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El miedo de Floyd, el miedo de Cotto

Ya sabemos que Miguel Ángel Cotto desistió de enfrentar a Saúl "Canelo" Alvarez y también presumimos que Floyd Mayweather desistirá de enfrentar a Manny Pacquiao. Eran peleas cuya realización estaba muy adelantada. El año 2014 finalizó con esa esperanzadora agenda en las expectativas de los fanáticos. Parecía un mero trámite cerrar los pocos detalles que restaban. Pero todo se cayó. Cotto sería una opción para Mayweather, Canelo pelearía contra James Kirkland y, tal vez, Pacquiao con Amir Khan.

¿Qué factor pudo incidir para que sucedieran las cosas de esa manera? Los motivos son muchos, aunque en el caso de Floyd, su historia nos enseña bastante sobre sus erráticas decisiones. Sin embargo en este comienzo del 2015 existe un denominador común en las decisiones de Miguel Cotto y Floyd Mayweather: el miedo. Y es bueno aclarar que significa y de donde proviene.

En el boxeo de elite, cuando se negocia una batalla de alto nivel mediático, hay dos factores que se tienen en cuenta para encausar la estrategia de la negociación: el aspecto deportivo y el aspecto económico. Ninguno de esos dos aspectos, en forma separada, provoca temor a cualquiera de los pugilistas involucrados. No obstante, cuando los dos factores (el deportivo y el económico) se unen, las cosas cambian y los riesgos toman una dimensión que, como en este caso, puede ser aterradora. Y en esta oportunidad, el riesgo era una circunstancia real. Los dos, Miguel Angel Cotto y Floyd Mayweather Jr., iban a enfrentar a rivales difíciles, asumiendo el riesgo de ser derrotados.

Veamos el por qué.

¿POR QUÉ GANARÍA PACQUIAO? ¿POR QUÉ GANARÍA CANELO?

Manny Pacquiao es un zurdo, agresivo, de estilo imprevisible, rápido, de fuerte pegada con las dos manos, que puede golpear desde cualquier ángulo y aún lanzar metralla desde cualquier posición inverosímil. No es un rival a modo de Mayweather, ni tampoco el más adecuado para sostener su condición inmaculada en el ranking. O sea, no hay certezas de que pueda sobrevivir y peor que eso, las chances de perder son demasiado claras y perceptibles.

Saúl "Canelo" Álvarez es un púgil que sufre cuando debe asumir protagonismos ofensivos. Es lento, tosco para cortar el ring, no tiene juego de piernas y ello le impide trabajar desde los ángulos o sorprender con combinaciones rápidas por el centro. El desempeño de Canelo nunca depende de sus virtudes, más bien está supeditado al estilo del oponente. Sus posibilidades de victoria, aumentan ante hombres que se mueven siempre en sentido ofensivo, que lanzan mucho, pero golpean poco y que no son demasiado rápidos a la hora de soltar sus combinaciones.

Miguel Cotto reúne todos esos requisitos. Su estilo se adecúa como anillo al dedo a lo que mejor sabe hacer el mexicano, esperar, contragolpear arriba o castigar sobre la línea de cintura cuando el rival va entrando a su radio de acción.

EL MIEDO DE FLOYD

Floyd y Cotto caminaban hacia un resultado incierto y donde ser vencidos no era una utopía. Es en ese punto donde se unen el factor deportivo y el económico. Y de esa unión nació el miedo a perder. Esa es la gran verdad, el factor crucial que parece estar obligándolos a arriesgar en una revancha con resultado cantado y cuyo posible éxito económico es imposible de predecir. Pero lo económico, esta vez no parece pesar tanto como lo deportivo. Esa es la ecuación que define el espíritu de esta columna.

Para Floyd, perder con Pacquiao a esta altura de su carrera, sería lapidario en términos deportivos. No solo perdería el invicto, también desnudaría la verdadera cara de sus limitadas virtudes y eso bastaría para que entrara a la historia por la puerta de atrás. ¿Qué campeón es ese, que mejor Libra por Libra es ese, que no consigue vencer al mejor rival de su generación, al que venía evitando desde hacía seis años?

No sabemos si todo eso pesa en la balanza de las decisiones que pueda tomar o ya haya tomado Floyd, pero si se confirma que no va contra el filipino, el miedo será el único argumento razonable para explicar lo inexplicable. Un miedo heredado y que tiene un padre putativo: su asesor y representante, Al Haymon. Es el sello del enigmático promotor, proteger la carrera inmaculada de sus protegidos bajo cualquier precio, evitando los riesgos y manejando más que el compromiso con la historia de sus campeones, el compromiso con la estadística.

Así fue que mandó a Peter Quillin a renunciar a su título mediano para evitar un cruce con Gennady Golovkin o así también se negó a que Adonis Stevenson enfrentara a Sergey Kovalev en una batalla obvia y que no admitía dilaciones. Con Floyd se da la misma historia. Valen más los números de su trayectoria o la posibilidad de agenciarse un título en otra división (medianos), que afrontar el reto de la historia: el desafío ante Pacquiao que lleva seis años esperando.

EL MIEDO DE COTTO

En el caso de Cotto, las razones de su negativa para enfrentar a Canelo, parecen estar más claras y no tienen ningún padre putativo. El boricua es su propio promotor, actividad para la que ha demostrado mejores cualidades que las deportivas. Luego de las brutales palizas que Cotto recibió a manos de Antonio Margarito y Manny Pacquiao, sumado a las derrotas ante Mayweather y un rival opaco como Austin Trout, todos apostábamos a su retiro prematuro del boxeo profesional.

Y no era para menos, desde noviembre del 2009 cuando cayó ante Pacquiao, las victorias de Cotto solo pesan en la estadística. En 2012 necesito 12 asaltos para vencer a un acabado Ricardo Mayorga, luego se tomó revancha con el también acabado Margarito al que nadie comprende como lo dejaron pelear ya que desde la brutal golpiza que padeció ante Manny Pacquiao, sufría una grave lesión ocular que casi le impide celebrar esa revancha.

Luego perdió con Floyd y Trout. Se especuló seriamente con su retiro, sin embargo regresó para noquear a un confundido Delvin Rodríguez, que estuvo muy lejos de sus grandes actuaciones. Luego, en su última pelea, Cotto ganó, sin sufrir, ni apretar el acelerador, a un disminuido Sergio "Maravilla" Martínez, que subió en una pierna, aceptó pelear sin condiciones, bajo la cómplice aceptación de los organismos rectores de la batalla y solo aguantó lo que su pierna quiso y Cotto le permitió.

De ser masacrado ante Margarito y Pacquiao, de perder ante un campeón limitado como Austin Trout y amenazar con abandonar el boxeo, Miguel Cotto se encontró con un oportunidad caída del cielo. Enfrentar en una batalla de trámite, a un campeón (Maravilla Martínez) que dos meses antes de la pelea, reconoció públicamente que no conseguía ni siquiera correr debido a la lesión de su rodilla.

Ya campeón de los medianos, sin ser mediano, era natural imaginar que difícilmente Cotto sobreviviría a una batalla contra un mediano natural. Por ello, Freddie Roach, se apresuró, por entonces, a descartar de plano una posible unificación contra Gennady Golovkin. El asunto era buscar el máximo de rendimiento a lo que el destino cruzó sobre el pecho del boricua: un cinturón universal que no le correspondía.

Ese mismo día, comenzó a gestarse la batalla de Cotto y Canelo. Una pelea puramente comercial, entre dos rivales con gancho mediático y que reeditarían la vieja rivalidad México-Puerto Rico, un aliciente que a los fanáticos hace olvidar las limitaciones de los dos oponentes.

Serían dos súper welters, dirimiendo el más emblemático de los cinturones mundiales: el de peso mediano CMB. La afición poca importancia le dio a ese detalle, se entusiasmó con el duelo y Miguel Cotto se encargó de alimentar ese entusiasmo, reconociendo una y otra vez que las negociaciones iban por buen camino. Sin embargo, en las últimas semanas todo pareció cambiar y efectivamente cambió. El boricua, no respetó sus propias palabras y abandonó el barco. Se dijo que hubo una oferta de Al Haymon, se dijo que la culpa fue del promotor Oscar de la Hoya por su terca intención de que la pelea se realizara el 2 de mayo y hasta hubo rumores que no había acuerdo sobre la sede del combate.

No tengo dudas que hubo una oferta de Haymon y no dudo que Miguel Ángel Cotto estaba deseando que existiera esa oferta. Para un promotor inteligente que conoce muy bien sus limitaciones y tenía muy claro cuál sería el resultado de una pelea contra Canelo, esta era la decisión obvia. Esa derrota, hubiera significado el final de su carrera deportiva.

Ahora, si se confirma su revancha, perderá nuevamente contra Floyd Mayweather Jr., ganará tal vez una bolsa similar o levemente inferior y mantendrá su carrera vigente. Después de todo, esto es un negocio y puede reavivar el combate contra Canelo más adelante. Después de todo, suena obvio por más que no se está respetando el deseo de los fanáticos.

"A MENUDO EL TEMOR DE UN MAL NOS LLEVA A CAER EN OTRO PEOR"

El poeta y crítico literario francés, Nicolas Boileau, tan lejos como en 1689, en una de sus frases más célebres, escribía que: "A menudo el temor de un mal nos lleva a caer en otro peor". Y esa definición se ajusta como anillo al dedo a lo que nos aprestamos a vivir si en este 2015, no sucede aquello que todos queremos que suceda.

Las peleas que la gente quiere ver, deben ser realizadas SI o SI. El interés del aficionado debe estar por encima de los intereses comerciales y los códigos por los cuales este deporte se ha regido a lo largo de toda su existencia, deben ser respetados. Especialmente, el compromiso ineludible que tiene todo campeón para demostrar siempre que merece esa distinción: enfrentar a los mejores.

Las decisiones que envuelven intereses económicos, por encima de los deportivos, podrían llevar el éxito del boxeo a una absoluta falta de credibilidad. Un despeñadero al que caerá el interés de los fanáticos, el deseo por comentar por parte de la prensa, el interés de la afición por la compra de boletos, la muerte definitiva del PPV y la indiferencia total hacia cualquier invento de "súper peleas" en las que ya nadie creerá. Y en ese rumbo vamos, empujados por el miedo de dos campeones a enfrentar su propio destino.

En un deporte rudo como el boxeo, donde el coraje es la primera condición que necesita todo individuo que esté dispuesto a soportar más de cincuenta golpes por asalto, mencionar la palabra "miedo" suena casi a una afrenta a la esencia misma de este deporte. Pero este verdadero culebrón que podría desembocar en la "revancha de resultado anunciado" entre Floyd Mayweather Jr. y Miguel Ángel Cotto, nació de esa palabra prohibida. El temor a perder, el temor a la derrota deportiva y el temor al exilio económico que, como probable consecuencia, les impide encarar a Manny Pacquiao y Saúl "Canelo" Alvarez.

En diciembre, lleno de entusiasmo, predije que este 2015 sería un año bisagra, un año de cambios positivos, donde veríamos a los mejores contra los mejores. En resumen, un año de esperanza. Ojalá que luego no deba reconocer que estaba equivocado y la denominación de "El Año del cambio", deba transformarla en "El Año del Miedo".