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Momentos eternos

Un año más. Si bien Manu Ginóbili confirmó que seguirá otra temporada junto a los San Antonio Spurs, su película deportiva se acerca a su epílogo y es momento de recorrer juntos la ruta que lo llevó a la eternidad.

¿Cuáles fueron los instantes que transformaron al soñador bahiense en el mejor jugador argentino de todos los tiempos?

Sin más preámbulo, pasen y vean.

1. El nacimiento de la leyenda.

Emanuel no era el más rápido, no era el más alto, no era el más fuerte. Pero sin embargo tuvo, desde chico, la perseverancia para transformar lo imposible en posible. Las marcas con lapiz en la cocina de su casa son la señal de su obsesión por el crecimiento, por convertirse en un jugador de nivel nacional como sus hermanos Sebastián y Leandro. Lágrimas por falta de centímetros y gotas de sudor desparramadas sobre el parquet por el sacrificio de mejorar. Veranos enteros de trabajo en soledad tendrían, con el tiempo, el premio mayor. Como los doce trabajos de Hércules, Manu primero tuvo que escalar cada peldaño con la incertidumbre de los héroes en nacimiento. Lo raro, entonces, llegaría después.

2. Su llegada a la Liga Nacional.

Oscar Sánchez fue el entrenador que confió, por primera vez, en Manu como jugador profesional. Amigo de la familia Ginóbili, 'Huevo' convenció a mamá Raquel y a papá Jorge de que ese chico desgarbado, que recién había pegado el estirón que lo catapultaría a la fama mundial, tenía destino de jugador profesional. Manu ni siquiera había terminado la escuela secundaria cuando se sumergió en La Rioja como juvenil. El 29 de noviembre de 1995, Huevo lo hizo debutar. Y a partir de ese momento, fue tirar de la punta del ovillo. La explosión de Manu como estrella doméstica se dio en Estudiantes de Bahía Blanca, un año después, cuando fue nombrado Jugador de Mayor Progreso de la LNB.

3. Su debut en la selección nacional.

Con sólo 21 años, Ginóbili debutó con el equipo albiceleste en el Mundial de Grecia 1998. El equipo, conducido en aquel entonces por Julio Lamas, cayó en cuartos de final ante Yugoslavia (70-62), tras finalizar en la cuarta posición del grupo F. “Tuve que dejar afuera a Racca (Jorge) porque Ginóbili es más útil para el equipo. Va a ser el reemplazante de Espil (Juan) en la función de tirador”, dijo en aquella oportunidad Lamas a Diario Olé, dejando en claro quien iba a ser el último pasajero. Está claro, diecisiete años más tarde, que Lamas no se equivocó en su decisión.

4. Los Spurs seleccionan a Manu.

Corría el año 1999. Ginóbili había dejado Estudiantes para jugar en Reggio Calabria de Italia. El deporte argentino se sacudió ante la inesperada noticia: "Con el número 57, los San Antonio Spurs seleccionan a 'Manuel Ginobíli'". Mal pronunciado el nombre, pero no se podía juzgar la mala pronunciación: el desconocimiento era absoluto. Manu se encontraba preparando un partido con la selección en el medio del Amazonas brasileño cuando el milagro ocurrió. “Alguien me levantó en el medio de la noche para decirme", confiesa Gino. "¿Son los campeones defensores? ¿Estás seguro? No tenía idea ni de que me estaban buscando".

5. Ginóbili conquista la Euroliga.
Para 2001, Manu ya era un jugador reconocido en el básquetbol europeo. Tan es así que, tras firmar un acuerdo de dos temporadas con uno de los equipos más poderosos del momento (Kinder Bologna), Ginóbili conquistó dos copas Italia (2001 y 2002, siendo MVP en la segunda), una Liga italiana (2001, MVP del torneo) y una Euroliga (2001, MVP de las Finales). Ginóbili es el único jugador en la historia del básquetbol en ganar al menos una Euroliga, un oro olímpico y un campeonato NBA. Su salto a la NBA era sólo una cuestión de tiempo.

6. Argentina subcampeón del mundo.
Este fue, quizás, el mejor equipo argentino de todos los tiempos. Y no ganó el título. El básquetbol desplegado por aquella generación dorada naciente en Indianápolis será recordado hasta la eternidad. Pase, pase, pase y tiro. Defensa asfixiante, equipo solidario, generoso, único. La primera selección que derrotó a un Dream Team para cambiar el mapa basquetbolístico del mundo para siempre. La final ante Serbia, más allá de la polémica del cierre con la clara falta contra Hugo Sconochini que hubiese torcido la historia y el destino irremediable de derrota, significó un gran aprendizaje para esta selección, que dilapidó una ventaja muy importante en el final. Aquel trago amargo serviría para mejorar los resultados que vendrían después. Ginóbili, con 25 años en su documento de identidad, fue el comodín de este grupo inolvidable, situación que luego extendió hasta el final de su carrera con el seleccionado. Jugó la final entre algodones por una lesión en el tobillo producido en la semifinal ante Alemania.

7. Ginóbili llega a los Spurs.
El 29 de octubre de 2002, Ginóbili hizo su estreno en la mejor liga del mundo en el Staples Center ante los míticos Los Angeles Lakers. Ingresó desde el banco y anotó siete puntos. "Uno está tensionado pensando por donde te puede entrar ese tipo. Quería hacer un papel digno, porque si nadie lo puede parar en el mundo tampoco lo iba a hacer yo, y creo que lo conseguí", reveló Manu tras su primer cruce contra Kobe Bryant. Al día de la fecha, Manu ha superado los 1000 partidos disputados en la NBA. El tiempo pasa para todos. Bah, mejor dicho, para algunos.

8. Los Spurs ganan el título de 2003.
Hay jugadores que se pasan la vida a la búsqueda de un anillo de campeonato. La carrera de Ginóbili ha sido brillante, no sólo por talento y disciplina, sino también por estar en el lugar justo a la hora indicada. Los Spurs contaban con un plantel consolidado que poseía las torres gemelas (David Robinson y Tim Duncan), a un jovencísimo Tony Parker, a un especialista defensivo como Bruce Bowen, y otro grupo de notables de primer nivel, con Gregg Popovich al mando del equipo. San Antonio ganó el campeonato tras derrotar a los New Jersey Nets de Jason Kidd, Richard Jefferson y Kenyon Martin, entre otros, en seis partidos.

9. El vuelo a la eternidad.
Dos años después de la dura caída ante Serbia en la final del Mundial, llegaron los Juegos Olímpicos. Y justo en el primer compromiso, Argentina tuvo que enfrentar al verdugo de Indianápolis 2002. El equipo albiceleste ganó un partido dificilísimo que luego le valió una ruta propicia en su camino al oro olímpico. Con sólo cuatro segundos por jugar, Alejandro Montecchia corrió la cancha, hizo un giro y entregó el pase a Ginóbili, quien se zambuyó hacia un costado y logró encestar con tablero incluido. Fue, quizás, la anotación más agónica y emocionante de todo el camino de la Generación Dorada. De nuevo, Manu en el momento indicado, a la hora indicada.

10. Argentina gana el oro olímpico.
Se trata de uno de los mayores logros de la historia del deporte argentino. El básquetbol no es el fútbol, pero este grupo de notables supo poner la bandera argentina en lo más alto del planeta, pese a tratarse de un deporte de segundo orden en el país. Argentina venció a Grecia, el local, en cuartos de final, a otro 'Dream Team' de Estados Unidos en semifinales -como había ocurrido en 2002- y a Italia en la definición del torneo. Pocas veces, en la historia del deporte, se dio un campeón más justo de un torneo. Luego de este mérito, el equipo nacional, con Ginóbili en plano estelar, recibió el apodo de Generación Dorada con las medallas de Atenas 2004 colgadas del cuello.

11. San Antonio vuelve a consagrarse.
El año impar siempre le sentó muy cómodo a la franquicia conducida por Popovich. Y en 2005, San Antonio tuvo que derrotar a los durísimos Detroit Pistons en siete partidos para volver a consagrarse. Fue, quizás, la mejor temporada del escolta argentino, ya que participó del All-Star Game como reserva, elegido por los entrenadores. Para muchos, Manu debió ser el MVP de las Finales de NBA, que quedó, de todos modos, en las buenas manos de Tim Duncan. "Aprendí a jugar contra jugadores mejores que yo", dijo alguna vez Manu, un talento impredecible en el perímetro.

12. El tercer título de campeonato.
Nuevamente, el año impar volvió a sonreírle a San Antonio. El título de 2007 fue especial para Ginóbili, porque lo compartió con un compatriota suyo muy querido: Fabricio Oberto. Los Spurs no le permitieron ganar ni un partido a los Cavaliers de un jovencísimo LeBron James en las Finales. Fue la cuarta participacíón del equipo texano en una definición de campeonato, que terminó con Tony Parker como el Jugador Más Valioso. Antes de quitar a Cleveland del camino, los Spurs habían derrotado a Denver Nuggets, Phoenix Suns y Utah Jazz, respectivamente.

13. El renacimiento y la caída
Los Spurs han sido considerados de manera errónea por analistas y fanáticos como un equipo viejo. Sin embargo, esta fue la temporada en la que demostraron que muchos de los que pedían el retiro de Duncan y Ginóbili estaban equivocados. Los Spurs gestaron, con Gregg Popovich a la cabeza, una reconstrucción invisible de escuela. A lo largo de la temporada jugaron un básquetbol supremo y llegaron a las Finales contra un equipo de elite como Miami Heat, con LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh en sus filas. Quedará en la retina de los fanáticos del mundo la derrota en el Juego 6, cuando tenían todo para ganar y quedarse con el título. El rebote de Bosh, el triple de Ray Allen, el séptimo partido y el fin de la historia. El mundo se vino abajo, pero una temporada después, todo cambió.

14. La gran revancha de Spurs
Como ocurrió con la selección con la revancha frente a Serbia entre Indianápolis y Atenas, Manu tuvo su oportunidad de reescribir las Finales ante Heat al año siguiente. Y los Spurs, como equipo, no la desaprovecharon. Jugaron, quizás, su mejor básquetbol desde que Popovich llegó a la franquicia como entrenador. Fue una sinfonía inolvidable, con aporte proveniente de diferentes manos, reafirmandolos conceptos ideales del juego: defensa asfixiante, velocidad en transición, movimiento de pelota. Juego grupal. No recuerdo un equipo que lo haya hecho tan bien en una definición ante un rival tan poderoso como Miami. Honor a quien honor merece.

15. Manu Ginóbili: el regreso
Después de la eliminación a mano de los Los Angeles Clippers en los playoffs 2014/15, se especuló con que tanto Manu como Duncan le pondrían punto final a su carrera. Pero ambos ya anunciaron que seguirán al menos una temporada más. Y lo harán en un equipo que promete ser más competitivo que la temporada pasada, porque pese a las salidas confirmadas de Marco Belinelli, Tiago Splitter y Cory Joseph, la llegada de LaMarcus Aldridge significa un crecimiento radical en la zona pintada. La historia sigue escribiéndose...