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Recordando a Víctor Galíndez

BUENOS AIRES -- Fue el primer boxeador argentino en consagrarse campeón mundial en el Luna Park. Fue el primer campeón mundial medio pesado en recuperar la corona y el primer argentino en lograrlo en los Estados Unidos. Pero siempre será recordado, ante todo, por aquella tremenda batalla de Sudáfrica, cuando venció a Richie Kates por nocaut, faltando apenas un segundo para que terminara el combate, y celebrara su victoria bañado en su propia sangre.

Víctor Emilio Galìndez nació el 2 de noviembre de 1948 en Vedia, provincia de Buenos Aires, pero sus raíces siempre estuvieron en Morón, ciudad en la que comenzó a boxear. Todo indica que fue Oscar Casanovas, el ex medallista olímpico en Berlín 1936, quien le dio las primeras clases junto a Luis Federico Thompson, el mismo que puso nocaut al campeón mundial welter Don Jordan en el Luna Park en1959.

Pero fue Horacio García --el hacedor de Rodrigo La Hiena Barrios entre otros-- quien comenzó a darle otra proyección. Galíndez irrumpió en el boxeo aficionado con una característica de buen boxeador, dotado de habilidades contraofensivas. De esta manera, en su carrera amateur se anotó, por ejemplo, la medalla de plata en los Panamericanos de Winnipeg 1967 y su participación en los Juegos Olímpicos de México 1968. Un año después, a los veinte, se hizo profesional.

Fue por entonces cuando conoció a Juan Carlos Lectoure. El pibe llegó al Luna Park luciendo los clásicos pantalones Oxford de esos tiempos y una camisa abierta mostrando el pecho. "Acuérdese don Tito, yo le voy a llenar el Luna", cuenta la leyenda que le dijo al promotor. Y que éste, luego, comentó entre algunos amigos: "¿Y éste quien se cree que es, Gatica?". Por entonces, Galíndez comenzaba a ser entrenado por Juan Carlos Pradeiro.

Se puede decir que fue "el boxeador de Lectoure", puesto que se lo tomó como una misión personal. En esos tiempos --estamos hablando de comienzos de los años 70--, eran famosas las noches de boxeo televisado los miércoles. Unos pocos años antes, Lectoure había organizado un certamen para pesos medianos, que culminó con la consagración de uno de los candidatos menos votados: Carlos Monzón.

En el caso de la división de los medio pesados, los nombres eran muchos, todos jóvenes leones hambrientos de fama, gloria, dinero y triunfos.

Lectoure decidió organizar el campeonato "Bolsa de Oro", con el trofeo Félix Daniel Frascara, en homenaje a uno de los más grandes periodistas de la Argentina. Juan "Mendoza" Aguilar era el campeón argentino y Avenamar Peralta, el sudamericano. Jorge Ahumada el campeón mendocino y luego venían, entre otros, Víctor Galíndez y Pedro Rimovsky... Y, aunque se dijo que el torneo había sido organizado para que lo ganara Galíndez, lo cierto es que se impuso Avenamar Peralta.

Y aquel boxeador tiempista, fue convirtiéndose en un guerrero fuerte, atrevido y pegador.
Llegaba al Luna Park en un Fiat 600 totalmente tapizado de piel de leopardo, y su atuendo para subir al ring tenía el mismo diseño. No podía estar sin llamar la atención, aunque era de pocas palabras. Cuando ganó aquel certamen, era seguro de que su destino era pelear por el campeonato del mundo. En el 72 le ganó el título argentino a Aguilar y el sudamericano a Peralta.

Lectoure, como había hecho con Carlos Monzón o Nicolino Loche, comenzó a traerle boxeadores extranjeros, no solamente para que se fogueara, sino también para que pudiera ir subiendo en el ranking mundial, en una época en donde Bob Foster era el campeón indiscutido. Así, vinieron Eddie Duncan, Eddie "Bossman" Jones, Eddie Owens, José "Monón" González, Ray Anderson...

Mientras Galíndez crecía en los rankings, uno de sus grandes rivales locales, el mendocino Jorge "Aconcagua" Ahumada, se había radicado en Nueva York. Después de todo, cada vez que había enfrentado a Galíndez y luego de ir arriba en las tarjetas, terminaba perdiendo por nocaut. No le fue mal a Ahumada, porque le dieron la oportunidad ante Bob Foster, en junio del 74. Eso sí, aunque había ganado, le dieron empate: la pelea fue en Albuquerque, la ciudad en la que Foster era el sheriff.

Foster luego de esa pelea, dio un paso al costado, la corona AMB quedó vacante y Lectoure se apresuró a montar el choque entre Galíndez y Len Hutchins. Diez días antes de la pelea, Galíndez se estrelló con su auto, y quedó todo maltrecho. "Creo que habría que postergar la pelea, Víctor. Así no podés pelear", le dijo Lectoure. La respuesta fue: "No, Tito, a ver si le dan la chance a otro... Yo peleo igual". Y peleó.

Aquella noche, la del 7 de diciembre de 1974, en el Luna Park, Galíndez se bañó en gloria, tras ganarle a Hutchins por nocaut técnico en el 13, pero también fue una noche dramática, pues a raíz del castigo recibido, el norteamericano terminó la noche en el hospital.

De allí en más comenzó una carrera internacional para Galíndez. Juan Carlos Pradeiro le vendió el contrato a Lectoure, quien se lanzó a manejarlo y a asistirlo en el rincón cuando peleaba en el extranjero. De hecho, curó sus heridas la noche de Richie Kates, y hasta le hizo de sparring. Fue una relación muy especial, puesto que Galíndez era reacio el gimnasio y generalmente llegaba con lo justo a cada pesaje, para el enojo y el reprocho de Lectoure.

Mientras Carlos Monzón, disciplinado y ganador, crecía en cada combate, la diferencia con Galíndez quedaba marcada. Para el argentino, acostumbrado a las antinomias (River-Boca, Vilas-Clerc, para dar apenas dos ejemplos), Galíndez fue creciendo a la sombra de Monzón. Sus problemas de entrenamiento eran notorios (tuvo, en total, diez técnicos) lo mismo que el amor que tenía por los autos y la velocidad: llegó poseer 21 autos (incluyendo 5 Mercedes, 4 Torinos y un BMW) y 3 motos.

Sin embargo, Galíndez capturó el corazón de los argentinos con una pelea: aquella en la que, el 22 de mayo de 1976, en el Rand Stadium de Johannesburgo, Sudáfrica, se impuso ante el norteamericano Richie Kates. Un tremendo cabezazo le provocó una gran hemorragia. Tanta que, en los "breaks", Galíndez se limpiaba el rostro con la camisa del referí, Stanley Christoudoulou. Bañado en sangre, Galíndez combatió casi ciego durante la mayor parte de la pelea. Y, finalmente, logró el nocaut cuando apenas faltaba un segundo para que terminara el 15to y último asalto.

Solamente después, cuando todo hubo terminado, el campeón se enteró que, ese mismo día, en Reno, Nevada, su ídolo, Oscar Ringo Bonavena, había sido asesinado. Se quebró cuando se lo dijo Lectoure y estalló en llanto.

Su carrera continuó con algunas victorias discutibles y otras no tanto. Hubo hasta una revancha en Italia con Richie Kates, en donde el drama de la primera edición estuvo ausente. Y, la noche del 15 de septiembre de 1978, en Nueva Orleans, sucumbió ante Mike Rossman. Malamente cortado --y mal entrenado--, Galíndez conoció la derrota cuando el referí Waldemar Schmidt detuvo el encuentro en el 13er. asalto. Esa misma noche, Muhammad Ali venció a León Spinks y recuperó su corona mundial.

Quedará como hito único que la segunda edición, programada en Las Vegas, no se hizo nunca. Lectoure pidió autoridades de la WBA, y como la comisión local puso referí y jurados propios, Tito cumplió su promesa de que no habría pelea. Y, con Mike Rossman ya en el ring del Caesars, Lectoure lo hizo abandonar el Pavillion a Galíndez. "Sin autoridades de la WBA, ya lo dije, no hay pelea", le explicó a Howard Cossell por la televisión. Y no la hubo...

Finalmente se efectuó la revancha, en Nueva Orleans, el 14 de abril de 1979: severamente controlado por Lectoure, Galíndez le ganó a Rossman. "Lectoure me puso en la habitación de Galindez, para que lo controlara", recordó el técnico Horacio Rodríguez. "Yo dormía en un sillón cruzado en la puerta del baño, para que no se levantara a tomar agua, porque era capaz de arruinar el trabajo del día en una noche. Así llegó bien al peso y, como era de esperar, ganó..." Si, y además, ganó en medio del escándalo. Fue cuando sus hermanos --liderados por Roberto Palmero, quien fue siempre su fiel escudero, en las buenas y en las malas-- se pelearon en el medio del ring con los hermanos de Rossman. Una batalla campal que afortunadamente, se pudo interrumpir rápido. El hasta entonces campeón se quedó en su esquina acusando una mano rota, y no salió al noveno asalto.

Sin embargo, se separó de Lectoure y se fue a trabajar con Primera Fila, una empresa liderada por José Steinberg y Carlos Monzón. Fue entrenado por Amílcar Brusa, pero no era lo mismo, porque solamente Lectoure lograba controlarlo. Así fue que, por no ir al dentista, peleó con una muela infectada ante Marvin Johnson, quien le quebró la mandíbula en Nueva Orleans, el 30 de noviembre de 1979: nocaut en once asaltos y adiós a la corona mundial.

No fue el mismo. Hizo una pelea más, que fue la última, ante Jesse Burnett, el 14 de junio de 1980, y tras caer dos veces en el séptimo, perdió por puntos en Anaheim, California. Volvió con Lectoure, apareció un desprendimiento de retina. Oficialmente no había colgado los guantes cuando el Destino le tendió una trampa mortal. En ese momento, tenía una campaña de 63 peleas ganadas, 41 por KO, 9 derrotas y 5 empates.

Como campeón mundial había defendido su título en Johannesburgo, Torino, Viareggio, Roma y Oslo, entre otros escenarios, llegando a sumar 12 defensas exitosas y superando a Archie Moore. Enfrentó a 22 rivales extranjeros, peleó 16 veces afuera del país y fue el primer campeón mundial argentino que defendió su corona ante un compatriota, Jorge Ahumada. Sucedió en el prestigioso Madison de Nueva York, en 1975, compartiendo cartelera con Carlos Monzón.

El domingo 26 de octubre de 1980, Galíndez participó de una carrera de Turismo de Carretera, una fórmula muy popular en Argentina, como acompañante de Antonio Liseviche. La competencia se realizó en 25 de Mayo, provincia de Buenos Aires.
Faltaban cuatro vueltas apenas cuando el auto --un Chevrolet, con el número 19-- se quedó en el medio de la ruta: ambos se fueron caminando en sentido contrario a los autos, sin darse cuenta del riesgo que corrían.

La gente les hacía señas para que se fueran hacia la banquina y Galíndez, pensando que los estaban saludando, les devolvía el gesto moviendo los brazos, sin comprender lo que podía pasar. Finalmente un auto, el Falcon de Marcial Feijoó, hizo un trompo y embistió a los dos. Murieron en el acto. Los cuerpos de Galíndez y Liseviche (43) quedaron tirados en el lugar, hasta que terminó la carrera (que no fue interrumpida). Feijó fue hospitalizado y no corrió nunca más.

Nunca se conocieron las causas del accidente. Galíndez tenía 31 años. Casado con Ana María, tenía tres hijos, un varón (Darío Víctor quien también boxeó) y dos mujeres, María Alejandra y Nina Nieves. Por ese entonces convivía con Patricia Aguado.

El muchacho que se metió a boxeador "para comprarle a mi mamá una casita blanca con techos rojos"... El boxeador salvaje que peleó con Richie Kates, el amante de los autos y del lujo ("Correr es como volar", dijo alguna vez)... El que siempre vivió con el acelerador a fondo, halló la muerte de una manera absurda, inmerso en una de sus pasiones: la del automovilismo.

Hubiera cumplido 65 años. Galíndez, un grande de verdad, aquel de la pelea con Richie Kates...