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Con el sello de los grandes

BUENOS AIRES -- Willy disfruta, sonríe, se emociona. Es que está otra vez arriba en el mundo del tenis, ese que lo hizo famoso, lo obligó a sufrir como pocos y le permitió volver como muchos menos. Guillermo Cañas, a los 29 años, es nuevamente cosa seria y sueña despierto con una temporada sensacional, que ya es histórica para él. Y eso que apenas transcurrieron tres meses.

El torneo de Miami marcó un antes y un después en su carrera deportiva, ya que llegó desde la etapa de clasificación hasta la gran final, le ganó por segunda vez seguida -y en una cancha rápida, lo que vale doble- al rey, el suizo Roger Federer, y se dio el lujo de eliminar a cinco de los 20 mejores del ránking al hilo. Sin dudas, volvió a ponerse en boca de todos. Y a ganarse el respeto perdido.

Para él, un luchador tremendo que no se conforma con haber sido finalista, este certamen será por siempre inolvidable. Es que demostró, como en sus mejores tiempos, su jerarquía, su hambre de gloria y esa determinación propia de los grandes. Y eso que fue claramente superado por el nuevo top-ten, el serbio Novak Djokovic, en el duelo decisivo, donde mostró molestias físicas. Volvió a funcionar su gran defensa y dejó en claro que, para ganarle, hay que jugar impecablemente.

SIEMPRE SALIÓ ADELANTE
Pensar que Willy Cañas siempre está de vuelta, gracias a su poder mental, de luchar ante la adversidad que le deparó su carrera deportiva, con diversas lesiones y una sanción por dóping, y las que se le presentan en cada partido, sobreponiéndose con garra, convicción, sacrificio y una actitud fenomenal, digna de elogiar y también de imitar por todos. Por eso su retorno a los primeros planos es tan heroico y adquiere el rótulo de proeza.

Y pensar que, luego de sufrir un grave problema psicológico de no poder liquidar partidos que tenía casi ganados al principio de su trayectoria, empezó con una dura racha de problemas físicos: estuvo cuatro meses afuera de las canchas en el 2000 por una lesión en la muñeca izquierda, fue operado de la mano derecha en el 2002 y nuevamente tuvo otra intervención quirúrgica en su diestra, que lo alejó ocho meses del circuito en el 2003.

Pensar también que, hasta la suspensión por el control positivo que frenó su marcha en junio del 2005, en el medio Cañas creció ganándoles a las estrellas, se adjudicó sus primeros seis títulos, incluida su única corona en un Masters Series, en Toronto 2002, y alcanzó su posición más alta en el ránking: 8º antes de la sanción. Luego llegó más de un año de ostracismo, buscando, unido a su entorno, ponerse otra vez a punto en todo sentido.

Y pensar que hace seis meses y medio recién volvió al circuito tras 15 alejado por el controvertido dóping, sobre el que la mayoría sostiene que fue inocente. Por entonces, no tenía puntos en el ránking de la ATP, recibió una invitación en el challenger de Belem, en Brasil, lo ganó y se ubicó 514º. El año pasado jugó siete torneos de esa categoría, todos en arcilla y en Sudamérica, de los que obtuvo cuatro y llegó a otra final.

Pensar también que arrancó esta temporada 142º de la clasificación. Y empezó una carrera contrarreloj impresionante: logró otro challenger, en San Pablo, sobre cemento, regresó a la Copa Davis con dos victorias importantes en Austria por el Grupo Mundial y, en su segundo certamen mayor desde su vuelta, salió campeón en el polvo de ladrillo de Costa do Sauípe, nuevamente en Brasil, un país que le trae hermosos recuerdos.

Y pensar también que en Buenos Aires, ante su gente, consiguió su primer triunfo sobre un top-ten en esta nueva etapa, al ganarle a su compatriota y nuevo compañero "copero" David Nalbandian. Y ya en Indian Wells sorprendió a propios y extraños eliminando nada menos que al mismísimo Federer, el indiscutido líder mundial. Fueron pasos firmes y sin pausas en su meteórico ascenso, rompiendo aún con las previsiones más optimistas.

Pensar también que llegó a Miami siendo el 55º del mundo y ahora, gracias a trepar hasta la final, alcanzó el puesto 29º. Un dato que no es menor es recordar que en este Masters Series los organizadores no le concedieron una invitación especial, por lo que fue el mejor rankeado en jugar la clasificación, que superó con dos cómodos triunfos. Y después hilvanó seis victorias magníficas ante todos rivales de gran jerarquía.

Y pensar también que... Por eso insistimos en el hecho de ver que, a cada paso y ante cada inconveniente, Cañas siempre encuentra la mejor salida. Por eso, hay que comprender que no es nada fácil retornar como él pudo lograrlo. Sólo una personada tan aguerrida, sacrificada y con un corazón y un físico de hierro puede revertir momentos tan adversos y llegar otra vez a la elite, donde se merece estar y de donde nunca debió haber salido.

SUPO ABRIRSE CAMINO
Ya adentro del cuadro principal de Miami, tuvo una seguidilla impresionante, digna de una figura de sus kilates, ya que derrotó, en este orden, al británico Tim Henman (47º), al español Juan Carlos Ferrero (20º y 19º cabeza de serie), al francés Richard Gasquet (16º y 15º, respectivamente), al suizo Roger Federer (1º y defensor del título), al español Tommy Robredo (6º) y al croata Ivan Ljubicic (7º).

Y fue, ahora, el primer argentino en un año y cuatro meses en superar al menos a tres top-ten seguidos, desde que Nalbandian se coronó en la Copa Masters del 2005, en Shanghai, cuando venció a cuatro, al ganarles a su compatriota Guillermo Coria (4º), a Ljubicic (6º), al ruso Nikolay Davydenko (5º) y a Federer (1º) en la finalísima. En ese momento, David era el Nº 12 del mundo y participó por las bajas de cuatro colegas mejor ubicados.

Así, la racha de Cañas fue tan sensacional como histórica, ya que desde la creación de este campeonato de Key Biscayne, en 1987, nunca un jugador proveniente de la fase clasificatoria trepó hasta la gran final. Igualmente, hay que destacar que este récord en los 20 años del torneo se debe también a que el argentino tenía hasta ahora un ránking mentiroso y que estaba detrás de los 50 primeros por aquella triste suspensión.

Para colmo, en otra muestra de la categoría de Willy, ahora quedó con una marca de 20 victorias y 21 derrotas contra rivales top-ten en toda su carrera y de 5-1 este año, con mayoría de triunfos en canchas rápidas, en las que rinde bárbaro. Igual, sus mejores tareas en los Grand Slam fue haber alcanzado los cuartos de final de Roland Garros en el 2002 y el 2005. Y hay que contar que hizo octavos en Wimbledon y en el Abierto de Australia.

Es sin dudas un todoterreno, de los mejores con esa virtud en su país y en América Latina. De esta manera, los objetivos que se planteó a comienzos de este año junto con su entrenador Gastón Etlis (destacado ex doblista) y su eterno amigo y preparador físico Fernando Cao, ya los superó por amplio margen. Por eso, ahora sigue teniendo todo por ganar en su camino y sueña con lograr un Masters Series, un Grand Slam y la Copa Davis.

Así es Willy, fiel a su perfil bajo y a esa humildad desde que era un pequeño y soñaba con un futuro como el que hoy vuelve a vivir. Para muchos, sus renovados sueños podrían sonar a mucho, pero él sabe que tiene armas, mentales y tenísticas, de todo tipo, para seguir esta genial serie, que sólo pudo ser detenida por Djokovic en el choque decisivo. Y recuperó el mayor de los respetos de todos los adversarios, algo que vale oro.

Con su paso por Miami, Cañas sumó 15 definiciones en el circuito grande de la ATP, con siete títulos ganados y ocho finales perdidas. Y pese a que ningún varón argentino puede lograr este certamen -únicamente lo obtuvo Gabriela Sabatini, en 1989-, Willy dejó una huella estupenda, ya que mejoró su récord personal contra Federer (3-1) y demostró que el triunfo de dos semanas atrás frente al suizo, en Indian Wells, no fue producto de la casualidad.

Sabía perfectamente Cañas que el pibe Djokovic, de 19 años, es muy completo, le pega muy fuerte desde la base y saca duro, por lo que eso, sumado a su cansancio después de tanto tiempo sin un raid de partidos de semejante nivel, fue una barrera infranqueable en la final. Así y todo, se ganó la ovación del público y los elogios de su adversario, quien ahora saltó del 10º al 7º puesto del ránking y sigue una marcha de verdadero prodigio.

Por eso, más que nunca, Cañas volvió a gozar dentro de una cancha de tenis. Disfruta con un "revival" sólo posible para un grande como él, que si bien mejoró el saque y su revés (el golpe más flojo), sigue siendo uno de los tres mejores defensores del planeta, cerca de la versión del español Rafael Nadal. Jamás se entrega, siempre obliga al de enfrente a jugar un tiro más y eso enloquece a más de uno.

Se entiende así que Cañas le haya ganado tanto a Federer, porque el suizo, como le ocurre seguido con Nadal (su escolta), suele ponerse ansioso, ya que este tipo de jugadores son tan luchadores y positivos mentalmente que nunca bajan los brazos. Precisamente, Willy sabe como nadie ese libreto de la lucha eterna, del sudor permanente y de la garra como bandera. Se merece como nadie este increíble regreso. Que siga así...