<
>

El Barcelona está tocado

BARCELONA -- Al cabo de 34 partidos, desde el partido de la Supercopa de agosto de 2013 frente al Atlético de Madrid (0-0) el Barcelona se quedó sin marcar en el Camp Nou. Después de 14 victorias y tres empates desde el 2-3 contra el Valencia el 1 de febrero, el equipo azulgrana volvió a perder un partido de Liga en casa. Datos, fríos, que muestran las dudas que azotan el presente del equipo de Luis Enrique.

"Estoy cabreado por no haber materializado un partido que nos hubiera ido bien ganar, pero forma parte del proceso y de la temporada", aseveró apenas acabar el duelo contra el Celta el entrenador azulgrana, rechazando cualquier preocupación por el juego del equipo.

La preocupación que rechazó el técnico existe, sin disimulo, en el entorno del club. Todas las ocasiones que malogró su equipo no ocultaron un déficit. Verticalidad absoluta, urgencia en el remate, laterales profundos y absoluta falta de combinación. Existe la sospecha de que el equipo de Luis Enrique está formado por un grupo de excelentes futbolistas con un alarmante déficit colectivo.

Se ataca y se defiende sin que el balón circule sentido en el centro. Y ahí es donde se echa de menos la personalidad misma de un equipo al que Rijkaard primero y Guardiola después devolvieron su denominación de origen.

"El Barça es un equipo que debe jugar bien para ganar", dijo un día, ya lejano, el hoy entrenador del Bayern. No se refería a un partido en concreto, sino al devenir de una temporada. El Barça que perdió contra el Celta, alejado de su filosofía, sin un plan de juego, sin entregarse al rondo que le hizo eterno, puede ganar partidos pero difícilmente puede alcanzar el éxito.

Llevado al límite podría ponerse como ejemplo el último partido del pasado campeonato. Tenía en su mano el título... Fue incapaz de conseguirlo en el Camp Nou frente al Atlético de Madrid. La personalidad en sí misma.

Donde antes corría el balón ahora corren los jugadores, donde antes había pausa ahora hay desequilibrio. Este sábado, sin ir más lejos, llegó un momento en que Messi se reinventó y volvió a mostrar una imagen del pasado reciente, retrasándose hasta el centro del campo para iniciar una jugada que en condiciones normales sería labor de esos centrocampistas invisibles que perdieron toda su trascendencia.

El Barça ataca por su potencial y defiende por su necesidad, pero no elabora por su íntimo carácter que le convirtió en el representante máximo de una idea de fútbol más concreto. Y es ahí donde se aprecian todos sus defectos.