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La llave del éxito

BELGRADO -- Si inventáramos el felicidómetro en este momento (por favor, no pregunten cómo sería el sistema de medición), Arnaud Clement presentaría los niveles más altos, al menos entre aquellas personas que hoy se encuentren en territorio serbio.

Ahí estaba, solo en la superficie azul del Belgrade Arena, saludando a los de azul que tenía enfrente. Los anteojos en la mano, el pañuelo todavía en la cabeza, y los más de 700 hinchas franceses que cantaban más que los 15.000 locales, tras el 2-1 parcial que logra el visitante en la final de la Copa Davis, en Belgrado. En una coreografía notable, les bleus bailan para un lado y para el otro, muestran sus bufandas tricolor y despliegan una bandera de 20 metros de ancho.

Clement chocó cabezas con Gael Monfils y se abrazó con Julien Benneteau, quien podría estar en su lugar, pero una lesión en la muñeca izquierda sufrida en el US Open lo sacó de su posición en el doble con Michael Llodra, y lo dejó mirando las semifinales y la final de la Copa desde el banco. Lejos del despecho, Benneteau llegó a Belgrado para alentar a su ex compañero y al reemplazante. "Arnaud se lo merece, es una gran persona. Le faltaba jugar una final y por fin pudo quitarse las ganas", le dice Julien a ESPNdeportes.com con voz ronca.

Clement venía padeciendo los últimos años en el circuito. En dos semanas cumplirá 33 años, le cuesta mantener su lugar en el ranking (hoy aparece 78º en singles) y carga con el peso de su estilo de juego: jamás tuvo un tiro ganador. El prestigio y cuenta bancaria se engrosaron gracias a los kilómetros recorridos, la rapidez, la anticipación.

La lesión de Benneteau le abrió la oportunidad para saldar una cuenta pendiente en su carrera: jugar una final de Copa Davis. En 2001, año en el que llegó al top ten después de jugar la final del Abierto de Australia, disputó la semifinal de la Copa pero perdió su lugar para la final que debían disputar contra Australia en Melbourne, ya que el mismo capitán actual, Guy Forget, decidió llevar a Nicolas Escudé porque había llegado a cuartos de final de Wimbledon, con victoria sobre Lleyton Hewitt.

No le salió mal la jugada a Forget: Escudé ganó sus dos singles, uno sobre Hewitt, y Francia logró su noveno título en la Davis, el último hasta ahora.

La revancha parecía llegar en el año 2002, pero Clement tenía a la mala suerte de su lado: apenas cuatro días antes de la finalísima contra Rusia en Paris-Bercy, sufrió una lesión en la muñeca derecha, que lo mandó a mirar la definición desde el platea. Para colmo, los rusos terminaron dando la vuelta olímpica gracias a la increíble remontada de Mikhail Youzhny sobre Paul-Henri Mathieu en el quinto punto, luego de haber perdido los dos primeros sets.

"En la semana, Guy nos dijo: 'Piensen esto: en Francia, habrá millones frente a la TV queriendo que ganes'. Yo pensé eso en mi partido hoy, en ganar por toda esa gente, por el equipo, es una situación fantástica", dijo Clement, que lejos de poner la pelota a velocidad crucero como suele hacerlo, golpeó derechazos que envidiarían Federer, Fernando González o su compañero Jo Wilfried Tsonga. El bueno de Jo no podía ocultar su nerviosismo, y es lógico, ocupando un lugar en el banco.

Clement fue el jugador del día. En el momento más caliente, con la derrota parcial de dos sets a cero y el público local en el peor momento (los hinchas serbios se enfadaron con los franceses cuando éstos protestaron en pleno punto por un supuesto foot fault de Viktor Troicki, y el clima se volvió denso), Arnaud se desentendió de la presión y disparó a mansalva.

"¿La presion? Esta noche, la presión esta noche", dijo Clement con un movimiento de manos descendente. Se refería a "pression", que en francés es tanto "presión" como "cerveza tirada". El récord copero de Nono, como lo llaman sus compañeros (también lo dicen "La Clé", "la llave" en francés) es de 8-4 en singles -sus derrotas fueron dos ante Federer una ante Nadal y Davydenko, nada menos- y 8-2 en dobles.

"Este fue un típico partido de Copa Davis, yo empecé nervioso y Arnaud me ayudó. Esa es la diferencia cuando juegas con uno de tus mejores amigos, ya que éstos pueden encontrar las palabras correctas para cada momento", explicó Michael Llodra, flojo en el comienzo, vital sobre el final, cuando atajó una volea increíble y cerró el partido con su servicio.

"El doble es como una pareja: atraviesas tormentas juntos y eventualmente te sientes orgulloso de que tu relación perdura en el tiempo y eres capaz de lograr cosas maravillosas", comparó Forget.

Una de las tormentas más fuertes debieron pasarla este mismo año y la comparación con la situación de pareja es la más adecuada. Esta vez, se trató de un engaño. Me dejaste por otro, como en una telenovela. En febrero, hubo un malentendido y Llodra se anotó en el doble de Marsella junto con Benneteau, cuando Clement le había pedido a Llodra hacerlo con él. Para colmo, Llodra ganó el single (en la final contra Benneteau) y doble (en pareja con Benneteau), y siguió jugando con Julien el resto del año.

La relación entre Nono y Micka (Llodra) se enfrió bastante, hasta llegar a temperaturas negativas como las que hoy se soportan en Belgrado. Fue necesaria una charla de Forget con los dos para que recompusieran relaciones, y hoy vuelven a sentirse los mejores amigos del mundo. "Tuvieron un pequeño problema, pero ya es tema del pasado", reconoció el capitán.

Quizás hoy se sirva cerveza en la mesa de los franceses, pero en cantidades moderadas. La final de la Copa aún no terminó, resta una jornada que se presume inolvidable, y todos conocen el antecedente de la ronda anterior: Serbia perdía 2-1 contra los checos y terminó dándolo vuelta el domingo.