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Manejo de grupo

SEVILLA -- David Nalbandian pidió mayor intensidad en los peloteos, y allí estuvo Juan Martín del Potro del otro lado de la red, acompañado por Juan Mónaco, para probar la combinación de dobles de Nalbandian y Eduardo Schwank durante los entrenamientos del martes en Sevilla.

La actitud de Del Potro sería normal en cualquier equipo de Copa Davis, pero en este caso, por la historia de desencuentros que hay detrás de esa relación, es un saludable botón de muestra de cómo ha mejorado la convivencia entre los dos, hasta llegar a un punto de entendimiento necesario en la relación profesional.

¿Cuánto incide lo grupal en un deporte tan individual? ¿Es necesario llegar a un punto de amistad para conseguir los resultados? La próxima final de la Copa Davis enfrenta a dos modelos: el equipo local que logró esa unión hace rato, al punto de considerarse amigos la mayoría de sus integrantes (especialmente Feliciano López con Fernando Verdasco, y Nadal con David Ferrer); del otro lado, el equipo argentino que aprendió de los errores y, si bien no hay fuertes amistades, se llegó a un respeto que facilita el clima de trabajo. No había sido el caso de 2008, cuando discusiones por el reparto del dinero y la elección de la sede, más la intervención de políticos oportunistas, complicaron el clima del equipo argentino, distanciaron a sus dos singlistas y ayudaron a estropear el asado.

Ahora bien, ¿no se gana y se pierden las series en la cancha? ¿No hubo una lesión de Del Potro en aquella final, que le impidió jugar el último día? ¿No hubo jugadores españoles agrandados ante la adversidad? Emilio Sánchez Vicario refleja, en el libro que escribió después del "marplatazo", cómo la ausencia de Rafael Nadal terminó sacando lo mejor de los representantes españoles que viajaron a Mar del Plata.

"Jugar la Copa Davis es trabajar en equipo, y estar en un equipo es aceptar el rol que le toca a cada uno, y colaborar en lo que sea necesario", expresó este martes Nadal. Rafa no podía de su ansiedad en aquel fin de semana de 2008: llamaba al teléfono móvil de López durante el decisivo punto para que le comentara lo que Rafa igualmente veía por televisión.

"Si son amigos, mejor, pero en un equipo siempre hay uno que se lleva mejor con uno y otro con otro. Lo importante es que haya buen rollo", afirmó Albert Costa en el programa Abriendo Juego, de ESPN Radio. "Algunos cenan todos los días juntos, otros sólo cuando están en el circuito, otros dos veces al mes... Es vital que se acepten, que se respeten, la relación más importante es la profesional, no la personal", agregó el capitán español.

Tito Vázquez, su par argentino, heredó esa "cruz" de una final de la que no había formado parte: su regreso a la capitanía de los sudamericanos comenzó justamente después del 3-1 español en Mar del Plata.

En los sucesivos encuentros con la prensa, solía recibir la misma pregunta: cómo manejaba la relación Nalbandian-Del Potro, cuándo los iba a juntar para una reunión que aclararía los puntos en desacuerdo. El capitán anterior, Alberto Mancini, solía organizar encuentros, cada tantos meses, entre los siete, ocho o nueve posibles convocados al equipo. Vázquez se hartó de la pregunta sobre Delpo y Nalba, y siempre explicó que "en vez de hacerlos ir a bailar juntos o a tomar un café, lo importante es crear las condiciones para que rindan al máximo dentro de la cancha de tenis". En su método de trabajo, es él quien se comunica con Franco Davin, entrenador de Del Potro, mientras que el subcapitán, Ricardo Rivera, tiene relación más directa con Nalbandian. Hoy, ambas posiciones se acercaron.

El tenis argentino conoce de desencuentros entre sus máximos singlistas, caso Vilas y Clerc en la final de la Copa Davis en 1981 (no se hablaban durante el dobles). "¿Eres argentino? Olé, olé, olé, olé", saluda el francés Michael Llodra y da su punto de vista: "La Copa Davis es una mezcla entre el nivel de los jugadores y el apoyo de los compañeros y el resto del equipo para lograr que el tenista rinda. Sin embargo, no hay garantía de éxito: fíjate Federer, que es uno de los mejores de la historia, y no juega casi nunca la Copa Davis. Suiza ya la debería haber ganado", puntualiza el exquisito tenista francés.

Sobre el tema, Federer dijo el año pasado: "Todavía favorezco mis decisiones individuales. Ya llegará un tiempo en el que eso cambiará. Considero que jugar una ronda de Copa Davis equivale a quitar un Masters 1000, y no estoy listo para eso. Además, hay que entender que no tenemos un equipo tan abundante como Rafa tiene con España. No es una queja, es un hecho: Rafa no jugó los cuartos y semifinales el año pasado (2009), pero la gente lo vio como la estrella de la final. Solamente se olvidan de que no estuvo antes". No lo dice Federer, pero aquí tambíen está hablando del rol que cumple cada uno de los integrantes del equipo español.

El equipo francés fue un ejemplo en este sentido: ellos son más compañeros que amigos, a pesar de casos puntuales como el de Jo-Wilfried Tsonga y Gael Monfils, que viven a diez cuadras de diferencia en Suiza y se juntan a cenar o jugar a la PlayStation. Ellos supieron aprender de los malos momentos: señalados como la nueva generación dorada del tenis de su país, sufrieron una dura derrota en la primera ronda de 2009 ante República Checa, en Ostrava, y a partir de allí nació el espíritu de equipo, la solidaridad y la actitud de cooperación, siempre con Guy Forget como capitán, Tsonga como líder para calmar al volátil Monfils y Llodra aportando experiencia. Sin embargo, también en Francia hay problemas: después de la final de 2010, Gilles Simon se quejó al diario L'Equipe de que Forget intentaba cambiarle la forma de jugar (hacia un estilo más ofensivo), sus declaraciones cayeron mal en el resto del equipo, Simon culpó al periodista y su diario, y hoy lo señalan como el Santoro de antes, el que sólo piensa en forma individual (en su momento, Fabrice también era señalado por sus actitudes egoístas que dañaban el espíritu de equipo, hasta que lo sacaron del mismo).

El caso serbio, último conjunto ganador de la Davis, es un punto extremo: los cuatro integrantes actuales (Novak Djokovic, Janko Tipsarevic, Viktor Troicki y Nenad Zimonjic) son realmente amigos, de compartir momentos fuera del circuito (comidas, casamientos, etcétera). En España, no siempre fueron flores: en 2008, el equipo se rebeló ante el presidente de la Federación, Pedro Muñoz, porque éste priorizó la altura de Madrid cuando el equipo no quería porque beneficiaba a Estados Unidos y sus bombarderos (Roddick, Querrey). Emilio Sánchez, elegido por Muñoz cuando los jugadores preferían a Costa, optó por ponerse del lado de éstos en la disputa contra Muñoz.

"Si el grupo no se une, no hay chance de ganar. Un tenista necesita entrar a la cancha en el mejor estado posible de tranquilidad y paz. El desgaste emocional es más grande que el físico", apunta el argentino Claudio Sosa, psicólogo especializado en deporte y tenis en particular. Mourinho habla de evitar la fatiga táctica antes que la física y esto va por ese lado. Manu Ginóbili dijo en una charla Ted que hay muchos talentos, no sólo el individual, no sólo hacer la mejor jugada personal, sino dar todo para el equipo, relegar el lucimiento para que el equipo gane", agregó Sosa, quien trabajó con Nalbandian cuando éste era juvenil.

El tenista choca justamente contra eso, una educación a base de la superación personal a costa de otros. Suele costarle, a su matriz individualista, entender la solidaridad con el compañero y la aceptación del rol. "Cuando empiezan las peleas se pierde, y si no entran en el mejor estado emocional a la cancha, se pierde. A veces, el ego del tenista es muy poderoso y limita con lo pedante", define Sosa.

Amigo de Tito Vázquez, Sosa llegó a sugerirle, después de la serie de cuartos de final entre Argentina y Kazajstán, que deportistas argentinos como Ginóbili, Lionel Messi o Martín Palermo, exitosos en deportes colectivos, intercedieran entre Del Potro y Nalbandian para viajar a la Serbia de Djokovic. "A veces, sólo escuchan a los referentes como ellos", explicaba Sosa. Vázquez escuchó la propuesta pero finalmente no hubo necesidad, porque la relación se fue recomponiendo hasta que, por ejemplo, en el último torneo de Estocolmo compartieron cenas y rondas de mate, no como amigos, sino como simples compañeros de un equipo que jugaría la final de la Copa Davis. Las charlas eran y son simplemente sobre tenis. No se necesita más.

Pete Sampras y Andre Agassi eran superestrellas pero no amigos. Igualmente podían jugar juntos. Hasta tenían como doblista a un tal John McEnroe, que aceptaba ocupar el papel de reparto. Los partidos se ganan en la cancha, pero es importante que el tenista entre a jugar sintiéndose parte.

Bruno Moioli es un psicólogo y psicoterapeuta español, que coescribió el libro de Sánchez Vicario. Allí define: "La cohesión grupal es el proceso dinámico que se refleja en la tendencia a mantenerse juntos y permanecer unidos en la persecución de sus metas. Conlleva la mutua aceptación de los miembros, el sentimiento de pertenencia al grupo, la percepción de cercanía y el trabajo en equipo. Facilita la cooperación dentro del equipo, además del trato que se dispensan los distintos miembros, la eficacia de su comunicación y el compartir objetivos comunes. Sin conductas de cooperación, el fracaso de cualquier equipo está asegurado".

En la cancha se define la historia: si Djokovic no se hubiera mantenido invicto en 2010, si Troicki no hubiera brillado en el último single en la final de Francia, y así con los demás, no habría sido posible el título serbio. Sin embargo, al ingresar al campo, ellos entraban con una actitud positiva que se reforzaba por la pertenencia al grupo. Los argentinos entrarán a La Cartuja de Sevilla con el espíritu de grupo recompuesto, y esta vez, si se pierde con España, será que el rival fue superior. Simplemente eso.