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El lado oscuro de Schumi

BUENOS AIRES -- Son lunares que no se despegan, manchas que le quitan brillo a los números intachables. Aparecieron cuando se sintió perdido y se ganaron el guiño cómplice de los que aplauden la voluntad inquebrantable de ganar sin que importe el precio. Son las que agrandan el rótulo de mal perdedor, las que sostienen la leyenda del gran piloto sin grandeza.

En su primera temporada completa en Fórmula Uno, 1992, tuvo encontronazos con Ayrton Senna, campeón en ejercicio de sus funciones. Empezaron con molestias intencionales en clasificaciones, que estallaron en Francia. En el primer giro en Magny-Cours, el alemán se excedió, chocó y sacó de pista al brasileño. En los ensayos en Hockeinheim, Alemania, el sudamericano fue a buscarlo a boxes y lo tomó del cuello. "Creo que quería darme masajes", fue el comentario irónico del europeo luego de que los mecánicos los separaran.

Seis años más tarde, en 1998, ya bicampeón, Schumacher ganaba con 40 segundos de ventaja bajo la lluvia en Spa-Francorchamps, Bélgica, cuando cometió un error de cálculo mientras iba a sacarle una vuelta a David Coulthard. El spray no le dejó ver el McLaren y Schumi lo atropelló con su Ferrari. Volvió a boxes con sólo tres ruedas, abandonó y, enfurecido, fue al garage de McLaren gritando contra el escocés. Los mecánicos de Ferrari y hasta Jean Todt tuvieron que luchar para sacarlo de ahí.

La muerte de Senna, en 1994, lo dejó como principal candidato al título, el primero de su cosecha, con Damon Hill como rival. Aquel Benetton estuvo sospechado de contar con ayudas electrónicas prohibidas, como el control de tracción. Schumacher se perdió dos carreras esa temporada y fue desclasificado en otra. En Gran Bretaña, superó a Hill en la vuelta previa, fue sancionado, pero cumplió la pena por boxes recién 14 giros después. Entonces, fue excluido con bandera negra, que tampoco respetó. Al final, le quitaron el segundo puesto conseguido en la pista y multaron a Benetton con 25.000 dólares. El caso siguió y más tarde recibió una suspensión por dos fechas. La desclasificación por anomalía técnica del B194 ocurrió en Bélgica: había ganado pero los comisarios descubrieron excesivo desgaste en una la placa de madera del piso y lo eliminaron.

La última fecha de aquella temporada, en las calles australianas de Adelaida, tampoco estuvo exenta de polémica. En la 35ª vuelta, mientras Hill lo apuraba, Schumacher se salió de pista y golpeó la pared. Con el Benetton dañado, volvió a la huella para tratar de tapar al inglés. Los autos se tocaron, el B194 estuvo a punto de volcar y abandonó a los pocos metros. Schumi creyó que había perdido el Mundial. Unos minutos más tarde se enteró de que era campeón: Hill había llegado a boxes con la suspensión del Williams doblada. Así ganó su primer título.

Cuando intentó obtener su primera corona con Ferrari, en 1997, cometió otra grosería. Como en 1994, llegó a la última fecha con un punto más que su rival, otro Williams, el de Jacques Villeneuve. En la pista andaluza de Jerez de la Frontera, donde se corrió el Gran Premio de Europa que cerró el año, el canadiense era más veloz que el alemán. Cuando el hijo de Gilles se movió rápido y empezó a superarlo por adentro, Schumi le cerró el paso: le tiró la Ferrari encima. Los autos se tocaron pero perdió el europeo, que abandonó en la banquina. Villeneuve siguió, terminó tercero y fue campeón. La Federación Internacional del Automóvil le quitó el subcampeonato a Schumacher por su actitud antideportiva.

QUE PAREZCA UN ACCIDENTE
La relación de los hermanos Schumacher sufrió una fractura en otro Gran Premio de Europa, el de 2001, pero en el circuito alemán de Nürburgring. Michael y Ralf partían en primera fila. El mayor no largó bien y sin titubear apretó al menor contra la pared para no perder el primer puesto. El hecho generó una disputa familiar en la que tuvieron que intervenir los padres, Rolf y Elisabeth, quienes se habían separado en 1997.

La convivencia con Rubens Barrichello, con quien formó la pareja más duradera y exitosa de la historia, quedó definitivamente arruinada en el Gran Premio de Mónaco de 2005. En la última vuelta, Schumacher se lanzó en arriesgado lance para quitarle a su compañero en Ferrari ¡el séptimo puesto! Tres años antes, en Austria 2002, Rubinho había quedado preso del verticalismo en Ferrari. A pesar de que los autos rojos dominaban el campeonato a gusto y que el brasileño había encabezado esa carrera sin fisuras, el equipo le ordenó que le dejara la victoria a Schumi. Barrichello lo hizo en los metros finales, sobre la raya. La actitud de la Scuderia recibió unánime reprobación.

Su despiste más grave, aquel impacto a 170 km/h en la curva Stowe, en Silverstone, en 1999, también acarreó controversia. Recuperado de la doble fractura de tibia y peroné derechos que le produjo el choque de la Ferrari contra las barreras de protección, se especuló con que Schumacher había demorado su vuelta -se perdió seis Grandes Premios- para no ayudar a su compañero Eddie Irvine a ganar el título de pilotos que la Rossa esperaba desde 1979. Incluso se cuenta que le dijo a su compatriota Norbert Haug, director deportivo de Mercedes-Benz, proveedor de motores de su rival McLaren, que le parecía bien que Mika Häkkinen se llevara la corona.

La derrota no era una opción para Schumacher -como siempre- cuando llegó este año a Mónaco. En la clasificación, mientras sus rivales transitaban las calles de Montecarlo en el último giro rápido posible y Schumi tenía el mejor tiempo, perpetró un despiste inverosímil en la Rascasse, la penúltima curva, un viraje a la derecha en primera marcha. La Ferrari, que no alcanzó a dañarse en la torpe parodia de accidente, se le paró. Entonces, las banderas amarillas estropearon las vueltas veloces de Fernando Alonso y Mark Webber, quienes viajaban dispuestos a desbancar a Schumi de la primera fila de partida. Varias horas después, los comisarios concluyeron que las explicaciones de Schumi no eran creíbles y lo condenaron a partir último. Sólo en Ferrari, y unos pocos hombres, defendían la postura del alemán.

El lado oscuro de un campeón. Schumacher, todo lo narrado, también lo hizo.