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Manuel Moretti, el hombre de las canciones que son himnos de las hinchadas de fútbol también es "fana" del vóley

¿De cuántas puntas será su estrella? Manuel Moretti, líder del grupo musical Estelares, tiene un brillo poliédrico, cautivante y encantador. Sus canciones convertidas en himnos populares deberían estar en una de las puntas de esa estrella, por supuesto. Melodías adoptadas por las hinchadas de fútbol argentinas –e inclusive del Barcelona, alguna vez-, en otra de las cúspides: cierta tarde, “Manu” fue a una cancha y las tribunas de los dos equipos coreaban sus temas. ¡Guau!.

Su pasión por Sarmiento de Junín –¿quién no lo vio alguna vez en Twitter, en estado visceral, alentando a su equipo?- no puede faltar en uno de los extremos. La sensibilidad poética y humana de una persona que pasó por Bellas Artes y encontró en la música su sintonía fina -¿aún no vieron su versión reciente de “Estados de situación”, de Víctor Heredia, en La Plata?- es naturalmente otro de los vértices.

¿Quién apostaría por el vóley como una de sus grandes pasiones, en otro de esas puntas estelares? Muchos de sus fans se sorprenderían si pudieran traspasar las paredes y los encontraran de madrugada viendo un partido de la Selección Argentina o preguntando por WhatsApp, desde cualquier lugar del planeta, por algún detalle de algún juego del que se enteró el resultado pero no pudo ver en vivo desde algún dispositivo móvil.

“Recuerdo que a mitad de los 2000, muchas veces estábamos de gira con el grupo y yo me iba a estaciones de servicio a ver partidos de Liga Mundial o de Mundiales. Trataba de no perderme nada”, dice en diálogo con ESPN. La conexión voleibolística nació por sus hermanos y no se apagó nunca. De hecho, sigue en modo incandescente.

“Mi hermano Diego jugó en el colegio en un equipo con el que fueron campeones provinciales y llegaron a un nacional. Mi hermana menor, Mercedes, también jugaba: era armadora y su equipo también se destacó. Empecé a ‘curiosear’ por ellos, porque yo todavía jugaba al fútbol. Y me empezó a gustar el vóley”, relata.

“Cuando empecé a jugar, tenía devoción por ser atacante. Soy bajo, porque mido apenas 1,76, pero estaba muy bien físicamente y saltaba bastante. Y cuando me vine a estudiar a La Plata empecé a jugar en equipo de exfederados. ¡Me encantaba! Era bueno recibiendo y cuando aprendí a atacar… ¡uffff! Me tiraban unas ‘tendidas’ rápidas y hacía ‘manos y afuera’. Jugué dos o tres años nomás, pero me quedó alegría, voluntad, amor por el vóley, incluso por mirarlo”.

Fue descubriendo destrezas. Se hizo experto en el “manos y afuera”, usando bloqueos. Hacía falta mucho salto, mucha precisión, y el corazón sobre todo. Fue puliendo cada virtud. “Una de las cosas que más me gustaba del vóley era que estaba completamente consustanciado con el juego. ¡Eso era espectacular! Estaba ahí, inmerso: era acto puro. Cuando jugué al fútbol tenía cierta facilidad, cierta lectura, y a veces ‘me iba’ del partido”, compara.

Una vez jugamos un amisto contra el seleccionado de la Universidad Nacional de La Plata, que se iba al Nacional en Mendoza. Y el técnico me puso de titular. Para mí era todo un acontecimiento. Hice un punto con una secante, poniendo la mano justo antes de que caiga la pelota: pegó en el borde de la red y cayó del otro lado. Hice otros dos puntos de bloqueos y seis o siete de ataque. En un momento, el técnico de la Universidad le preguntó al nuestro: ‘¿El petiso ése es federado?’. Yo no lo podía creer”, se enorgullece al recordar.

El tuitero más rápido de Sudamérica

“El año pasado pasó algo muy loco. Volvíamos de gira, y estábamos en Migraciones del aeropuerto de Ezeiza. Y se estaba jugando la final del Sudamericano masculino. ¡Yo, colgado del celular! No podía enganchar la transmisión, así que lo seguía por el punto a punto. Si chequeás, fui uno de los primeros que tuiteó que Argentina había ganado el Sudamericano en Brasil y que había hecho algo histórico”, relata Moretti.

Es cuestión de ir y buscar ese tuit: fue a las 22.17 del 30 de agosto de 2023. El tuit de la Confederación Sudamericana, con video del último punto, llegó un minuto después del de “Manu”. La Federación del Vóleibol Argentino (FeVA) tuiteó a las 22.24, con fotos y link a un artículo. ¿Se entiende, entonces, la pasión de Moretti?

Un triunfo del vóleibol argentino en la alta competencia, a nivel internacional, es algo que me recontra conmueve. Por eso estoy recontra prendido con eso”, se emociona el líder de la banda pop.

–¿Qué jugadores de la Selección te seducen, tanto sea porque ves en él a un guerrero o porque ves arte en su juego?

–Un crack “a prueba de bala” es Agustín Loser. Es un fuera de serie y va a tener su carrera en la competencia más alta que exista. Otro jugador que me gusta mucho, que estuvo lesionado en los últimos tiempos, es Ezequiel Palacios. De “Mati” Sánchez me gusta su exquisitez. ¿Un jugador de esa altura en la alta competencia? Y sí, ¿cómo que no?. Otro que me gusta muchísimo es Luciano Palonsky. Por supuesto que acá no nombré a Luciano De Cecco, un monstruo total, porque ya está a otro nivel, es descomunal. ¿Cuántos años lleva en el máximo nivel?

–Debutó en la Selección en 2006 y jugó 10 Champions League de clubes de Europa, por ejemplo.

–Luciano es como la cima. Es un pibe que estuvo siempre en la cima. Uno de los dos o tres mejores armadores del mundo en los últimos 10 años, quizás. Me gustaría que sus dos o tres últimas temporadas las juegue en Argentina. Algo así como Lisandro López en Sarmiento de Junín, con una sabiduría y un talento descomunal, con una lectura propia de los años. Sería muy lindo.

–¿Sos de ver partidos de Luciano? ¿O seguís los pasos de Marcelo Méndez, que va a estar en la final de la Champions?

–Sí, claro. Quizás no puedo ver los partidos completos, pero siempre engancho algún resumen. Me pasó algo raro con las dos “semis” de la Champions, porque se definieron antes de tiempo y en los partidos de revancha ya no importaba el resultado final: los dos estaban liquidados previamente. En Trentino contra la Lube de De Cecco lo vi a Michieletto festejar y ahí conecté con que habían ganado el partido anterior por una diferencia que los clasificaba directo a la final. Pero volviendo a lo otro: si está Luciano en cancha o juega el equipo de Méndez, hincho por ellos. Siempre.

–Sé que te gustan mucho los detalles de la alta competencia. ¿Qué particularidades observás en Marcelo Méndez?

–¡Lo que viene haciendo Méndez en la Selección! Que Argentina sea campeona sudamericana en Brasil y que antes haya sido bronce en unos Juegos Olímpicos es mucho. ¡Es un montón! Y me gusta “chusmear” cada minuto que pide, cada cambio, cada vez que les habla a los jugadores. Y veo que en el abordaje de las situaciones tienen un modo muy singular, diferente a los demás. Por ejemplo, él aborda los tiempos muertos a contramano del tipo que empieza a gritar: “¡Vamos, eh! Vamos ahora”. Él es mucho más de otra cosa: “Tranquilo, muchachos. Es ahora, en esta pelota: hay que hacer tal cosa”. Hay algo maravilloso en eso de ser “constructivo” en la alta competencia.

–Cuando juega la Selección, ¿podés disfrutar o la sufrís como a Sarmiento?

–Siento que Méndez construyó un equipo ganador. ¿Entendés todo lo que significa eso para el vóley argentino? Creo que eso hace que no sufra como antes, que no me ponga tan nervioso. Antes era algo así como un “apostemos todo a un milagro”. Y también tengo en la cabeza partidos que pudimos haber ganado y siempre nos faltaba algo. Tengo grabado el de las semifinales de Sydney 2000, cuando estuvimos 24-21 arriba de Rusia en el segundo set y se nos escapó. Recuerdo salidas claras de ataque y de tirarla afuera. No era cerrar el partido, pero nos poníamos 1-1 contra Rusia viniendo desde atrás en unas semifinales. Quizás hasta podríamos haber llegado a la final de los Juegos.

El deporte hecho canción

A mí me gusta la alta competencia. Es un ámbito diferente al de la música, pero siento que también es un lugar muy, muy creativo. Y veo belleza en la alta competencia, quizás atado a lo que viví de niño y adolescente con el deporte”, dice “Manu”.

El Tour de Francia de ciclismo me fascina. Cuando corría Aryton Senna me encantaba la Fórmula Uno. ¿Y viste ahora el nivel que alcanzaron los chicos del Seven de rugby? Fue una cosa excepcional. Todo eso me atrapa”, comenta. “Y hasta puedo recontra coparme viendo remo. Algunas frases de ‘Club de Remo’ las tenía anotadas, porque son cosas que me gustan. Y en algún momento intenté hacer remo en la laguna de Junín. Para mí, las canciones muchas veces son como juegos”, agrega.

–En “Club de Remo” tenés varias referencias deportivas. Decís “campeones de amor” y algo que es muy, muy específico: “presea dorada”.

–Es lindo cuando “embocás” una palabra que viene bien, ¿viste? Presea dorada viene de precioso. Y me puse a jugar con esa canción y apareció eso, que terminó funcionando bien. Hay canciones más dramáticas, de otros contextos, pero en algunas me pongo lúdico. Y ahí siento que vuelvo a conectar con la alta competencia. Porque en el deporte de alto rendimiento tenés que dedicarle toda tu vida. Y yo le dediqué toda la mía a las canciones. Es alucinante amar tu trabajo o tu deporte.

–“De la Hoya” también es puro deporte. Lleva el nombre de un boxeador emblemático y muchos términos del boxeo: Caesar Palace, Luna Park, cross de izquierda, uppercuts.

–Sí, pero como decía antes, es parte de lo lúdico. Arranco con una idea de deporte y me voy a la narración. O al revés. Un amigo me decía que “De la Hoya” debería llamarse “Escenas de pugilato con tu pareja”. Son juegos y nunca es en el marco exclusivamente deportivo. Sí recuerdo que en la época que escribí esa canción miraba mucho a los boxeadores, porque yo me inventaba que el boxeo era “el arte de la observación”. Los escritores y poetas tienen que ser artistas de la observación.

–¿Qué tiene que ver River Plate en “Patinar”? Es otra de las referencias deportivas en tus canciones.

–No, no: ahí es como una crónica. “Voy cruzando el mar como los peces. Son las diez. Ganó ya River Plate”. Era como decir: “Es domingo, es de noche, son las 10 de la noche, estoy llegando a casa y empieza Fútbol de Primera”. Nada más. Son connotaciones futbolísticas pero en realidad es una cotidianidad, para marcar espacio y tiempo: domingo a la noche, Fútbol de Primera. Por esa canción, algunos creían que era hincha de River y no de Sarmiento.

–Noooooo. Con Sarmiento no se jode, ja.

–¡Pero también parecía que era hincha de Boca! Ja. En la canción “Tanta gente” yo digo “Si Boca es campeón mundial, yo también”. Era la época del Boca de Bianchi que ganaba todo. Y yo jugué con esa idea: si Boca era campeón, yo también me sentía campeón mundial. Si Boca podía, yo también podía. Era un juego. Muchos creyeron que eso tenía que ver con ser hincha de Boca.