Damián Didonato 10y

Un rey justo

RIO DE JANEIRO (Enviado especial) -- Alemania es el campeón del mundo porque fue la mejor Selección del torneo. De eso nadie puede tener dudas. Fue la que mejor juego mostró, la que más goles hizo, la que siempre propuso, la que tuvo una identidad definida. Sin embargo, su actuación en la final no fue la mejor y estuvo a punto de perder contra una Argentina ordenada e intensa que falló demasiado en la definición. Pero apareció Mario Götze sobre el final y le dio el cuarto título a los teutones.

No comenzó nada bien el día para el conjunto de Joachim Löw. En la entrada en calor se lesionó Sami Khedira, una de las grandes figuras del 7-1 histórico ante Brasil y el socio perfecto de Bastian Schweinsteiger en la mitad de la cancha. En su lugar jugó Cristoph Kramer, quien sufrió un golpe y debió abandonar la cancha en el primer tiempo. El ingreso de André Schürrle le dio más variantes ofensivas al equipo.

La Selección de Löw tiene un estilo claro: posesión, circulación rápida y utilización de todo el ancho del campo de juego. Atacan todos y retroceden todos. Esa es la idea que desde hace años se ve en el combinado alemán, que ganó su primer título importante con esta generación de lujo. Contra Argentina sufrió en el retroceso y tuvo algunas dificultades defensivas, pero aprovechó su oportunidad más clara y por eso ganó.

La figura de la final fue Schweinsteiger, por despliegue y porque entiende el juego mejor que nadie. Fue el líder futbolístico del campeón y el encargado de manejar los tiempos. En el particular esquema de 4-1-4-1 que utiliza Löw, el jugador de Bayern Múnich parte como el mediocampista más retrasado, pero en realidad es quien inicia cada uno de los ataques. La salida de Kramer lo dejó más sólo, pero también le dio más aire, ya que Argentina no le tapaba la salida y jugaba con bastante libertad.

Schweinsteiger manejó los hilos con categoría y se sacrificó cuando el trámite del juego lo necesitó. Por delante de él, volvió a tener una buena actuación Toni Kroos, uno de los futbolistas más desequilibrantes del torneo. Es cierto que un error suyo casi provoca un gol de Argentina, pero el futuro mediocampista de Real Madrid volvió a exhibir todo su talento y, aunque no tuvo opciones de gol claras, tocó siempre con criterio y fue útil para el equipo.

Thomas Müller jugó casi como wing derecho, algo le quita peso ofensivo a Alemania pero le da volumen de juego por las bandas y además libera un poco el centro para que Miroslav Klose se mueva con mayor comodidad. A pesar de que el máximo goleador histórico de los Mundiales no tuvo opciones claras, Müller sí fue importante en su función, sobre todo durante el primer tiempo.

Hablar de individualidades en esta Alemania puede parecer injusto, porque la gran fortaleza del campeón mundial es el juego colectivo, la capacidad de moverse como un todo. Alemania ataca en bloque y defiende en bloque. Nunca las piezas se mueven por separado, siempre lo hacen como parte de un plan global. En el choque ante Argentina, hubo menos precisión que de costumbre y por eso sufrió más. Aunque mantuvo la idea y nunca abandonó las formas que lo llevaron hasta el Maracaná.

Otro de los interprétes imprescindibles para llevar a cabo el juego alemán es Philip Lahm. El capitán es la pieza clave para hacer el campo de juego lo más ancho posible. Fue uno de los mejores de la final por despliegue y porque casi siempre terminó bien las jugadas. Además, retrocedió con criterio y no perdió en los mano a mano. Comenzó el Mundial jugando en el centro, pero el cambio a su posición original lo favoreció y mucho. Fue el mejor lateral derecho de la Copa.

Otra de las razones de la victoria alemana ante Argentina fueron los cambios. Löw se la jugó en los dos y acertó a lo grande. El primero fue el menos esperado. Tras la lesión de Kramer, todos esperaban un mediocampista de más corte defensivo, pero se decidió por Andre Schurrle, delantero que puede jugar un poco más retrasado. El hombre de Chelsea se paró por detrás de Klose y fue uno de los más peligroso de su equipo. De hecho, tuvo una chance de gol muy clara con un remate desde afuera.

La otra modificación clave fue el ingreso de Mario Götze. El jugador de Bayern Munich fue titular los dos primeros encuestros y luego perdió el lugar. Lejos de desanimarse, siguió trabajando y el destino le dio un premio gigante, ya que marcó el gol de la consagración alemana. Entró para darle oxígeno al ataque y aprovechó la única clara que tuvo. Gracias a ese gol, ya forma parte de la historia del fútbol teutón.

En definitiva, Alemania fue un justo campeón y ganó la final porque aprovechó su oportunidad, algo que Argentina no hizo. Tuvo más tiempo la pelota pero muchas veces no supo cómo entrarle al sólido sistema defensivo de su rival. Además, demostró tener carácter para jugar este tipo de partidos, algo que este grupo de futbolistas todavía no había hecho. En el Maracaná, se recibieron de héroes.

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