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Historias mínimas

Como es habitual, en ESPNtenis.com repasamos las historias paralelas de la semana tenística. Detalles, curiosidades, frases destacadas y todo el color del circuito.

STAN PONE EL CUERPO
La edición 2015 del ESPN Body Issue volvió a tener presencia en el rubro tenis. Raqueta en mano, Stan Wawrinka se animó a posar desnudo y acompañó la publicación con un heterogéneo recorrido en primera persona.

"Mi cuerpo es para el tenis, para mi deporte. No soy modelo, no me ejercito para mostrar mi figura en la playa. Solo quiero que me permita entrar a la cancha y hacerlo bien", puede leerse en la revista, que dos años atrás causó un insólito revuelo en Polonia con la participación de Agnieszka Radwanska.

"Cuando era chico, 13, 14 años, era un poco más rellenito. Nada problemático, pero estaba un poco pasado de peso. Aunque tampoco era fácil sentirme cómodo así. Por entonces el tenis era apenas un hobby", cuenta el flamante campeón de Roland Garros.

Y opone: "Hoy estoy muy conforme con mi fuerza física. Crédito para mi preparador físico, Pierre Paganini [el mismo de Roger Federer]. Él ha sido muy imporante para mi éxito, llevamos trabajando juntos más de 10 años. A veces en el tenis no nos damos cuenta cuán importante es hacer descansar al cuerpo. Tanto como darle entrenamiento. Vivimos viajando, jugando en diferentes condiciones, canchas, superficies. Siempre estamos teniendo que adaptarnos".

Ya en Londres, se mostró conforme con el resultado: "Fue una gran experiencia, todo un desafío para mí. Me llevó su tiempo aceptarlo, y me puse nervioso durante la sesión, pero fue interesante. Algo distinto. Me gusta cómo muestran al deportista".

SIN GRISES
Día 1 en Wimbledon y Nick Kyrgios ya acusa presencia: "Basura de mier**", vocifera ante la vista del umpire. "No, no fue para él. Me lo grité a mí mismo. Pero obviamente sabía que iban a salir con esto", desafía luego ante la prensa. La respuesta genera repregunta, hasta que el australiano corta la ronda: "Qué sé yo por qué lo hice. Porque puedo. No sé qué los obsesiona tanto del asunto. Que me multen, no me molesta".

Tema dos: "El tenis no me apasiona. Yo siempre quise jugar al básquet". La premisa ya venía implícita hace rato, para un Kyrgios que se reconoce fanático de los Celtics y que hasta los 14 años competía en ambos deportes, pero en la previa del All England lo dejó claro. "Nunca me encantó el tenis. Ni a los 14 ni ahora. Pero mis padres me presionaron y tuve que decidir", se extendió el australiano en diálogo con el diario británico The Independent.

En Londres resurgió el asunto y Kyrgios redobló la apuesta: "El básquet me entusiasma como deporte, es muy atrapante. En el tenis... aquí hubo tramos en mi partido donde estuvo todo muy calmo. Prefiero la dinámica de equipo". Pie para opinar de las Finales NBA, su desagrado por los Golden State Warriors ("No me gustan, no voy a hablar de ellos") y la devoción por LeBron James: "Es el mejor del mundo. No debe haber alguien que no lo admire. Además no le importa lo que piense la gente, él simplemente va y hace su trabajo".

Y en esa declaración de principios, Kyrgios toma postura. La autenticidad, ante todo. Por más que le pueda costar una final. "Soy así y juego como juego. No voy a cambiar. No me interesa ser otra persona. Además, creo que el deporte necesita de jugadores con caracter. Es bueno ver a alguien que juega sin filtros y que no se altera por todo lo demás".

LA INTIMIDAD DE UNA VUELTA
18 meses después, Laura Robson volvió a las canchas en esta gira de pasto. Primero, probó en la qualy de Eastbourne, con pésima suerte desde el sorteo: Daria Gavrilova del otro lado y un duro 6-0 6-1 de bienvenida. La vuelta siguió en Wimbledon, donde dos años atrás supo escalar hasta octavos de final. Esta vez se fue en el debut, por doble 6-4 ante la rusa Evgeniya Rodina. Pero aquí entraban en juego más cosas que un resultado...

"En comparación con mi primer partido, esto fue infinitamente mejor. La otra vez casi que estaba hiperventilando en cancha. Aquí terminé mucho mejor los puntos, me moví bien, pegué buenos winners. Obviamente tuve muchos errores no forzados, y en momentos donde me soltaba o tenía un break point sentía que los 18 meses de nervios se me aparecían de pronto, como pasando a saludar", sonrió.

Consultada por los problemas al servicio (llegó a impactar una bola que picó de su lado de la red), salió con gracia: "No sé si me han visto jugar anteriormente, pero mi saque nunca fue particularmente bueno. Soy muy indecisa con respecto al lanzamiento. Suelo cambiar de idea sobre la marcha y muchas veces vuelvo atrás para hacer todo de nuevo. Me pone mal por mis rivales, porque deben molestarse cada vez que lo hago, pero a mí me frustra de la misma manera".

Tras "un año de vida normal con familia y amigos" e intercambio de mensajes con el grupo de trabajo de Juan Martín del Potro ("me ayudó saber que ciertos dolores que sentía eran parte del proceso"), Robson empieza a reinsertarse en la alta competencia. Desde cero: "Hay jugadoras nuevas que realmente no reconocí. Sobre todo aquí en los centros de entrenamiento. Algunas chicas categoría 98 que me hacen sentir muy anciana, no sé ustedes...".

Y eso también involucra la veradera vuelta: el circuito ITF, eventos de 25, 50 mil dólares. Un itinerario que debió asumir una parada previa en el máximo nivel: "Para ser honesta, hubiera preferido recomenzar desde el primer momento en torneos más chicos. Hoy mi nivel no está donde lo dejé. Pero si en la semana de Wimbledon me hubiera ido a jugar un torneo de 10 mil dólares, me habría sentido destrozada, la verdad. Dos años sin estar aquí ya era mucho".

"¿Y AHORA QUÉ?"
Dustin Brown deja caer la raqueta, lleva sus manos a la cabeza y avanza algunos pasos de espalda. Acaba de vencer a Rafael Nadal. Por segunda vez consecutiva. En Wimbledon. En la cancha central.

Es el hombre del día, el centro de los flashes. John McEnroe lo entrevista por radio. "Fue una de las mejores actuaciones que le haya visto a un jugador de bajo ranking en la cancha central de Wimbledon en toda la la historia", lo elogia.

Brown vuelve a su habitación, se deja caer sobre su cama. No puede dormir: "Estaba lleno de adrenalina. Pero en un momento se aclaró todo y pensé: 'Bien, le acabo de ganar a Rafa. La vida es genial. ¿Y ahora qué? Cuando esté descansando en Jamaica a fin de año voy a recordar esto y voy a felicitarme. Hoy no tengo tiempo para eso'".

Tomen en serio sus palabras. 48 horas después de sacar de carrera al ex-N°1 del mundo, Brown cayó con Viktor Troicki y armó sus valijas de apuro para llegar a su próxima competencia: una fecha de interclubes en Alemania.

"Sin dudas una semana como esta deja mucho dinero. Pero hay muchas donde se nos va muy rápido en vuelos y comida", ilustró como contraste para explicar el incentivo económico. Y detalló: "En primera ronda de un Challenger a veces te dan menos de 300 euros y sobre eso, un 30% de impuesto". Seguramente haya percibido bastante más por el sponsor que lo contrató a última hora solo para lucir su marca en el juego con Nadal...

Con o sin crédito en el banco, lo cierto es que el alemán hoy se puede dar el lujo de decir que tiene 2-0 a Nadal en el historial: "Es uno de los mejores jugadores en la historia de este deporte y tuve suerte de que me haya tocado jugar con él dos veces en mi superficie favorita", relativizó. "No me gustaría tener que enfrentarlo en arcilla".

EL DULCE SABOR DE LOS 37
Cuántas idas y vueltas tiene la carrera de Tommy Haas. Ex-Nº2 del mundo, el alemán se dio un lindo gusto en el All England al ser, con 37 años y 100 días, el hombre de mayor edad en ganar un partido en Wimbledon en 24 años, desde que lo hiciera Jimmy Connors en 1991, con 38 años y 308 días.

"Me encanta lo que hago, lo disfruto", expresó el germano, que había regresado al circuito semanas atrás y que aquí venció en el arranque al serbio Dusan Lajovic, 12 años menor. "Todavía estoy agradecido por las oportunidades que me doy a mí mismo y la paso bien en la cancha; trato de entrenarme duro y me doy estos gustos, como haber jugado en la cancha 1 de Wimbledon a mi edad, después de tantos años en esto", contó. “No voy a olvidarme de esto, eso es seguro. Sé que estoy en la dirección correcta de nuevo, donde quiero estar”, agregó.

Su camino lo frenó Milos Raonic, quien le rindió pleitesía: "Es increíble lo que está haciendo. No se trata sólo de jugar con 37 años, sino de volver constantemente de muchas cosas diferentes. Es una muestra de la pasión que tiene por el juego, su ética de trabajo y la capacidad de recuperación".

Pero Haas sabe lo que implica competir a este nivel pasados los 37: "Trabajo mucho para estar acá, luego de operaciones y tantos problemas físicos. Me cuido, estoy en todo, y así igual me digo que eso no quiere decir que voy a seguir ganando partidos". "Me encanta enfrentar a los jóvenes, saber que estoy peleando y puedo molestarlos un poco", sonrió. "¿Retiro? Creo que es muy importante para todos los atletas saber cuándo es el momento adecuado, ¿no?. Todavía no he sentido eso, porque disfruto entrenando duro, y me gusta estar en forma".

EL AURA
Sam Querrey impacta en la red, Roger Federer llega en carrera para responder, pero aminora el paso y cambia el recorrido de su raqueta: abre las piernas y por allí pasa el tiro. El golpe es perfecto, vuela por encima del rival y aterriza pegado a la línea. No volverá.

"Todo pasó muy rápido. Si hubiera sido un punto importante probablemente habría impactado una derecha normal. Pero me quedó la empuñadura justa para tirar el globo y sentí que abriendo las piernas me sería más fácil para golpear que acomodando todo el cuerpo. Tuve suerte", contó el suizo. Querrey, a sus pies: "Cuando pega esos tiros que no hace nadie dan ganas de pasarse del otro lado y chocarle los cinco, realmente. Es difícil enfrentarlo. Tiene como un aura alrededor".

Pero para el propio Federer, hay otro personaje en la historia con luz propia: Stefan Edberg. "De a poco me he ido acostumbrando a estar con él, pero no es fácil pasar tiempo con alguien a quien has admirado toda tu vida", reveló Roger. "Obviamente al comienzo era peor, uno no sabe qué puede preguntarle, qué no. Esos miedos de alguna manera se han ido, pero lejos estoy de no ponerme nervioso junto a él. A veces lo veo y no puedo creer que esté allí conmigo".