<
>

Se derrumba otro ídolo

Aficionados y Fanáticos al "Rey de los Deportes": la entrevista de Alex Rodríguez con Peter Gammons, de ESPN, en la que confiesa abiertamente haber utilizado sustancias prohibidas durante su paso por los Rangers de Texas, tiene como objetivo principal alcanzar el mismo trato que se les ha dado anteriormente a quienes optaron por pedir disculpas (léase Andy Pettitte o Jason Giambi), en lugar de negarlo (Barry Bonds) o no tocar el tema en absoluto (Mark McGwire).

Pero seamos claros: A-Rod no va a recibir el mismo trato por parte de la opinion pública que Pettitte o que Giambi por dos tipos de razones: las estadísticas y las humanas.

Estadísticamente hablando, Jason Giambi tiene 396 cuadrangulares en su carrera y con 38 años de edad, y al ritmo de 30 jonrones por temporada que ha registrado desde que debutó en las Grandes Ligas, necesitaría jugar a los 50 años para poder colocarse delante de Barry Bonds en la parte alta de la lista de todos los tiempos -- es decir, nunca llegará.

Andy Pettitte, por su lado, ha ganado 215 juegos a lo largo de su carrera y será imposible que alcance un lugar entre los primeros 20 de la historia. Hablamos entonces de dos jugadores que no amenazan marcas importantes, que nunca figurarán como los mejores en ninguna categoría, a diferencia de un Alex Rodríguez que amenaza ya desde ahora con colocarse al frente de la lista de cuadrangulares de toda la historia.

Por el lado humano, que en este caso pasa a ser aún más importante, hay que tomar en cuenta que tanto Pettitte como Giambi son jugadores "locales", ídolos de la fanaticada de los Yankees en Nueva York y nada más. Cuando Giambi confesó y pidió perdón por haber utilizado sustancias prohibidas, el público de la Gran Manzana lo perdonó y le demostró su cariño una vez más, pero el resto del país se dedicó a abuchearlo y a meterse con él. Pero Giambi es un tipo que, desde que pone un pie en el terreno de juego para iniciar la práctica de bateo, se dedica a conversar con los aficionados, a darles autógrafos y a tomarse fotografías con ellos. Andy Pettitte, el día que no lanza, igualmente le destina mucho tiempo de atención a la fanaticada, ambos siempre con una sonrisa y con el mejor trato para con su público.

Esa actitud, que Alex Rodríguez nunca ha demostrado, es lo que ahora pesará en su contra. Por un lado, A-Rod no se ha metido al público neoyorquino a la bolsa. Primero, por fallar en postemporada. Segundo, porque a diferencia de los dos anteriores, muy pocas veces se acerca a las tribunas para dar un autógrafo o tomarse una foto con sus seguidores, y por el otro, se trata de una figura que va más allá del ámbito local. Alex no puede ser juzgado únicamente en Nueva York porque su importancia es a nivel global, en toda la Unión Americana e incluso más allá.

Y si en Nueva York no lo quieren y será difícil que lo perdonen, imagínense lo que puede ocurrir en el resto del país, máxime ahora que el presidente Barack Obama ha expresado su desacuerdo total con la situación de Alex Rodríguez.

Por otra parte, es increíble poder pensar que una persona, en su sano juicio, reciba un paquete de sustancias y proceda a ingerirlas o a inyectárselas sin saber siquiera qué son, cuál es su nombre o cuál su propósito específico, tal como Rodríguez lo confiesa también en la entrevista. Creo que nadie, y mucho menos alguien que tiene un contrato de mas de 200 millones de dólares (por lo que se supone que es una persona juiciosa, preparada y con sentido común), va a hacer ingresar a su organismo, por ninguna vía, una sustancia de la cual ni siquiera sabe su nombre.

Y lo peor puede aún estar por venir, por ejemplo: Alex tampoco mencionó nombres de aquellos que suministraron esas sustancias, quienes lo introdujeron al uso de las mismas o quienes se las consiguieron, pero tal vez la próxima vez que le pregunten por sus proveedores no sea Peter Gammons quien esté ante él sino las autoridades de los Estados Unidos.