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El robo perfecto

Es tiempo, una vez más, de decir esas tres palabras que Bud Selig no quiere escuchar:

Necesitamos más repeticiones.

Sí, se que son palabras fáciles de decir cuando uno está aca afuera, dolido, media hora después del fallo del árbitro que le quitó a Armando Galarraga un juego perfecto en Detroit el miércoles en la noche. Pero para el record, quiero dejar claro que ya he dicho esto antes. Muchas veces.

No quiero que se expanda el uso de la repetición para incluir cada bola, cada strike, cada atrapada, y especialmente cada jugada en la primera base. No estoy tan loco. De hecho, soy como Bud en un aspecto:

No tengo ningún interés en ir a un juego de béisbol y salir del estadio a las 3 a.m.

Pero no soy como Bud en otro aspecto importante:

Piendo que la prioridad No. 1 de este deporte debería ser tener La Decisión Grande tomada de manera correcta. Y esto es acabado de recibir:

Eso es posible.

La repetición funciona. Quizás no funcione en el 100 por ciento de las ocasiones. Pero les tengo noticias para todas las personas que se están lamentando ahora mismo: Existe un porcentaje de efecividad mejor en decisiones como la de Jim Joyce logradas con ese sistema que con el ojo a simple vista.

Y aquí les tengo otro boletín: Los árbitros están de acuerdo con que se amplien las repeticiones.

No todo tipo de repeticones. No repeticiones sin límite. Pero ellos están de acuerdo con ellas. Lo se porque les he preguntado.

¿Piensan que Jim Joyce quiere pasar las próximas 24, or 48, o 4 billones de horas de su vida como el más reciente símbolo internacional de la incompetencia de los árbitros?

¿Piensan que él quiere que la repetición de esa jugada fallida quede quirurgicamente pegada a él y a su reputación por el resto de su carrera como oficial?

¿No creen que él preferiría mirar la repetición, corregir el error y reestablecer el orden,, a justicia y la verdad, y por encima de todo, la perfección? Por supuesto que sí.

Si esas fueran sus opciones -- sus opciones reales -- yo no puedo creer que él, o cualquier otro ser humano cuerdo, no escogería el corregir esos errores.

Todo puede arreglado -- fácilmente. Y he aquí mi propuesta para arreglarlo:

Dejaría el sistema de repeticiones de cuadrangulares de la manera en que está ahora mismo. Nosotros lo expandiríamos para incluir jugadas buenas o de foul por todo el terreno -- no solo para jonrones. Pero entonces aquí viene el gran cambio -- el cambio que arreglaría todo este lío, con toda probabilidad:

Le daríamos a cada manager un reto por noche para utilizarlo de la manera que quiera -- excepto para bolas y strikes.

Jugadas en las bases. Atrapadas. Interferencias de fanáticos o no. Colocación de corredores. Yo usaría la repetición para cualquiera de ellas, pero solo una vez por juego. Y eso le correspondería decidirlo al manager.

Por supuesto, bajo este sistema, es posible que Jim Leyland ya hubiese utilizado su reto de la noche para el momento en que la Gran Decisión llegó con dos outs en la novena entrada. Pero, ¿saben qué? Lo dudo.

Lo dudo porque estoy convencido que este manager, o cualquier manager -- sabiendo que tiene solo un reto por noche, solo uno -- no quisiera utilizarlo en alguna jugada cuestionable en la primera entrada. Él se la guardaría para cuando realmente la necesite.

La guardaría para las últimas entradas de un juego cerrado, ¿no? ¿La razón? Debido a que si algo así sucediera con dos outs en la novena entrada, él se daría un tiro en la cabeza si ya hubiese utilizado su reto en una jugada cuestionable de robo de base dos horas antes.

Y si cada manager tuviese un reto por noche, y cada manager se guarda el reto para cuando realmente, realmente lo necesite, ¿cuántos retos tendríamos por noche? ¿Tres? ¿Seis? ¿Quizás 10 en una gran noche?

Y ellos los esparcirían a lo largo de 15 juegos. Así que a juzgar por cuan rapido han resultado los usos de las repeticiones para cuadrangulares, y cuantas veces se toma la decisión correcta, ¿cuánto tiempo se estaría añadiendo a los partidos en promedio? Estamos hablando de quizás cuatro minutos más, como mucho. No cuatro horas.

Pero si una jugada realmente grande -- como esta, por ejemplo -- toma unos 10 minutos en decidirse, ¿porqué sería una catástrofe? Explíquenme esa.

Por favor, explíquenmelo. Explíquenme como esos 10 minutos van a causar un desastre en este deporte, por encima del que se creó en el Comerica Park. Adelante. Siéntanse en libertad de enviarme un correo electrónico (a uselessinfodept@yahoo.com) con todo el detalle que puedan enviar, y con mucha pasión. Quiero ver sus argumentos.

Todo lo que yo se es que mi argumento -- y mi sistema -- hubiesen logrado que se decidiera bien esta jugada. Le hubiese dado a Armando Galarraga el juego perfecto que se merecía. Hubiese sido mucho mejor que sentarse a defender el Elemento Humano en el deporte.

No hay un solo negocio en Estados Unidos -- ni uno -- que le haya dado la espalda a una tecnología que YA SE HA PROBADO QUE FUNCIONA porque prefieren el (tos, tos) Elemento Humano. Solo el béisbol.

¿Qué no es tiempo que el deporte entre al Siglo 21? ¿Qué no es tiempo que reconozcamos que el hacer las cosas de la manera que siempre las hemos hecho no es mejor que un trote de cuadrangular que dura 38 segundos?

Por supuesto que lo es. Y lo podemos corregir, con un chasquido de los dedos de Bud Selig. Yo se que Bud podría agonizar por meses antes de hacer ese chasquido. Pero hay algo que también se:

Su agonia nunca, nunca va a ser igual a la de Armando Galarraga cuando piensen en esta noche por el resto de su vida.