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El "Efecto D'Onofrio" de River

River está esperando a Tigres para disputar el partido de vuelta de la final de la Copa Libertadores, está ante el momento que su gente espera desde hace 19 años, desde que Enzo Francescoli besó y alzó la Copa Libertadores por segunda vez en la historia del club tras derrotar al América de Cali en 1996. Por sobre todas las cosas, cuenta con la oportunidad de dejar atrás al capítulo más oscuro de su historia.

River supo estar en la ¨B¨ (la Segunda División argentina) hace apenas tres años, concretando su regreso a Primera en agosto del 2012. Aquel fue el infierno del deporte al que un gigante cayó por su propia soberbia. Un baño de humildad y la llegada de Rodolfo D´Onofrio como presidente un año más tarde enderezaron el rumbo y le permiten volver a estar a punto de tocar el cielo con las manos.

Ver a River de vuelta en el lugar que nunca debió haber dejado como protagonista estelar de nuestro continente le hace bien al fútbol sudamericano, pero hace poco más de cuatro años todo esto era una mera utopía lejana.

Que no quepa duda alguna: La Copa Libertadores siempre ha sido la obsesión principal de River, casi como Gollum en el Señor de los Anillos…la añoraba sabiendo que alguna vez fue suya pero ya no le pertenecía. El verse eliminado del torneo por Boca en el 2000 y 2004 y para colmo ser testigos de como su archirrival se bañaba de gloria ganándola cuatro veces en siete años era meter el dedo en la llaga.

Sin embargo, eso ni siquiera era lo peor. La corrupción estaba a la orden del día en el seno del millonario más pobre del fútbol argentino con José María Aguilar y Daniel Alberto Passarella como presidentes. Su déficit financiero no tardó en convertirse en una deuda externa futbolística que dejaría una mancha tan indeleble como impensada en la historia de uno de los dos clubes más populares de Argentina.

TOCANDO FONDO

Descender en el fútbol argentino no es para nada fácil, menos que menos para un equipo grande, gracias a los benditos promedios. Sin embargo, River se las arregló para ir de mal en peor durante tres años consecutivos para luego tocar fondo en la fecha más infame, la que no se menciona en El Monumental: 26 de junio del 2011.

La derrota en la Promoción ante un formidable Belgrano selló su destino, su descenso en su propia casa. Lo que prosiguió fueron lágrimas de sus jugadores en la cancha y de sus hinchas alrededor del mundo, destrozos en el mismísimo Monumental y la incógnita de que le deparaba el futuro a un titán herido de muerte.

El mismo Francescoli que lo había llevado a ocupar el trono de América, el que puso en jaque a la Juventus, dijo en ese entonces que el descenso lo había hecho ¨como un bol….¨. En pocas palabras, todos los hinchas de River se sentían estafados en aquel entonces.

Por lo menos no podía ser peor….¿no?

LA REFUNDACIÓN

Matías Almeyda se retiró como jugador y asumió como entrenador del equipo, llevándolo a un ascenso tan sufrido como merecido el 23 de junio del 2012, casi exactamente un año después de la tragedia futbolera millonaria, pero el problema de raíz seguía presente con Pasarella como presidente.

Mientras River tuviese a alguien que llegó a acusar directamente a la AFA de conspirar contra él para ¨castigarlo¨ con el descenso y utilizaba fondos del club para su conveniencia, la receta para otro desastre seguía vigente.

EL COMIENZO DE UNA NUEVA ERA

Eso cambió para el conjunto de Nuñez el domingo 15 de diciembre del 2013, cuando D´Onofrio prevaleció en las elecciones para presidente con el 55 por ciento de los comicios, redimiéndose de esa manera tras perder por apenas seis votos cuatro años antes.

D´Onofrio había sido testigo de todo como vocal del club desde el 2005 y procedió a curar sus finanzas, denunciando a Passarella por fraude a principios del 2014 con la meta de acabar con la impunidad de River.

La coherencia luego le hizo lugar a los triunfos como parte de un plan de reconstrucción que incluía al regreso de ídolos como Francescoli para guiar al club.

D´Onofrio no ha sido perfecto, su presencia en plena cancha de Boca en medio del escándalo por el gas pimienta por ejemplo fue inexplicable, pero un paso en falso no empaña a una gestión impecable.

El actual presidente de River también dejó a su ego de lado y contrató a Ramón Díaz como entrenador, lo que llevó al club a su primer título desde que ascendió en el Clausura 2014. Luego, tras la inesperada ida de su técnico campeón, él no fue en busca de nombres rutilantes y prefirió contratar a un ídolo del club con buenos pergaminos como joven entrenador en el fútbol uruguayo: Marcelo Gallardo.

Gallardo tomó a la impronta de Ramón y la amplió con una visión clara: Presión en todos los costados de la cancha, solidez defensiva y pelota al piso. Así fue como él se convirtió en lo que varios llaman el ¨Bianchi de River¨, alguien que llevó a un plantel muy bueno a ser excepcional.

El ¨Muñeco¨ también fue parte de aquel plantel campeón de la Libertadores ´96 como jugador y sabía lo que se necesitaba para ganarla. El paladar negro riverplatense quedó guardado en un cajón para hacerle lugar al corazón y la pierna fuerte, para jugar con un estilo copero.

Gallardo y sus jugadores necesitaron de una dosis de suerte (no salían de la primera ronda sin la ayuda de Tigres, su rival de este miércoles y líder del Grupo 6) y supieron anular a un Boca que ni lo asustó en 135 minutos más allá del escándalo previamente mencionado.

Las cicatrices ganadas en aquellas batallas lo fortalecieron, y este River versión 2015 demostró que era distinto al River no solo del 2001, sino que del de 1998 para adelante.

UNA NUEVA FILOSOFÍA

Hasta no hace mucho, ir a Belo Horizonte a jugar contra el Cruzeiro tras perder por 1-0 como locales hubiese sido prácticamente una sentencia de muerte para River. Esta vez, los dirigidos por Gallardo dieron cátedra y golearon por 3-0.

La estabilidad de D´Onofrio le dio el respaldo necesario a Gallardo, quien de esa manera les transmitió la tranquilidad necesaria a unos jugadores que coparon una parada bravísima.

Así que no es casualidad que River también se haya hecho respetar em Asunción y México. Esta final, estos próximos 90 minutos, son el resultado y la recompensa directa de la coherencia. Algo tan simple pero tan necesario desde hace más de una década.

Quizás este miércoles más que Millonario, River debería ser reconocido como el Fénix. Ha revivido de las cenizas y se va rumbo a Japón, donde lo espera el Barcelona.

Sin embargo, esa es otra historia para otro momento. Tigres con garras afiladas lo esperan primero con asuntos pendientes.