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El octavo pasajero

BUENOS AIRES -- Sin considerarme mayor conocedor que muchos, e incluso considerándome menor conocedor que tantos, permítame asegurarle que Federer no es humano.
-Perdón, pero en la final de Wimbledon del año pasado demostró que lo era, cuando las lágrimas se deslizaron por sus mejillas suizas...
-Eso, como se dice en el ámbito jurídico, es prueba plausible. Federer, insisto, no es humano: es más que humano.
-¡Epa!
-En cualquier caso podría aceptarle que es infrahumano, pero la diferencia carece de importancia. Lo cierto es que humano no es. De ninguna manera.
-Explíquese.
-¿Vio alguna vez en acción a los malabaristas chinos? Esos que barajan al mismo tiempo una docena de platos y que hacen que uno se mantenga en vilo, todo el tiempo, con la certeza, casi siempre incumplida, de que todo va a desbaratarse en cualquier momento.
-Sí, los he visto.
-Bien, Federer posee esa concentración que hace pensar que es capaz de dejar encinta a cinco mujeres a la vez, suizas o no, con sólo dos gotas de semen suizo.
-¿Siempre con lo sexual usted? ¿Qué tiene que ver su concentración para jugar al tenis con su capacidad amatoria?
- Es cierto, no tiene mucho que ver. Incluso podría ser impotente: pero eso no cambia nada. Pero dos gotas serían suficientes para embarazar a cinco mujeres. Estoy seguro.
-¿Usted quiere decir que en Federer todo se da en pequeñas dosis concentradas? ¿Acaso sugiere que el volumen no altera el producto?
-Exacto. Lo que quiero decir es que parece un arquero zen, un guerrero ninja (¡¡encima ahora juega vestido de negro!!) que todo el tiempo elude las agresiones y devuelve las pelotas a los rincones más improbables e inverosímiles...
-Pero mire que no siempre se viste de negro...
-Es como Superman, que ni siquiera se despeina. Hasta la transpiración parece el maquillaje de un superhéroe.
-Sí.
-Casi no transpira. Es estilizado, rápido, poderoso, con mirada de predador.
-Frío como el hielo.
-Bah.. Suizo.
-Exacto y preciso como un reloj. Y perdone la comparación tan común y burda.
-Consideraciones aparte: alguien se tomó el trabajo de filmarlo a cámara súper lenta y calcular, cronómetro en mano, el tiempo que mira la pelota.
-¿Y?
-El resultado es abrumador. La ve 5 ó 6 milésimas antes que ninguno, e inmediatamente después, deja de verla.
-...
-Por eso sabe donde está, a dónde va a encontrarse con ella y dónde va a terminar.
-Debe de ser eso lo que le da esa certeza en el anticipo.
-Es un alien, un octavo pasajero. Más o menos que humano. Lo único que está claro que no es humano.
-Tiene razón.
-Siempre tengo razón.

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