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Dos ideologías colapsan en L.A.

LOS ÁNGELES -- Que se rían los que todavía disfrutan del partido del All Star, lo que está mostrando la serie entre Los Angeles Clippers y San Antonio Spurs (3-3) es que se trata del verdadero juego de las estrellas.

Hay dos estilos fuertemente definidos. Por un lado, el inigualable de los tejanos, basado en el movimiento de balón, en su juego compartido, en su poderío perimetral y los chispazos estelares de sus jugadores. Por el otro, el absolutamente inconfundible de los Clippers, que dependen sobremanera de cómo se levanten Chris Paul y Blake Griffin, a partir de ahí hacen y deshacen a su antojo.

De suma importancia son DeAndre Jordan, J.J. Redick y Matt Barnes, pero si no carburan o CP3, o Griffin o los dos, apaga y vámonos. Fueron ellos los que dieron un paso al frente en el Juego 6 de esta eliminatoria. Ya lo dijo Gregg Popovich:

"En los playoffs, los jugadores dan un paso al frente. Paul y Griffin lo hicieron hoy (por el jueves) y estuvieron muy bien. Nosotros no podemos hacerlo de manera individual como han hecho ellos porque no tenemos ese talento, debemos hacerlo en grupo. La pelota se tiene que mover si no lo hace tenemos grandes problemas".

Así se resumió el descontento de un coach que tiene día y medio para que cale el toque de atención a sus pupilos. Mientras tanto, los Clippers están obligados a configurar un plan de acción ante la estrategia de Popovich de eclipsar a las dos estrellas del conjunto angelino en el último partido de la serie, el definitivo. Todo o nada en el Staples Center este sábado de locura deportiva donde entre otros eventos también se disputará el combate entre Floyd Mayweather y Manny Paquiao.

Si los locales logran repetir de manera continuada la imagen que mostraron sus dos jugadores más importantes en la segunda mitad del último partido tendrán muchas opciones de seguir adelante en los playoffs. Si los Spurs no se reencuentran consigo mismos, también. La ofensiva de los angelinos en los dos últimos cuartos fue clave para que se llevaran la victoria en el Juego 6. Lograron noquear a sus rivales con un 56.0 por ciento de efectividad tras haber conseguido un 43.4 por ciento en los dos primeros periodos.

La culpa fue de los dos de siempre. Paul todavía tenía en la retina las ocasiones que erró en varios puntos de la serie y que podrían haber hecho que alguna de las tres derrotas hubieran acabado con final feliz. Su actuación en el Juego 4, fue la mejor a efectos de anotaciones (34 puntos), sin embargo, otro gallo hubiera cantado de no haber sobresalido el jueves, cuando con 19 puntos y 15 asistencias se hizo dueño y señor de la cita.

Su agresividad en la segunda mitad le hizo artífice de 29 de los 51 puntos que anotó su equipo tras el descanso, ya sea por lanzamientos propios, como los ejecutados de manera sublime a falta de poco más de siete minutos para el final para ampliar la ventaja de los Clippers (uno de media distancia y un triple desde la esquina que puso cuesta arriba las opciones de los Spurs). Durante todo el Juego 6 CP3 anotó o asistió en 49 de los 102 puntos de los suyos y alcanzó 11 puntos más que en la media de la serie. Doc Rivers no le sacó de la duela en los 32:29 minutos finales y fue ahí donde Paul campó a sus anchas tras firmar parte de un 56.9 por ciento de los puntos de su equipo. Sus lanzamientos de media y larga distancia con 10 puntos (5-de-10 en la segunda mitad) que mejoró el 0-de-4 de la primera.

El otro que no falló fue Griffin. El jugador que mejores números está registrando en la serie amenazaba con llegar agotado al tramo final. Su alta participación le hacía llegar muy cansado a los últimos cuartos, donde llegó a alcanzar un balance de 4-de-21 en intentos a canasta, una cifra muy baja si la comparamos al 14-de-26 de los primeros periodos. En esta ocasión no hubo cansancio que le frenara y dio un paso al frente para constatar que si los Clippers se llevan esta serie es gracias a sus estrellas.

Anotó 18 puntos en los dos últimos periodos del Juego 6 para completar su hazaña con un total de 26 unidades. Se mostró especialmente letal con lanzamientos cercanos a la canasta y bajo el aro con un total de 6-de-11 en ese aspecto comparado al flojo 1-de-6 en la primera mitad. Hacía falta que Griffin y Paul dieran el do de pecho y lo hicieron para dejar todo abierto de cara al partido final de este sábado.

Ganará cualquiera en este juego de las estrellas, en esta la que debería ser la oda a al juego colectivo, a las alternativas, al movimiento del esférico, al juego en la pintura, en el perímetro... Todas las cartas están sobre la mesa con dos estilos de juego definidos que siguen elevando la serie de series a una altura inalcanzable por ninguna otra eliminatoria de primera ronda.