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El Tri, una mina de oro en EE.UU.

LOS ÁNGELES -- La selección mexicana sigue siendo un cheque al portador en territorio estadounidense. Y los aproximadamente 90 mil aficionados que se han dado cita en el Coliseo Memorial de Los Ángeles para el duelo de exhibición frente a Ecuador lo han constatado al producir una taquilla calculada entre tres y cuatro millones de dólares.

"Son partidos moleros", acuñó para la posteridad Ricardo 'Tuca' Ferreti, estratega brasileño, pero ya bien mexicanizado y alburero como el que más.

Sin embargo, es un Mole Tricolor que vende, que vende muy bien y que factura cada día más y mejor, mediante una sociedad entre la Federación Mexicana de Fútbol con Soccer United Marketing, el cual le permite a la Femexfut llevarse unos dos millones de dólares en cada encuentro en territorio estadounidense.

Se trata de una relación de promoción y de mercadeo que data de principios del presente siglo y que se encuentra ya en su cuarto ciclo mundialista, rumbo a Rusia 2018, con la consigna de organizar por lo menos cinco encuentros anuales a lo largo y ancho de la geografía estadounidense.

Un pacto que, de acuerdo a los más críticos, todavía no ha podido generar beneficios futbolísticos palpables para la selección, pero que ha llenado de billetes de color verde las arcas de la Femexfut, en un negocio más que redondo que, de acuerdo a su presidente, Justino Compeán, dejó una derrama económica superior a los 250 millones de dólares durante el proceso que condujo al Tri a la Copa Mundial de Brasil y que, de seguro, será superada en el presente ejercicio.

Fue por ello que durante el escabroso recorrido del Tri a lo largo de la eliminatoria de la Concacaf rumbo a Brasil, en la que el seleccionado azteca estuvo muy cerca de la eliminación, las pérdidas que hubiera dejado tal catástrofe para la federación, sus afiliados, clubes, jugadores, entrenadores, lo mismo que para las televisoras y el resto de los socios comerciales fue cuantificada en su momento en unos 650 millones de dólares.

Los patrocinadores oficiales son un total de 14 empresas afiliadas a la selección mexicana, al sur del Río Bravo, y otras 16 que pagan sumas calculadas en varios millones de dólares anuales en Estados Unidos, para asociar las ventas de sus productos con el Tri.

Debido a ello, en cada una de las transmisiones de los juegos del seleccionado mexicano, se producen dos diferentes señales de televisión, con cámaras apostadas en ambos costados de la cancha para poder proyectar a los diferentes anunciantes, de cada país, apostados a lo largo de las líneas de banda de la cancha.

Y es que la marca del Tri significa oro molido para empresas que buscan penetrar en un mercado valuado en tres mil millones de dólares, el valor del poder adquisitivo de los mexicanos y los mexicano-estadounidenses, más 35 millones de habitantes.

Porque, además, cuando se habla de la selección mexicana no solo se le vende al aficionado la pasión por su representativo nacional. También es un tema de identidad, de orgullo, de nostalgia y hasta de la posibilidad de poder ver por primera, y tal vez única vez, al Tri.

Porque si en épocas pasadas se consideraba que Los Ángeles y algunas otras ciudades de California eran la segunda casa de la selección mexicana, hoy en día, el Tri ha probado que puede llenar estadios en todo el territorio estadounidense (Atlanta, Denver, Carolina del Norte, Seattle, Chicago y Nueva York).

Y todo esto es música en los oídos de empresas como Allstate, AT&T, Visa, Coca-Cola, Wells Fargo, Castrol, NAPA, Home Depot, Kingsford, Bud Light, Behr Paints, Unilever, Makita y algunas otras.

Porque mientras que la FIFA ha venido perdiendo a sus patrocinadores, como es el caso de Sony, Emirates, Castrol, Continental y Johnson & Johnson, el Tri sigue con banderas desplegadas gracias al fervor de su afición en dos países, que se gastan un promedio de 10 mil y hasta los 30 mil dólares para acudir a los juegos de su selección nacional en Copas Mundiales.

Esos aficionados son los mismos que compraron 1.2 de millones de camisetas negras, cuando la jersey de este color fue presentado por Adidas para Sudáfrica 2010, y quienes en Brasil 2014 fueron los que más camisetas de su selección compraran, solo por detrás de los campeones del mundo, Alemania.

EL TRI DESATA ENTUSIASMO EN LOS ÁNGELES

Braulio Soto y Silvestre Solís, nativos de la población de Tlalpujahua, Michoacán, cumplieron uno de sus sueños este sábado 28 de marzo: presenciar por primera vez un juego de la selección mexicana.

"Estamos muy emocionados", expresaron en conversación con ESPNDeportes.

Ellos le van al América, son cuñados y trabajan como pintores. Pagaron 150 dólares por dos entradas para presenciar el encuentro frente a Ecuador, en el Coliseo Memorial.

Como muchos otros aficionados, Braulio y Silvestre optaron por el transporte público para trasladarse, un autobús del servicio urbano, que abordaron en la avenida Vermont.

Porque con los precios del estacionamiento, que alcanzan hasta los 60 dólares, la decisión parecía ser la más indicada. Además, al descender del bus, en la parada de la calle 39, los aficionados quedaban frente a la Feria del Futbol, que invariablemente acompaña a todos los juegos que el seleccionado mexicano celebra en Estados Unidos.

Antonio Castillo, originario de Tijuana, también utilizó este medio de transporte así como Isabel y Giselle, ataviadas con sendas camisetas del Tri, quienes, junto al resto de su familia, vinieron al juego desde Culver City.

El clima era ideal y junto a la explanada, la Feria futbolera del Tricolor ya estaba en su apogeo desde muy temprano, con la presencia de todas las marcas anunciantes asociadas con los encuentros de la selección mexicana, que, además de mercancía promocional, ofrecía juegos interactivos, concursos y varias canchas de futbol, donde los aficionados podían mostrar su habilidad con la pelota a cambio de algún premio.

Y como parte del festival futbolero-comercial estuvieron alguno exjugadores del equipo nacional como Luis Hernández, Carlos Hermosillo, Adolfo Ríos, entro otros.

Entre el mar de camisetas verdes, negras, anaranjadas, lo mismo que la nueva indumentaria y la blanca, que presenta el seleccionado de Miguel Herrera, aparecía alguna amarilla, la jersey que identifica a Ecuador.

"No, no me siento intimidada, después de todo, solo se trata de un juego, y aunque se trate de una competencia, simplemente hay que divertirnos", aseguró Linda Espinoza, nacida en Inglewood, California, pero de origen ecuatoriano, pues sus padres son de Guayaquil.

Otra camiseta ecuatoriana era la que vestía Víctor Garcés, que estaba acompañado de su novia, Lupita, quien orgullosa, portaba la verde mexicana, mientras ambos caminaban rumbo a la puerta 11 del estadio, donde había una enorme línea de aficionados esperando que se permitiera el ingreso inmueble.

En pleno río revuelto del pirateo, las camisetas del Tri se cotizaban a partir de los 18 dólares, en diferentes lugares.

- Oyes, está bonita la camiseta blanca que traes puesta, ¿es la nueva del Tri? ¿Cuánto te costó?, se escuchó preguntarle un aficionado a otro.

- 20 dólares.

- Uh, es de los callejones.