. Retrocedimos en el tiempo y ahora estamos en México en junio de 1986. Cachaca Pirú, la bailanta, estaba encima del estadio y abajo se veía a un Diego joven bailando a medio equipo de Inglaterra.

- ¿Como te sentías en ese partido?, se me ocurrió preguntarle a Diego.
- Fenómeno, siempre supe que le iba a hacerle dos goles a Inglaterra, lo que nunca soñé es hacerle un gol de esa manera, tan... argentina.

La bailanta se sacudía y alentaba al equipo argentino, mientras todo el estadio lleno de mexicanos alentaba a Inglaterra. “Eso me dolió mucho”, me dice Diego.

La bailanta comenzó a descender casi hasta el césped del estadio, Diego, nuestro Diego actual saltó al campo y empujó al Diego joven y corrió haciendo exactamente la misma jugada con el mismo gol.

¡Diego fue capaz de hacerlo dos veces! Casi le arrancamos la cabeza a Batista. Entonces, para que Diego no se quede en el pasado, salté a la cancha y lo agarré del brazo. La nave ya se elevaba con ganas de dejarnos.

Ruggeri y el Tata Brown, jóvenes, nos ayudaron a subirnos justo cuando la nave se elevaba gritando el golazo estruendoso que se escuchó en todo México y tuve la oportunidad de abrazar a Diego luego de su gol convertido por segunda vez.