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Galarraga hizo historia como latino

Andrés Galarraga se ganó el apodo de Gran Gato por sus movimientos felinos en primera base Getty Images

Al venezolano Andrés Galarraga le llamaban el Gran Gato por sus movimientos felinos en la primera base, a pesar de su enorme talla de seis pies y tres pulgadas y 235 libras de peso.

Luego, demostró ser un gato verdadero, por aquello de las siete vidas.
Galarraga debutó en 1985 con los Expos de Montreal, pero no fue hasta 1987 que se estableció como un toletero consistente, luego de batallar contra lesiones en sus dos primeras campañas.

En su primera temporada completa como titular, mostró ser un bateador consistente, tanto de fuerza, como de promedio, en tanto que sorprendía a todos con sus habilidades defensivas que llevaron al entonces manager de los Cardenales de San Luis, Whitey Herzog, a calificarlo como el mejor primera base defensivo desde Gil Hodges.

Luego de altibajos debido a lesiones en las rodillas, en 1992 fue transferido a los Cardenales y un año después formó parte de los recién nacidos Rockies de Colorado, equipo con el que disfrutó sus mejores años.

Ese año coqueteó casi toda la temporada con la mítica marca de los .400 puntos de average y terminó con .370, para liderar a los bateadores de la Liga Nacional. Esa cifra representó el promedio más alto de un bateador derecho desde que Joe DiMaggio lo hizo para .381 en 1939.

Además, fue el average más alto para un jugador latino en la historia y el primer venezolano en ganar una corona de bateo.

Esa actuación le valió para ganar el Premio Regreso del Año, aunque al finalizar la campaña debió someterse por tercera ocasión a una cirugía artroscópica en una rodilla.

En 1996 encabezó el viejo circuito en jonrones (47) y carreras impulsadas (150) y un año después volvió a liderar a los remolcadores con 140.

Sin embargo, hubo quien dijo que su renacer ofensivo se debía al paraíso ofensivo que resultaba el Coors Field de Denver.

Al concluir la temporada de 1997, los Rockies lo dejaron libre y firmó por tres años con los Bravos de Atlanta.

"Muy pronto entenderá la diferencia entre el Coors Field y el Turner Field", dijo Fred McGriff, a quien Galarraga sustituyó como primera base de los Bravos.

Pero el Gran Gato le tapó la boca a los escépticos, al archivar average de .305, con 44 bambinazos y 121 impulsadas.

Durante los entrenamientos primaverales de 1999 le fue detectado un cáncer linfático en la espalda y perdió toda la campaña para someterse a tratamiento de radiaciones y quimioterapia.

En el 2000, totalmente recuperado, fue recibido con una enorme ovación y en su tercer turno al bate, el día inaugural, impulsó con cuadrangular la carrera del triunfo de Atlanta.

Al concluir la campaña con promedio de .302, 28 jonrones y 100 remolques, ganó por segunda vez el Premio Regreso del Año.

Comenzó entonces un peregrinar por varios equipos, como los Rangers, los Gigantes, los Expos y los Angelinos, donde cumplió diferentes funciones, desde titular a reservista, como bateador designado o emergente.

En el 2005, los Mets lo invitaron al campo de entrenamiento, pero con 43 años, Galarraga entendió que había llegado la hora del retiro, a pesar de haber mostrado aún su fuerza en los juegos de primavera.

En 19 campañas, dejó para los archivos average de .288, con 399 bambinazos y 1,425 impulsadas.

Así concluyó el guerrero de la sonrisa eterna, que batalló cada día con más vidas que un gato, contra los obstáculos que intentaron descarrilar su carrera.