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Diario del Mundial

BUENOS AIRES -- Un Mundial es una usina generadora de sueños e ilusiones. A lo largo del planeta, por ese poder informático y casi ancestral, el Mundial pone a soñar a millones de personas. Es como una droga. Sucede cada cuatro años y por un mes entero, nos olvidamos de todas nuestras miserias. De pronto, tenemos mayor optimismo, nos relajamos y consumimos con placer. El Mundial es una gran fiesta y un excelente motivo para evadirnos de la realidad, aunque sea por un par de horas.

Comprobamos una vez más, que los alemanes son muy distintos a nosotros, son ordenados y volvemos a tener presente que los franceses tienen un espíritu de lucha que anhelamos. Así, descubrimos muchas cosas de nuestros rivales. El fútbol es un ejercicio inconsciente de aprendizaje.

Entre este mundo de futboleros, los argentinos somos los primeros en ilusionarnos. Si analizáramos con frialdad y realidad nos daríamos cuenta que no tenemos posibilidades. No se trata del genio argentino, de la picardía nacional, del talento inagotable de Messi, Di María y la polenta goleadora de Higuaín.

Desgraciadamente es otra cosa. Talento y singularidades nos sobran. Pero, como siempre, a lo largo de nuestra tradición no podemos armar un equipo. ¿Por qué? ¿Lo colectivo va en sentido opuesto al ser nacional? Somos un país de grandes individualidades, Borges, Maradona, Córtazar, Che Guevara, Néstor Kirchner, Sarmiento. Casi no hay registro en nuestra historia de grupos, el sentido de comunidad es un eslabón perdido para nosotros.

En fin, pese a no tener equipo el fútbol tiene la magia de lo impredecible. Finalmente cualquier cosa puede pasar. Messi solo, podría ganar el Mundial, pero podría no ganarlo también.

Abramos los ojos: nunca un Mundial estuvo tan lejos y tan cerca a la vez. En Brasil y ante un seleccionado brasileño de altísimo nivel.

Los argentinos encendemos las luces de la esperanza antes que nadie. Pero es en vano. Por eso decidí comenzar este Diario del Mundial, seis meses antes, porque la esperanza va más allá de los logros y los resultados.

En Brasil, pese a ser los organizadores, todavía no se vive clima de Mundial. Ganar otro Mundial no sería una novedad; e incluso muchos brasileños quieren que su selección pierda. Los brasileños están cansados del fútbol. Los problemas sociales está vez no serán opacados por la fiesta de la pelota.

Por el lado de los equipos latinoamericanos, hay muchas esperanzas. El equipo Azteca y el equipo Charrúa la tienen difícil, ambos deberán enfrentar a poderosos seleccionados europeos desde el arranque nomás. Pero tienen historia, resto y potencia como para jugarle de igual a igual a quien sea.

Colombia llegará en su pico alto y tiene en el banco a un entrenador experimentado. Chile siempre ofrece resistencia y tal vez, este Mundial Sudamericano sea el Mundial de su consagración.

El equipo andino, Ecuador, es otro que puede dar muchas sorpresas. Para bien o para mal, que estos equipos jueguen en territorio latinoamericano, les da ciertas ventajas y muchas motivaciones. ¡Aprovéchenlas!