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La nueva víctima

MÉXICO -- A los mexicanos nos parece de lo más natural el llamado "Pacto de Caballeros" que establecieron de manera unilateral los 18 dueños de clubes del fútbol mexicano. Ya sabemos que aquí la Ley Bossman y la abolición de la esclavitud del futbolista son letra muerta. Basta con que un jugador ejerza su derecha a la libertad, apropiándose de sus propios derechos federativos esperando que termine su contrato, para que se convierta en otra víctima del "Pacto de Caballeros".

Mañosamente los dueños de clubes dicen que formalmente no existe tal pacto. Simplemente se ponen de acuerdo para no sufrir otro "torradazo", como hizo el hoy jugador de Cruz Azul, Gerardo Torrado, para ejercer su derecho a la libertad e irse a jugar casi como exiliado cinco años en España, primero en segunda división con el Tenerife y el Polideportivo El Ejido, para luego pasar a la primera división con el Sevilla y con el Rácing de Santander.

Regresó a México con Cruz Azul, pero los celestes tuvieron que pagar el ejercicio de su silla en el "Pacto de Caballeros" al pagar derechos de formación a los Pumas.

Antonio de Nigris es otro ejemplo claro de lo que pagan aquellos osados futbolistas que ejercen un derecho internacional que en México simple y sencillamente no existe. Anda de norte a sur y de oriente a poniente por el mundo, jugando en los futboles más extraños para continuar su carrera goleadora. Hace rato que lo recibió Turquía y allá ha hecho carrera y fama, pero para que regrese a México el Monterrey tiene que dar la anuencia y recibir una lana por sus "derechos de formación".

Esa ley no escrita de los dueños de equipos se aplica de manera llana: se ponen de acuerdo para no contratar a ningún jugador que recupere su carta al terminar su contrato con un club. No hay violación a la ley, dicen, porque simplemente ese jugador "no tiene ofertas", es decir, "nadie de nosotros del Pacto de Caballeros" lo quiere, por lo tanto no hay delito que perseguir.

En teoría el jugador es libre. Su carta le pertenece. Pero literalmente es congelado por todos los equipos mexicanos. Por lo tanto, igual que Torrado, De Nigris u Omar Bravo, se tienen que ir del país.

Eso lo entendemos los mexicanos porque lo vemos todos los días. Sabemos que no está bien, que es una arbitrariedad jurídica, que crea un mal precedente a nivel internacional, que es un abuso unilateral, pero cuando vienen los extranjeros se van de espaldas ante tal situación.

Así le acaba de ocurrir al presidente del Deportivo La Coruña, Augusto César Lendoiro, quien llegó con su cara bonachona y toda su ingenuidad al "tianguis" de Cancún pensando que trataba con personas normales y pum, que se encuentra con la realidad mexicana: dirigentes gandallas, aprovechados, abusivos, y futbolistas sumidos, agachones, sin conciencia gremial.

Así nada más, para empezar el Atlante quiso gratis a Omar Bravo cuando Lendoiro pensaba recuperar los cuatro millones de dólares que se repartieron entre el jugador, su representante Rubén Pérez, el "empresario deportivo" Carlos (Martínez) Hurtado y algunas manos más que alcanzaron una tajadita, nada más con la promesa de ponérselo en el aparador internacional jugando con los Potros el mundial de clubes de diciembre próximo.

Pero no sólo eso: gracias al "Pacto de Caballeros", Jorge Vergara le dijo a José Antonio García que tenía que pagarle a Chivas dos millones de dólares por los "derechos de formación" de Omar Bravo, para dar su anuencia y permitirle volver a jugar en México.

La página oficial del Deportivo La Coruña explicó que el coraje de Jorge Vergara era que no había ganado un dólar de la transferencia de Omar porque éste aprovechó la terminación de su contrato para ser libre y colocarse sin permiso de las Chivas en España, a cambio de que le compraran su carta.

"A Vergara, aún le escuece (incómoda) que su última gran estrella le diese la espalda para jugar en Europa, sin dejar un solo euro en caja, pero le duele todavía más que pueda ser el Deportivo, el que saque tajada económica de la operación", dijo la página oficial, que representa la voz de la directiva.

Vergara había llamado al Depor "un circo" porque sus directivos "no tienen en qué caerse muertos" por las deudas que tienen con los jugadores. detalló en particular los 200 mil euros que le adeudan al Atlas por la venta de Diego Colotto.

La página mostraba su asombro porque "en México existe un pacto de caballeros, que dice que el equipo que contrate a Bravo (compra), deberá pagar una compensación al Rebaño, ya que fue el primer equipo del futbolista, antes de jugar en Europa".

Mientras que Jorge Vergara se defendió a su estilo: "Ningún equipo se ha acercado con nosotros, salvo José Antonio García con una propuesta muy indecorosa, donde quieren abusar de Omar. Él (García) y el señor español (Lendoiro), que es igual que él, quieren que Omar juegue para Atlante seis meses sin costo, supuestamente lo van a levantar de valor en la Copa de la Paz, en la Copa de Japón (Mundial de Clubes de Arabia Saudita), en diciembre venderlo y después repartirnos el botín, las utilidades; Chivas no lo va a hacer, no estamos locos, Omar es un ser humano y no se merece eso, además somos amigos y no creo que sea correcto".

Como alma de la caridad, Vergara dijo que están protegiendo al amigo Omar, ya que los abusadores son otros, no él: "José Antonio quiere hacer otras 'hamponadas', tomar ventaja de Omar; no le vamos a entrar al juego. Omar puede venir a cualquier equipo, menos con Atlante; facilitaríamos todo, no lo vamos a bloquear; ni siquiera hemos pensado en dinero, queremos que regrese a un equipo decente y sano".

Lo cierto es que Omar sufre hoy el mismo problema de Gerardo Torrado y Antonio de Nigris: es la nueva víctima del Pacto de Caballeros arbitrario, unilateral e ilegal, que viola la normatividad de FIFA y de los tribunales europeos que aprobaron la Ley Bossman.

Sería una pena que a un año del mundial, Omar Bravo se quedara varios meses sin jugar, pero es el riesgo que corrió por ejercer un derecho auténtico, que por desgracia no ejercen centenas de jugadores más en México.