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Toca ahora a Boston ajustar

Celtics v Magic

(Getty Images)

Cada vez que Jameer Nelson ganó el centro, hizo temblar a la defensa de los Celtics

La semana pasada hablábamos de los ajustes que debía realizar el Orlando Magic para tratar de regresar a una serie en la que había perdido los primeros dos partidos jugando como local. Lo cierto es que, en el tercer juego, Orlando realizó uno solo de esos arreglos recomendados (poner a Matt Barnes a defender a Paul Pierce) y no jugó con la intensidad ni entrega requeridas para este tipo de situación; por lo que tuvo su derrota más aparatosa de este enfrentamiento y cayó al profundo hoyo de 0-3, del que ningún equipo ha podido levantarse en las 93 ocasiones anteriores que esto ha ocurrido en la historia de la NBA.

Sin embargo, 48 horas más tarde y contemplando la gran posibilidad de ser barrido, el Magic se presentó a la duela del Garden con una actitud y enfoque completamente distintos. Por primera vez en la serie, las rotaciones defensivas llegaban a tiempo para ayudar a compañeros que cayeran en alguna desventaja ante las cortinas o las penetraciones de los Celtics. El base de Orlando, Jameer Nelson, lograba penetraciones por el medio de la cancha que le permitían encestar, sacar el balón a los tiradores de tres puntos en posiciones mucho mas cómodas que en los partidos previos, o encontrar a Dwight Howard con pases precisos sobre el aro que terminaban con monstruosas volcadas.

Por primera vez, Orlando ganó un primer cuarto y estableció una tónica distinta que le sirvió para triunfar en un partido muy cerrado que se decidió en prórroga. Esa victoria no sólo le sirvió para mantenerse con vida, sino que unido al hecho de que la serie regresaba al centro de la Florida, le sirvió de envión para dominar ampliamente el quinto encuentro y darle un giro de 180 grados.

De haber estado hablando de barrida hace apenas unos días, ahora los analistas hablan de un sexto partido de vida o muerte para los Celtics. De haber estado comentando sobre la desaparición de Rashard Lewis y lo controlado que había estado Howard, ahora el tema es cuan saludables y recuperados puedan llegar los jugadores de Boston a ese sexto encuentro. La observación es que el ímpetu y la confianza se pueden haber mudado de vestuario; aunque cabe señalar que la presión la debe seguir teniendo Orlando porque es el equipo que con una derrota más queda eliminado y porque será el visitante en ese próximo juego.

Lo que sí ha logrado el Magic es pasarle parte de esa presión a los Celtics, a los que ya les comienzan a llegar los comentarios de que esta pudiera convertirse en una serie histórica (la primera en la que un equipo de NBA sea capaz de revertir un resultado 0-3) si no se consigue un cambio radical en la forma como estos dos equipos ejecutaron su plan de juego en el partido anterior. Tal y como el carácter, corazón y espíritu de lucha de los jugadores del Magic fueron cuestionados después del tercer partido, así mismo le corresponde reaccionar y demostrar de qué están hechos estos jugadores de Boston, preferiblemente en este mismo sexto encuentro.

Los ajustes tácticos que los Celtics tienen que hacer saltan a la vista. El primero es en el costado ofensivo, donde el equipo verde tiene que tratar de volver a desequilibrar con jugadas de cortinas y cortes al aro de sus jugadores, que sean complementados con rápidos pases para encontrar al jugador que esté más abierto y en mejor colocación. En otras palabras, Boston tiene que recurrir menos a las jugadas de uno contra uno y de aislamiento y sacarle el máximo provecho a su juego de conjunto.

En defensiva también hay un par de ajustes importantes que realizar. Primero hay que quitarle la penetración por el medio a Nelson (es lo más daño que les ha hecho en los últimos dos partidos). Para eso es importante que Rajon Rondo se le encime mucho mas y trate de influenciar el drible hacia los laterales. También es importante que las ayudas defensivas en la jugada de pared y desmarque lleguen mucho más temprano y agresivas (incluso con una doble marca sobre el porta balón en ocasiones) para obligarlo a que su desplazamiento sea Este-Oeste y no Norte-Sur.

Si esto se logra, no habrá que ayudar tanto desde el perímetro hacia la llave y se podrá volver a hacer el trabajo de los primeros tres partidos, en los que los tiradores de 3 puntos de Orlando no se encontraban con espacio ni tiempo para tirar debido a que sus defensores estaban siempre más cerca de ellos.

Otro ajuste importante, pero que va a depender de cuan saludables se encuentren Glen Davis y Rasheed Wallace, así como de cuan dispuesto esté Doc Rivers de darle algunos minutos de juego a Shelden Williams, va a ser de utilizar todas las faltas personales que tengan disponibles los internos de Boston (incluyendo a Kendrick Perkins y a Kevin Garnett), para asegurarse que Howard se parezca más el de los primeros tres partidos y no tanto al de los dos más recientes.

A Howard hay que tratar de empujarle lo más lejos del aro posible para poder sacar provecho del hecho de que no es un jugador dominante cuando tiene que acercarse a la canasta con drible. Para eso hay que ser extremadamente físicos con él e inclusive utilizar algunas faltas. También hay que utilizar las faltas para frenarle una vez haya ganado la posición cerca del aro y antes de que pueda volcar la pelota. Es evidente que el ánimo y la energía del pívot de Orlando aumentan considerablemente cuando es capaz de clavar el balón a sus anchas y eso se traduce en una mejoría total en su juego (rebotes, tapas, movilidad en la llave, disposición a correr la cancha) que le convierten en un jugador muy dominante.

Por eso y por la inconsistencia demostrada por Howard cuando tiene que visitar la línea de tiros libres es que se convierte en buen negocio el frenarle con faltas. Además de que siempre cabe la posibilidad de que pierda los estribos y termine cometiendo alguna tontería como una falta flagrante, que se le cobre alguna falta técnica o que sea expulsado del partido por agredir a un rival en respuesta a ese juego físico.

Coincido con los colegas que piensan que para Boston es imperativo ganar esta noche, aprovechando al máximo la energía que el respaldo de su público les debe brindar a sus jugadores. De no hacerlo así y tener que asistir a un séptimo partido en Orlando, los Celtics llegarían como el equipo más desmejorado físicamente (son más veteranos y los partidos cada 48 horas les deben pesar más) y sobre todo mas forzado y golpeado anímicamente. La presión de no ser el primer equipo en la historia de la liga en perder una serie que pudo haber barrido, jugaría un papel importante en la psiquis colectiva y les pudiera terminar pasando factura.