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LeBron-Blatt, una relación difícil

Tengo una pregunta para LeBron James, y espero que algún día considere responderla.

Una pregunta que puede ser realizada de varias maneras.

¿Qué tipo de coach quieres?

¿Bajo la dirección de qué coach te gustaría jugar?

¿A quién pueden contratar los Cleveland Cavaliers para que lo apoyes de forma significativa?

No tengo las respuestas a ninguna de esas preguntas. Ty Lue, coach asistente de los Cavs, es mi respuesta más aproximada.

Pero sí sé esto: LeBron James es un jugador muy brillante, demasiado grande, como para comportarse de la forma en cómo lo hizo con David Blatt durante las Finales NBA.

Literalmente, vimos a LeBron en su punto más alto y, de forma correspondiente, en el punto bajo, durante esos seis aguerridos juegos contra los Golden State Warriors. Los integrantes del staff de los Warriors, pese a que el equipo había ganado 67 juegos, sufrían por la noche ante el temor de la destrucción que generaba LeBron, como su genialidad para controlar el ritmo y echarse a la espalda una caricatura de roster para tomar ventaja de 2-1 en la serie, y de hecho, nos hizo pensar que los Cavs podrían ganar el título sin Kyrie Irving, Kevin Love y Anderson Varejao, todos fuera de circulación por lesiones.

Y de la misma forma vimos a LeBron maltratando a Blatt en formas que simplemente son inaceptables para un jugador de la estatura de James.

Yo lo vi de cerca, en mi rol como reportero de campo durante las Finales para ESPN Radio. LeBron esencialmente pedía los tiempos fuera y hacía los cambios. LeBron le gritaba abiertamente a Blatt luego de las decisiones que no le agradaban. LeBron a menudo se reunía con Lue y a menudo veía a cualquier persona excepto a Blatt.

En una ocasión, estaba detrás de la banca de Cleveland, y vi cómo LeBron movió su cabeza de manera categórica, protestando luego de que Blatt dibujara una jugada durante el tercer cuarto del Juego 5, lo que añadió a la más grande reprimenda no verbal que pudieran imaginarse.

Eso obligó a que Blatt, delante de todo su equipo, borrara todo lo que tenía en su pizarra, para dibujar una nueva jugada.

Entiendo que LeBron no tuvo nada qué ver en la contratación de Blatt y tuvo que lidiar con eso en circunstancias poco ideales. Pero la acción recién descrita me pareció algo poco favorecedor para un jugador que está entre los mejores de la historia.

Sin importar lo inepto que pueda ser su coach, como él piensa.

¿Cómo es que cualquiera de los Cavaliers va a tratar a Blatt con respeto, luego que LeBron lo trata, a simple vista, como un adorno más en la banca?

¿Cómo es que LeBron puede elogiar su propio liderazgo, tal y como lo realiza a menudo, cuando establece esa tónica?

Brian Windhorst, mi colega de ESPN.com y quien es uno de los periodistas con más autoridad para hablar de LeBron ya que lo ha seguido desde la preparatoria, declaró en el programa de SVP & Rusillo que el número 23 no tendría problema si la importación de la Euroliga sigue como coach de los Cavs, porque “le agrada tener a Blatt para maltratarlo”.

Y no creo que nadie en Cleveland le retaría eso.

Porque no pueden.

Por cierto, Blatt no está libre de culpa. En la NBA actual, es responsabilidad del coach ganarse el respeto y aceptación de los jugadores. Pese a que terminó con un empleo distinto al que había aceptado, ya que LeBron volvió a Ohio luego que Dan Gilbert había seleccionado personalmente al nativo de Boston de 55 años por encima de Alvin Gentry, Blatt debe aceptar una parte de la responsabilidad por no tener respeto. Es su trabajo convencer a los jugadores de que está listo para el reto.

Es más, le correspondía a Blatt hacer mejor uso de Timofey Mozgov –a la ofensiva y a la defensiva—luego de sus fallas en los Juegos 2 y 4. También le correspondía encontrar mejores esquemas para neutralizar a Andre Iguodala, quien tuvo la serie de su vida, en lugar de dejarlo sin marca juego tras juego y pedirle a Mozgov que fuera detrás de él. También podría esperarse que le sacara más jugo a J.R. Smith, luego que Blatt comprobó cuando dirigía fuera de Estados Unidos que tenía talento para lidiar con jugadores enigmáticos.

Pero la desconexión con LeBron no es justificación para nada de eso.

Aunque, les repito:

La extraordinaria actuación de LeBron en la serie, por encima de todo lo que ha efectuado para el Noreste de Ohio al volver al área y revitalizarla en verdad, no hace que nada de esto sea aceptable.

Esta farsa no puede continuar. No se trata de si Blatt merece volver para una segunda campaña, porque obviamente sí lo merece al llegar tan lejos en los playoffs –y con Cleveland mejorando su defensiva de forma tan drástica en postemporada—pese a todas las lesiones.

Esto simplemente se trata de que LeBron –si es que no puede aceptar a Blatt con más gusto para el futuro—vaya directo con Gilbert y le diga que contrate a Jeff Van Gundy, Tom Thibodeau o, como principal sospechoso: a Lue.

Alguien por el que está preparado para apoyar.

Apoyo como el que Tim Duncan le daba a Gregg Popovich mucho antes de que se convirtiera en ¡POP!

O como el tipo de apoyo que Iguodala, el recién nombrado MVP de las Finales, tuvo que dar a regañadientes cuando un coach novato de nombre Steve Kerr –con mucho menos experiencia que Blatt—llegó a Oakland y le dijo que necesitaba que entrara como relevo por primera vez en su carrera, cediéndole su sitio a Harrison Barnes para que Golden State funcionara de forma más eficiente.

Las nuevas alturas a las que llegó LeBron en estas finales, echándose a los hombros una carga más pesada que cualquier otra estrella en esta etapa y deteniendo a los Warriors como nadie más pudo, dejó pocas dudas de que él está entre los mejores cinco personajes que ha visto este deporte en su historia.

Pero cuando la gente me cuestiona por qué me atrevo a sugerir que Duncan merece consideración en la misma plática, aquí está mi respuesta: Timmy cubre todos los requisitos necesarios para ser el sostén de una franquicia.

A ocho años de distancia de aquellas Finales donde los Spurs de Duncan barrieron a un joven James y un grupo distinto de Cavs –ocho años después de que Duncan le dijo a un LeBron de 22 años que muy pronto dominaría la liga--, debo volver a la misma idea.

Es demasiado bueno como para comportarse de esta forma.