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La dinastía de los 49ers se alimentó del fuego y golpeo de Ronnie Lott

Considerado uno de los mejores backs defensivos en la historia, Lott ganó 4 Super Bowls. AP Photo

La redacción de ESPN.com.mx eligió a los jugadores más representativos para cada número de jersey, desde el 99 hasta el 1, para dar a conocer sus semblanzas a modo de conteo regresivo hasta el arranque de la temporada regular del 2015. Aquí puedes consultar la lista completa.

MÉXICO -- En un deporte de contacto, los atletas más temidos sobre el terreno de juego suelen poner en riesgo constante su propia integridad antes que la de los rivales, no necesariamente infringiendo las reglas más que coqueteando con los límites y haciéndose sentir.

Con la velocidad que se juega el fútbol americano desde hace décadas, convertirse en un jugador respetado por su capacidad de golpear con fortaleza y precisión, causando entregas y cambiando el curso de un partido, exigía talento e inteligencia antes que pasión para despojarse del cuerpo y castigar al rival. Durante la mejor época de los San Francisco 49ers, hubo quien dominó su posición con talento y oportunidad en el perímetro, pasando a la historia como uno de los mejores backs defensivos que hayan pisado un campo y dejando huellas, unas más difíciles de sanar que otras, sobre centenares de receptores al cabo de 14 temporadas profesionales.

Ronald "Ronnie" Lott es el ejemplo de profundo y esquinero, y los 49ers gozaron de sus aportaciones entre 1981 y 1990, década en que acumularon cuatro títulos de Super Bowl y vieron 51 intercepciones entre los brazos de Lott, reconocido ampliamente como golpeador, quizá el mejor de la época moderna.

Pero no todo era fuerza. Claro que era la mayor parte, pero todos los golpes que Lott lograba atacando la línea o vigilando a los receptores, se alineaban perfectamente con su preparación y agilidad mental, siendo un dominador absoluto de las trayectorias ofensivas y un verdadero halcón para coincidir entre el arribo del balón y suyo al cuerpo del objetivo aéreo.

Una de sus mayores contribuciones vino en el Super Bowl XXIII, donde sólo necesitó una tacleada sobre el corredor de los Cincinnati Bengals, Ickey Woods, para fijar el tono de un equipo completo. (Woods atacó por el lado izquierdo y al cabo de 2 yardas Lott lo mandó de espaldas). Los 49ers celebraron el impacto como si hubiesen ganado el juego, y a partir de entonces no aflojaron en el dominio físico que les atrajo su tercer campeonato histórico.

Mientras el ex estelar de Southern California acumulaba éxitos con San Francisco, a donde llegó en la primera ronda del draft y recibió la designación inmediata como esquinero izquierdo titular, Lott tuvo al menos cinco temporadas superiores a las 100 tacleadas y en todas sus campañas profesionales, menos la última, logró intercepciones múltiples.

En sus primeras cuatro temporadas fue esquinero e interceptó 17 envíos, hasta que en 1985 fue movido a la posición de profundo y allí se quedó hasta el final de su carrera.

A pesar de las contribuciones en el más alto nivel, Lott era reconocido en otra categoría por su disposición para jugar fútbol americano con el corazón de frente. Y una de las anécdotas más dolorosas en la historia de la liga define a la perfección el fuego que conducía al maestro del perímetro en los 80:

En el último partido de la temporada regular de 1985, con los 49ers enfrentando a los Dallas Cowboys, Lott intentó derribar al corredor Timmy Newsome y su dedo meñique izquierdo resultó aplastado entre sus propias hombreras y el casco de Newsome. El hueso superior del dedo quedó deshecho. Pero los 49ers habían clasificado a la postemporada y enfrentaban a los New York Giants en la primera ronda. Con todo y dolor, Lott jugó y no pudo hacer mucho para evitar la caída de su equipo por 17-3.

El personal médico del club tuvo paciencia para evaluar el hueso de Lott, pero a mediados de la temporada baja era claro que la recuperación no era apropiada, por lo que su arranque de la campaña de 1986 estaba comprometido. Fue entonces cuando Lott pasó a la historia por una decisión valiente y de equipo: amputarse la mitad del dedo para no retrasar su tiempo de práctica y juego.

"Es un poco difícil hacer que la gente entienda por qué lo harías", expuso Lott en su discurso de aceptación al Salón de la Fama en el 2000, misma generación de Montana. "Pero al final del día, todo vale la pena".

Para el final de la temporada de 1990, un año después de coronarse por cuarta ocasión con los 49ers, Lott pasó a los Raiders de Los Ángeles como agente libre. En su conferencia de prensa inicial Lott recordó a Jack Tatum y George Atkinson, ex back defensivos de los Raiders, y compartió que gente cercana a él siempre le dijo que su identidad era más parecida a los Raiders que a los 49ers. Allí jugó durante dos años y en su temporada de presentación sumó ocho intercepciones, segunda cantidad más elevada de su carrera, recibió su último nombramiento All-Pro y viajó a su último Pro Bowl.

Para 1993 pasó a los New York Jets y después de la temporada de 1994, tras el retiro de Montana en los Kansas City Chiefs, Lott firmó con esa franquicia pero nunca debutó, toda vez que una fractura de pierna en juego de exhibición lo orilló al retiro tras inactividad total en 1995.