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De doble a doblista

BUENOS AIRES -- Pete Sampras ganó Wimbledon siete veces, Roger Federer pretende igualarlo y regresar al Nº 1 del mundo; sin embargo, es Dominic Inglot, británico de 26 años, quien afirma, en broma y un poco en serio: "Yo he pisado la cancha central más tiempo que nadie, incluyendo a ellos dos".

Inglot no es cuidador de las canchas, de esos que se visten de verde oscuro; tampoco un turista fanático del mítico estadio central. Inglot es doblista profesional, 85º en el ranking de la especialidad, y alguna vez fue doble de actores de la película titulada, precisamente, Wimbledon.

Recordarán aquel guión; de los más recientes, junto con Match Point de Woody Allen, en presentar al tenis, su ambiente y costumbres como ámbito en el que se relata otro tipo de historias. En Wimbledon (estrenada en septiembre de 2004), se cuenta la situación de un tenista en descenso, con ranking 119º, y una jugadora que lo ayudará a reencontrar la motivación en el tenis... y en el amor. Kirsten Dunst hizo el papel de Lizzie, la jugadora en ascenso; Paul Bettany es Peter, el veterano que se enamora de ella, e Inglot es el que hace de Bettany jugando al tenis; el que le pega como un profesional.

"Solía entrenarme en el Queen's Club con Peter Fleming", comienza a relatar Inglot. "Un día vino Pat Cash, que era asesor técnico de la película, y me dijo: 'Oye, estamos buscando gente para tenerla de relleno, porque se necesita simular que las canchas están repletas, los tenistas caminan por el club... ¿Estarías interesado?'. Le dije que sí, genial".

"Luego me estaba haciendo las fotos, probando la ropa, todo eso, y uno de los asistentes se detuvo frente a mí y me dijo que me parecía mucho al protagonista. En ese momento, yo no sabía que era Paul. '¿Querrías ser el doble suyo?', me preguntó. Yo asumía que sería uno de los ocho tenistas que harían de Paul, una cuestión de dos o tres días, pero terminé siendo el único doble para él durante todo el verano".

Fueron tres meses de grabación, uno y medio en las canchas auxiliares y otro tanto en el estadio principal. "Eran 12 horas de trabajo por día. Fue grandioso pasar todo ese tiempo en el central. De pequeño iba con mi padre a ver a los grandes jugadores, hacía la típica cola de horas y horas para las entradas...", recuerda un sonriente Inglot en diálogo con ESPNdeportes.com.

El proceso de grabación en el estadio más importante incluyó un partido a un set. Inglot y el doble del finalista, Jason Thorpe (profesional inglés ya retirado) le pegaban a la bola mientras el público se movía en diferentes áreas. La cancha tiene capacidad para 15.000 personas y eran mil extras que iban en bloque, de un lugar al otro, así la toma tendría público desde diferentes ángulos. "Era muy loco jugar un partido así, con mil personas moviéndose a la vez. Jason era más grande y mucho mejor que yo y, cuando practicamos sets antes de grabar, me ganaba siempre. Esta vez, en la central, gané yo", recuerda Inglot. De alguna manera, ese set fue su "título" en Wimbledon.

Inglot vivía un mundo de fantasía a los 17 años. "Me saqué fotos con todos los actores, por supuesto. Pasaba mucho tiempo con Austin Nichols, el actor que hacía del finalista. Ahora actúa en la serie One Tree Hill. Con Paul (Bettany) me llevé muy bien también, pero en la mitad de la grabación, él y Jennifer Connely tuvieron un bebé, entonces cuando terminaba de trabajar, se iba rápido. Con Kirsten (Dunst) hablé ocasionalmente porque no hacíamos escenas juntos".

Bettany tomó clases de tenis con Pat Cash durante seis meses: si bien tenía una idea, la distancia con el profesional que debía personificar era insalvable. Inglot debió cambiar el revés de una a dos manos, para adaptarse al de Bettany. "En los primeros planos te das cuenta de cuándo es él, pero en tomas desde detrás del finalista, no se ve bien la cara y ese soy yo. Desde el punto de vista del público, o desde el de John McEnroe, que hace de comentarista, se ven los puntos que juego", cuenta Dominic. "Después hay mucho material al estilo pelotita que pica cerca del pie, movimientos de raqueta, sólo manos, brazos... Había escenas en las que una cámara enfocaba mis piernas desde atrás de la línea de base mientras yo me movía hacia los costados".

Inglot y Bettany no tenían diferencias de estatura, pero las piernas del primero eran más grandes. "Paul debió usar pantalones más ajustados", revela el doble. "A la vez, sus hombros eran más grandes que los míos porque había pasado mucho tiempo en el gimnasio, así que yo usé hombreras. Él no tenía pelo en las piernas, entonces me las afeité. Él tiene pecas en todo el cuerpo, así que me llenaban de pecas todos los días con una especie de pasta de dientes". Secretos de la cocina de la producción.

Dominic fue al estreno de la película con su hermano Alex y no pudo evitar saltar de la silla al verse. "'¡Soy yo, ese soy yo!'", grité. Podía decir qué parte había hecho y cuál no. Mis amigos decían que no podían distinguirlo, lo cual habla bien de la película y sus efectos", elogia.

A casi una década del estreno de Wimbledon, Inglot recuerda haber cobrado 15.000 dólares por el trabajo de tres meses, suma cercana a la que se lleva hoy el perdedor de una primera ronda de un Grand Slam. "En ese momento era mucho dinero para mí, fantástico, pero lo más importante era poder decir que había estado en una película. Un momento muy disfrutable".

PROTAGONISTA DE SU PELICULA
Tras la grabación, parte de la cual transcurrió durante el campeonato de Wimbledon de 2003 -vestuarios, recorridas por el club, ya sin Inglot en la central y sí con Federer, que lograría ese año el primero de sus seis títulos-, llegó el tiempo de la reinserción en el circuito, de dejar el rol "actoral" para ser protagonista. Ahí, la historia de Inglot tiene algunos puntos en común con la película; al menos con el protagonista.

Hasta el 2005, la típica pelea en los futures, sin éxito. Por eso, tomó la decisión de estudiar finanzas en la Universidad de Virginia, en Charlottesville, Estados Unidos, donde se recibió en 2009. Su contacto con el deporte era el tenis universitario y en su historia, no fue una bella rubia la que le aconsejó volver a intentarlo, sino el entrenador de la universidad, un hombre feo y bigotudo (lo último es broma, no le conocemos la cara).

"Oye, haz un intento, prueba uno o dos años", le dijo. "Si no funciona, sabes que el trabajo de oficina seguirá allí". Inglot ya había tenido entrevistas en empresas dedicadas a la consultoría. "No sabía si mi tenis sería lo suficientemente bueno para llegar a un nivel alto, y no quería perder el tiempo", recuerda.

En el regreso, pudo darse un gusto: jugar Wimbledon como profesional por primera vez. Ocurrió en 2010, en dobles, con su compatriota Chris Eaton, y ambos pasaron dos rondas, antes de caer ante Llodra-Benneteau. "Creo que me sirvió haber hecho la película, me sentía en un ambiente natural. Por supuesto, hay muchas más personas mirando, pero es el mismo court, sensaciones parecidas", compara.

El momento de bonanza duró hasta noviembre de ese año, cuando en el challenger de Aaschen, tropezó al correr un dropshot y terminó con dos ligamentos rotos en un tobillo. Un año de recuperación, período en el que entró como becario a la empresa Merrill Lynch. Recuperado, con ganas de volver a intentarlo, volvió en octubre de 2011 en su segundo hogar, Charlottesville, y ganó el doble del challenger en dupla con el filipino Treat Conrad Huey.

"No lo podíamos creer, primer torneo y un título, para colmo en el que había sido mi club durante tantos años. Era empezar de cero y no me veía ni siquiera en los ATP, ni hablar en los Grand Slam", cuenta Inglot. La intención era continuar en single y doble, pero su rodilla no estaba bien por aquel asunto del tobillo, y debió renunciar a los individuales a los 26 años.

El objetivo fue crecer con Huey: hubo que hacer experiencia en los challengers, conseguir engrosar el ranking y finalmente llegar al circuito ATP, con la final de Houston 2012 como resultado destacado. Inglot-Huey siguieron creciendo hasta derrotar a Lindstedt-Tecau en Roland Garros y, en el segundo regreso de Dominic a Wimbledon, hace días, ambos perdieron 9-7 en el quinto set ante la experiencia de Erlich-Ram.

"Louis Cayer, mi entrenador, ha trabajado con Nestor y Mirnyi, y cree mucho en lo que puedo hacer. Hay que lograr consistencia: como él dice, no se trata de ganarles a estos rivales una vez, sino hacerlo tres de cinco. Creo que puedo ser un top ten en dobles, trabajo para eso", afirma. "A veces miro el Financial Times, sintonizo el canal Bloomberg, pero planeo seguir en el tenis por un tiempo".

¿Alguna otra inquietud cinematográfica? Hace una mueca y responde: "Excepto que quieran hacer Wimbledon 2, no veo que pueda ayudar mucho".