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Mosley debería estar ya retirado

Si un lector aleatorio entrara a mi oficina esta tarde, me mirara de arriba a bajo para entonces decirme que me debo de largar porque ya no soy bueno en mi trabajo, se podrían imaginar hacia dónde le diría que se podría ir. (Entonces me preguntaría cómo el sujeto entró al edificio y cambiaría las cerraduras.)

Así que no esperen que Shane Mosley le preste atención a mis palabra, o las advertencias de todo el mundo, fuera de su familia o círculo profesional.

El boxeo es su especialización y tiene derecho a ganarse la vida, y si una comisión todavía quiere darle la luz verde, ¿quién soy yo para decirle que no se suba más al cuadrilátero?

Pero aquí va de todos modos: Shane, por favor, agarra tus guantes y vete a casa.

Esta es la cuestión: Yo realmente creo que Shane, aún con 41 años, sigue siendo un rival viable de peso welter a un segundo o tercer nivel. Y cuando regrese el sábado en Cancún, México, para enfrentarse a Pablo César Cano -un fuerte joven de 23 años cuyas dos únicas derrotas vinieron ante Paulie Malignaggi y Erik Morales en decisiones cerradas donde Cano peleó con todo- habrá un elemento de misterio en el proceso. A Mosley no lo están lanzando a la boca del lobo.

Pero va más allá de un interés en una competencia honesta, o inclusive la necesidad de sellar herméticamente el legado de un tricampeón y un siempre candidato al mejor libra por libra. (Mosley no ha ganado una pelea desde el 2009, con una marca de 0-3-1 desde entonces, ese barco partió ya de todos modos.) Más preocupante es el precio que le ha cobrado 55 peleas profesionales, particularmente las más recientes, en las cuales los reflejos de su gatillo sensible parecen oxidarse frente a nuestros ojos.

Este no es un Joe Namath o Shaquille O'Neal venido abajo cojeando en sus últimas días de gloria atlética. ¿Perder un poco velocidad en la recta o un paso en el tramo final? Uno hombre puede vivir con eso. Pero para un boxeador cuya fundación está construida en el tiempo de reacción y la velocidad de sus manos, una mínima erosión de habilidades se traduce a menos golpes conectados, peleas más largas y más golpes que se reciben que se evidencian en el rostro. ¿Puede un hombre vivir con eso? Quizás.

Pero inclusive un puñado de esos tipos de rounds pueden destrozar la calidad de esa vida al paso del tiempo.

Tanto boxeadores como fanáticos entienden los costos potenciales. O haces las paces con ellos o sigues hacia delante. Pero nadie que aprecia los sacrificios que requiere el boxeo tiene el estómago para una matanza gratuita. Puede que Mosley no esté tan perdido todavía, pero está probando esos límites. Por su propio bien, ¿es mucho pedirle que no lo haga?

Con eso, aquí van cinco boxeadores que me gustaría que se retirasen ahora mismo:

SHANE MOSLEY

No ha lanzado un puño significativo desde que le hizo temblar las rodillas a Floyd Mayweather Jr. en el segundo asalto de su combate en el 2010, cuando Mosley estaba viniendo de un periodo inactivo de 15 meses y de repente pareció como un boxeador distinto. Se escondió en su caparazón luego de esos round iniciales contra Mayweather, y fue dolorosamente tímido con sus puños contra Manny Pacquiao un año después.

El tener problemas en pegarle significativamente a Floyd es una cosa.

El hecho de que Mosley no pudiese conectarle uno a Manny y además dejar de intentarlo quizás fue la señal más obvia.

JAMES TONEY

Toney, de 44 años, es un desastre en casi todos los sentidos de la palabra.

Antes un devastador campeón de peso mediano y súpermediano, ahora es un peso completo chapucero que lleva una marca de 6-4-1 con dos no-contests contra rivales mediocres desde el 2005.

Toney aún tiene fuerza, pero está muy lento como para usarla eficazmente.

Peor aún, su quijada de titanio, la cual lo mantiene boxeando incluso cuando está frente a un rival más poderoso, irónicamente se ha convertido en una de las amenazas más grandes para su salud.

Tras 87 peleas profesionales -un número casi obsceno en esta época- conduce tempestuosas e ininteligibles entrevistas que pueden ser graciosas si no fuesen tan desgarradoras.

OLIVER McCALL

El momento de McCall bajo el sol -un nocaut técnico en el segundo asalto ante el campeón de peso completo Lennox Lewis en Londres, tiene ya casi dos décadas de viejo. Ahora consideren que ha peleado en 40 ocasiones. ¡40! Desde entonces. McCall aún tiene lo que se requiere para enfrentarse a un recientemente derrotado y ruinoso excontendiente Fres Oquendo, pero no se podría medir ante la víctima de Wladimir Klitschko, Francesco Pianeta. Eso no debería de inherentemente significar que el "Toro Atómico" se debe jubilar, pero considerando su edad (48), el poder de sus rivales en el peso completo y el castigo sostenido que ha recibido (McCall se fue a la distancia en 10 o 12 rounds en nueve de sus pasadas 10 peleas), yo diría que es suficiente.

PONGSAKLEK WONJONGKAM

Porque a menudo son dejados con tan poco luego de que los despojan de su velocidad a comienzos de sus 30s, la mayoría de los pequeños del boxeo se retiran del juego en un momento más apropiado relativo a su mejor momento. Wonjongkam, de 35 años, nunca recibió el memo.

El ex campeón de peso mosca y semental tailandés parece drenado de su lucha luego de superar en anotación a Edgar Sosa en el 2011. Siguieron un empate y una derrota inesperada ante Sonny Boy Jaro, y desde entonces sus victorias (tres sobre boxeadores haciendo su debut), no llegan a balancear su única derrota (un nocaut técnico a la manos del rival Rey Megrino).

ROY JONES Jr.

Para aquellos que no son lo suficientemente mayores para recordarse o que estaban viviendo en Neptuno durante la cima de Jones desde mediados de los 1990s hasta los comienzos del 2000s, aquí un scouting report: piensen en una combinación entre Floyd Mayweather Jr. y Mike Tyson.

Jones era literalmente tan bueno que daba miedo, combinando velocidad con dominio con una superioridad que infundía cada uno de sus combates con una cierta especia de inevitabilidad macabra fascinante.

Por lo cual es sorprendente ver la versión actual de Jones tan desarmado frente a boxeadores que hubiese hecho trizas en aquel entonces. Sí, tiene 44 años. Y claro, las movidas entre las divisiones no le fueron amables.

Pero incluso hace cinco años, cuando Jones estaba en medio de su declive, el aplastante nocaut que sufrió ante Denis Lebedev (en el 2011) hubiera sido impensable. Hay una razón por la cual solamente vemos a Roy en HBO con un micrófono en la mano.