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¿San Pablo, un campeón legítimo?

BUENOS AIRES --El año deportivo terminó y solo nos queda reflexionar sobre la bochornosa final de la Copa Sudamericana en el estadio del San Pablo.

Cuando muchos ya creíamos superadas aquellas batallas campales entre jugadores cada vez que se disputaba alguna final de la Copa Libertadores, apareció de nuevo el miedo y la barbarie en el fútbol sudamericano.

Desde los papeles y en la cancha, San Pablo es un campeón indiscutido, mucho mejor equipo que Tigre (lo demostró en la cancha). Sin embargo, también muchos jugadores del San Pablo demostraron en la cancha su falta de respeto hacia sus propios colegas argentinos.

San Pablo ganó una Copa Manchada, en la cancha, jugando al fútbol, pero dejó mucho que desear como institución organizadora y responsable del último partido de la Copa Sudamericana.

Sin duda, esta final es el hecho deportivo del año, porque estamos ante una tremenda amenaza para el fútbol continental.

Tolerar, permitir y esconder la violencia puede traer penosos incidentes en un futuro muy próximo. Que una institución tan respetable como La Confederación Sudamericana de Fútbol, deje decisiones extradeportivas a un árbitro de fútbol es una auténtica "lavada de manos".

Se jugó solo un primer tiempo, donde repito, San Pablo fue mucho más que Tigre. Sin embargo, no se entiende la violencia y tampoco se entiende la actitud de ciertos dirigentes y cuerpo técnico del San Pablo, a ya casi veinte días del suceso.

¿Seguiremos con los ojos tapados? ¿Es necesario que el técnico del San Pablo continúe generando violencia insultando a los jugadores de Tigre? Actitudes egoístas, mezquinas, poco responsables y perdidas del espíritu noble que deben tener todos los deportistas.

Son actitudes egoístas que no se entienden y manchan al fútbol argentino y al excelente fútbol de Brasil sobre todo. En un futuro no muy lejano, muchos clubes tomaran sus precauciones a la hora de ir a jugar a Brasil.

Escribo esta crónica, a muchos días de lo sucedido, para que no olvidemos que todavía no se esclareció lo que sucedió en las instalaciones del Club San Pablo, en sus vestuarios durante el entretiempo.

Todavía no se detuvieron ni se reconocieron a los hinchas brasileños que había ingresado con palos al vestuario argentino.

Todo parece que quedó en una anécdota de final de fútbol sudamericano. Sin embargo, sienta un precedente. Si no se toma nota con la debida responsabilidad, si no se castiga a los culpables, dejaremos abierto un espacio para la barbarie, la violencia sin límites y la muerte que tan mal le hace al fútbol continental.

Tigre y San Pablo jugaron una final. El equipo paulista se coronó campeón en un mar de rumores. El fútbol trasciende mucho más que un campo de juego, es el campeón legítimo, pero está muy lejos de ser un campeón ejemplar y honesto. Algo sucedió, algo no está claro.

Los propios hinchas y dirigentes del San Pablo deberían preguntarse ¿por qué?

¿Por qué se empañó una fiesta que tranquilamente podría haber terminado en goleada?